Hace ya varios años, cuando el director de cine Gerardo Olivares (Córdoba, 1964) rodaba la película La Gran Final (2006) su productor José María Morales le contó una historia fascinante. Mientras ambos paseaban por un lago helado de las montañas de Altai, en Mongolia, Morales le habló de un hombre que había forjado una relación muy especial con un grupo de orcas salvajes sin precedentes: se metía en el mar y les tocaba la armónica, las orcas se acercaban a él y podía acariciarlas.

La mente de Olivares comenzó a trabajar y la historia que una vez escuchó se ha convertido en El Faro de las Orcas, un relato cinematográfico que el pasado martes 22 de febrero comenzó a rodar en Argentina.La cinta, producida por José María Morales (Wanda Films), está basada en la historia del guardafauna argentino Roberto "Beto" Bubas con las orcas y con un niño autista español llamado Agustín que viajó con su madre hasta Península Valdez (Patagonia) y se recuperó de su enfermedad gracias al contacto con estos cetáceos. Bubas plasmó estos conmovedores hechos en un libro titulado Agustín Corazón Abierto(Planeta Argentina, 2014).

Beto lleva dos décadas observando las orcas de esta zona. "Durante estos años he pasado más tiempo con estas orcas que con las personas y se han convertido en una especie de familia para mí", afirma en un documental. Él se ponía en la orilla y las miraba. Día a día la curiosidad de las orcas aumentaba y se acercaban más. Después de un tiempo Beto se atrevió a meterse en el agua. "Salpicaban con las aletas y asomaban la cabeza. Pude tocarlas".PUBLICIDADDesde ese primer contacto, lo ha vuelto a repetir innumerables veces. Les ha dado nombres, las llama y se acercan a su kayak cuando rema entre ellas. También toca la armónica "como un regalo para ellas". Crear un vínculo fuerte con ellas ha llevado mucho tiempo. "Sucede igual que con los humanos, pero con ellas el vínculo es más puro, más inocente. No necesitan nada de mí, no necesito nada de ellas".

El Faro de las Orcas une la naturaleza con la ficción: la historia que vivió Beto con las orcas y la de un niño autista, Tristán, que viaja a la Península Valdez con su madre Lola (interpretada por Maribel Verdú) para encontrarse con el guardafauna. Olivares describe la película como "un viaje hacia el reencuentro de una madre con su hijo, y al mismo tiempo, una travesía movilizadora hacia la búsqueda que cada ser humano emprende al nacer".