El Gobierno de Sri Lanka ha destruido 359 colmillos de elefante africano en una ceremonia histórica cuyo objetivo iba más allá de lanzar un mensaje contundente a los contrabandistas de marfil; se trataba también de disculparse por la complicidad ante la caza furtiva de estos animales.

La trituración masiva de 1,5 toneladas de marfil tuvo lugar el martes en una explanada frente a la costa de Colombo. En el acto de tono funerario se guardaron dos minutos de silencio y después de la destrucción de los colmillos, éstos fueron trasladados al horno de una fábrica a las afueras de la ciudad para ser incinerados.

Los colmillos incinerados (algunos pertenecían a crías) fueron incautados en 2012 provenientes de Kenia en su camino a Emiratos Árabes Unidos. Viajaban en decenas de contenedores que decían ir cargados de residuos plásticos.

El director de las Aduanas de Colombo, Udayanga Liyanage, apuntó el propósito oficial: "estamos tratando de mostrar que no hay ningún valor por el marfil de sangre", que es como llaman los activistas a los colmillos obtenidos de manera ilegal sacrificando elefantes, una práctica dolorosa para los animales. "Es horriblemente cruel y los elefantes sufren durante una semana antes de morir", añadió.

Pero el acto solemne, con la presencia de altas figuras del gobierno de la isla, no pretendía sólo llamar la atención sobre una práctica ilegal. Se trataba también de saldar una deuda pendiente con los animales. "Esos elefantes fueron víctimas de la crueldad de ciertas personas. Pero toda la sociedad humana es responsable.Nosotros destrozamos aquellas inocentes vidas para coger esos colmillos.Tenemos que pedirles perdón (a los elefantes)", dijo el sacerdote budista Omalpe Sobitha Thero, que dirigió la ceremonia multiconfesional, citado previamente por National Geographic.

El secretario general de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES), John E. Scanlon, apuntó que la ceremonia de este martes "demuestra la eficacia de las aduanas de Sri Lanka en la detención de este contrabando en tránsito".

El comercio internacional de marfil está prohibido desde 1989 en casi todo el planeta, lo que no quiere decir que el contrabando de este producto de lujo haya desaparecido. Se estima que sólo el 10% del tráfico ilegal es interceptado en las fronteras. Quedan menos de 500.000 elefantes africanos en el mundo, una cifra que cae cada año, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). En 2011, señala CITES, unos 30.000 elefantes africanos fueron asesinados para extraer sus colmillos.

Para la organización IFAW, que protege animales en 40 países, la situación es aún más desoladora. "50.000 elefantes mueren por su marfil cada año, principalmente para satisfacer la demanda de marfil ilegal en Asia, en particular China y Tailandia, así como en los Estados Unidos y Europa y no muestra signos de que disminuya", dijo Kevin Alie, dirigente del Programa de Comercio de Vida Silvestre de IFAW, quien celebró la decisión del gobierno de Sri Lanka con el objetivo de "eliminar de forma permanente la posibilidad de que los colmillos de elefante encuentren su camino de vuelta al mercado negro".

En Sri Lanka el comercio de marfil no es tan habitual ya que los elefantes de la isla apenas tienen colmillos, pero cada año unos 200 ejemplares mueren a manos de campesinos que ven cómo los paquidermos entran en sus tierras durante su migración y búsqueda de alimentos. En la guerra civil que vivió la isla, era habitual que los animales quedasen mutilados al pisar minas terrestres.

Hoy en día existen varios "santuarios" y orfanatos en los que se protegen a elefantes que han sido traficados y explotados previamente. La población actual en la isla del Índico ronda los 6.000 elefantes, casi la mitad que hace un siglo. El elefante asiático está entre los siete animales salvajes que el Departamento de Conservación de Vida Silvestre de la ínsula declaró emblemático y cuya conservación es prioridad para las autoridades.