Uno de los elementos clave a tener en cuenta para evaluar las perspectivas de la nueva campaña es la modificación de las políticas oficiales hacia el sector.
La campaña 16/17 ya puso primera en la zona núcleo agropecuaria, con altas expectativas tras el cambio radical de la política oficial hacia el sector por parte del nuevo gobierno nacional, la promesa de mayores áreas sembradas tanto para la campaña fina como para la gruesa de la mano de la mejora de los precios en pesos, y problemas de arrastre sin solución a la vista, como el escasísimo financiamiento que recibe el sector y los bajos precios internacionales de los commodities.
En un escenario de cierta “desojización” como consecuencia de la mayor intención de siembrapara el trigo y el maíz —ya sin retenciones— y del renovado interés por la ganadería, el productor tendrá un ojo en Chicago para ver la evolución de los precios, y otro a nivel local, donde la suba de los costos puede empañar la ecuación.
Ese fue parte del temario abordado por especialistas de la Bolsa de Comercio de Rosariodurante una actividad con periodistas de todo el país que terminó con una visita a la planta de molienda de soja Renova en Timbúes, la más grande y moderna del mundo.
CAMBIO EN LAS POLITICAS OFICIALES
Uno de los elementos clave a tener en cuenta para evaluar las perspectivas de la nueva campaña es la modificación de las políticas oficiales hacia el sector.
La quita de las retenciones a trigo, maíz y girasol y la reducción de las de la soja, la eliminación de las trabas comerciales a la exportación, y la mega devaluación del gobierno de Mauricio Macri,oxigenaron al sector y produjeron un quiebre en las expectativas de los actores.
“El nuevo gobierno nos ofrece buenas perspectivas por el fin de las trabas y de las regulaciones que afectaron durante años a la inversión. Es bueno que se termine la confusión entre Estado y gobierno y salir de una vez de este embrollo conceptual”, dijo Alberto Padoán, el presidente de la Bolsa, a modo de síntesis del pensamiento que predomina en el sector.
Sin embargo, las expectativas deben estar acompañadas de otros factores como inversión y precios, y por ese lado las noticias, sin ser catastróficas, tampoco son las mejores.
Es que la harina de soja, el producto estrella, está sobreofertada y con grandes stocks finales a nivel global, lo que seguirá planchando los precios, que de todas formas son mucho mejores que hace diez años. “Estamos mal, pero podríamos estar mucho peor” dijo el economista de la entidad, Julio Calzada.
Nuevo escenario. La nueva política hacia el sector y los precios internacionales de loscommodities reconfiguran la cara del campo argentino, que a corto plazo atravesará un proceso de “desojización” para ir hacia una mayor producción de trigo y maíz, libres de retenciones, así como también una suba de los esfuerzos dedicados a la ganadería.
De hecho, el principio de año funcionó como una especie de “anticipo de campaña”, con un enero con récord de procesamiento de soja con 3,7 millones de toneladas, una cifra nunca vista para ese período, a lo que se sumaron fuertes embarques de maíz por 2 millones de toneladas.
“Hubo una fuerte liquidación de inventarios viejos”, destacó Guillermo Rossi, de la dirección de Informes y Estudios Económicos de la Bolsa.
La variable que mejor explica ese comportamiento fue que los precios en pesos registraron subas importantes desde diciembre: un tercio de la mejora para los cereales se explica por la eliminación de las trabas al comercio, mientras que los otros dos tercios están atados a la fuerte suba del tipo de cambio.
“La foto de hoy muestra una recuperación de los precios en pesos que se traduce en el maíz con una demanda que se frena tras un ritmo de venta frenético durante enero, el trigo recuperando terreno para la exportación a pesar de su muy baja calidad, y la soja con mejores precios para el aceite pero peores para la harina”, dijo Rossi.
El trigo merece un párrafo aparte: la mala calidad significa problemas para ingresar al mercado brasileño, por lo que se privilegian mercados alternativos con castigo en los precios. “Habrá más trigo nuevo pero no sabemos adónde irá a parar, todo dependerá de su calidad, es todo un desafío insertarse de vuelta y volver a ganar la confianza de los compradores llevará tiempo, aunque Argentina tiene todo para volver a ser un jugador importante en el mercado global del trigo”, señaló el especialista.
Para el nuevo ciclo 16/17, Rossi estimó una suba de la superficie sembrada con trigo que en la región puede trepar hasta el 15%, a lo que se sumará otra buena siembra de cebada al ser un cultivo “que ya se ganó su lugar”. En total “habrá más área sembrada para la fina”.
Por el lado de la gruesa, la campaña estará marcada por un aumento en la siembra del maíz, a pesar de que el costo de ese cultivo sigue siendo muy elevado: “En total calculamos que habrá entre 2,5 y 3 millones de hectáreas más entre trigo y maíz, con una soja que tal vez venga con una leve reducción de área”.
Estas estimaciones abren el interrogante sobre si el ciclo de la “sojización” en Argentina está llegando a su final. Para Rossi es cierto que mejorará la rotación y que se percibe un “achatamiento” de la tendencia hacia el monocultivo de soja.
“Si bien vamos hacia términos más sustentables, no se puede afirmar que se acabó la sojización, ya que no hay que olvidar que las retenciones hacia ese grano bajarán año tras año, lo cual mantendrá el interés por ese cultivo aunque en el corto plazo podamos encontrar algo menos de soja”.
Por su parte, Raúl Milano, gerente del Mercado Ganadero de Rosario (Rosgan), subrayó que el mercado ganadero está frente a un nuevo contexto por los cambios que atraviesa el paradigma agropecuario. “Notamos una vuelta a la ganadería, lo cual no significa que millones de hectáreas pasarán a la ganadería, pero sí que la rotación vuelve a ser un planteo posible. La soja se fue llevando puesta a la ganadería, sólo por una cuestión de precio”, explicó.
Precios y créditos. Calzada repasó el panorama de precios que acompañará a la nueva campaña gruesa, con eje en la harina y el aceite de soja, los dos productos estrella de lasagroexportaciones argentinas. “La soja explica el 33% del valor de las exportaciones argentinas, y si le sumamos el trigo y el maíz se llega al 41%. Pero la estrella es la harina de soja, nuestro producto más exportado”, dijo. A nivel global, el mercado de la harina de soja es un mercado en claro crecimiento, lo que provoca un efecto depresivo sobre los precios por el alza que se registra en los stocks finales a nivel internacional.
“En las últimas cinco campañas, la producción de harina de soja a nivel mundial creció un 12%”, explicó el experto, quien subrayó que es justamente esta holgura en la oferta la que explica la baja de los valores, con un precio por tonelada que hoy ronda los 302 dólares en Chicago, contra 604 dólares durante el pico de su cotización en el año 2012.
De todas forma, para Calzada es importante mantener cierta perspectiva, ya que si bien asusta ver que la tonelada de harina de soja cuesta hoy la mitad de hace cuatro años, no hay que perder de vista que hace diez, en 2006, costaba sólo 170 dólares, lo que significa que a pesar de la baja reciente los precios siguen estando un 76% arriba que hace una década.
“Estamos mal, pero podríamos estar mucho pero”, sintetizó.
Respecto a cómo o podrían evolucionar los precios a futuro, Calzada argumentó que ya que durante el ciclo 15/16 la producción subió menos que el consumo, lo cual podría tener un impacto sobre los stocks finales.
Otro factor a tener en cuenta es la persistencia de las turbulencias económicas y financieras a nivel global, con Europa y ahora China atravesando contextos de caída del crecimiento: “Los que más compran están creciendo más despacio”, agregó Calzada.
Otro desafío recurrente que enfrentarán los productores este año es la escasísima disponibilidad de créditos para el sector. Así lo señaló Cristian Cuini, del Mercado Argentino de Valores (MAV), que puntualizó que sólo el 11,5% de los créditos bancarios van a parar a los productores primarios, y sólo un 4% termina en manos de productores agrícolas. “Si bien el agro explica el 52% del valor de las exportaciones argentinas, y genera un 17% de empleo en las economías regionales, es un sector al cual no llega el financiamiento”.
Biocombustibles.Este sector, que hasta hace pocos años era la gran promesa de laagroindustria nacional, aparece hoy con un presente comprometido que mixtura cuestiones internas con otras importadas. Con el precio del petróleo por el piso, y los países centrales con políticas proteccionistas para blindarse de los coletazos de la crisis global, las fábricas de biocombustibles penan a la hora de cerrar balances y ven como sus niveles de producción se derrumban.
Claudio Molina, el director de la Asociación Argentina de Biocombustibles, insistió con la necesidad de mantener un marco regulatorio robusto, a una década de la sanción de la ley de biocombustibles por parte del entonces presidente Néstor Kirchner.
“Esas políticas públicas nos permitieron hasta 2012 realizar inversiones importantes, bajo la idea del gobierno anterior, y también de éste, de premiar al agregado de valor”.