Desde que el nivel educativo de las mujeres ha aumentado, nos casamos más entre iguales. Puede parecer un avance. O no. Porque ¿no era eso lo que intentaba la aristocracia organizando sus temporadas de bailes en Londres? ¿No hacen eso los matrimonios arreglados indios? Blindar castas.

El hecho de que las mujeres los prefieran igual o más formados que ellas hace aumentar la desigualdad social. Con más universitarias que universitarios, cada vez habrá menos cuentos de cenicientas: el braguetazo en la jerga tabernaria, la hipergamia en lenguaje académico... o el marrying up en un anglicismo sin traducción.

Los ligues entre secretarias y directivos pueden ser tan del pasado como los pitillos en las oficinas de Mad Men. Meetic España confirma la tendencia al menos entre «clases educativas»: «El 55% de las licenciadas buscan un hombre con el mismo nivel de estudios o superior. En el caso de los hombres, el porcentaje desciende al 35%», explica su portavoz, María Capilla.

Así, escalar socialmente por amor será algo de comedia romántica sin reflejo en la realidad. Si acaso, ocurrirá lo contrario: bodas con hombres de menor formación.Lo que los anglosajones conocen como marry down.

El asunto ocupa cada vez más artículos en la prensa internacional pero, en España, muy pocos miran con lupa científica el fenómeno. Sí lo ha hecho Marc Goñi, investigador español en Viena, quien, en el blog Nada es Gratis, habla de los efectos de servicios como Meetic, donde los candidatos podrán elegir a otros parecidos en cuanto a clase social. ¿Estamos de nuevo en la temporada de baile de Londres en el XIX? Goñi ha documentado que las dos temporadas en la que se suspendieron los bailes, por la muerte de la Reina Victoria, aumentaron las parejas con plebeyos.

Volviendo al siglo XXI, ¿pueden los poderes públicos tomar cartas en esta vía que consagra la desigualdad? Según Goñi, «la solución es estudiar cómo hacer efectiva la igualdad de oportunidades». O sea, intentar de manera más eficaz que los niños pobres lleguen a las mejores universidades, algo a lo que ha prestado especial atención Michelle Obama, niña humilde que se casó con otro universitario de centro de élite. Ella es un ejemplo de la nueva aristocracia cognitiva, según la describía The Economist . Porque si los más formados se casan entre ellos, eso significa que las personas sin estudios también.

En EEUU, la sociedad sí parece estar cambiando rápido. En 2010, se alcanzó record de padres que se quedaban en casa a cuidar a sus hijos. En España, esos casos son muy poco habituales, aunque los hay. En la pasada campaña, Susana Díaz, presidenta de Andalucía, desveló que su marido, José María Moniche, «se queda de canguro». Un año más joven que ella, gana menos, su último trabajo es en una librería y no tiene título universitario. Otra política, Soraya Saenz de Santamaría, es ejemplo de la tendencia actual: casarse entre iguales. Su marido,Iván Rosa, es abogado del Estado, como ella. También lo es Ana Botín, casada con otro igual, Guillermo Morenés Mariategui, quien acumula apellidos de abolengo, es golfista y monta fiestas en su casa de Gstaad.

Los sociólogos han puesto nombre a lo que en inglés es fácil: casarse arriba o abajo. En español, hipogamia o marry down -Susana Díaz-, homogamia -Saenz de Santamaría y Ana Botín-, e hipergamia o marry up -Letizia Ortiz-.

El marry down se explica por la formación meteórica de las mujeres en España. Hay un 30% más de menores de 35 años con estudios universitario que en mayores de 55. Los hombres han avanzado menos: un 11%. El fenómeno se da especialmente en Medicina. Las historias de amor entre médicos y enfermeras son cosa del pasado. ¿Se casarán ellas con enfermeros? ¿Habrá más hipogamia? La respuesta aún está en el aire.

Natalia tiene una prima profesora casada con un chico que suele trabajar en bares y por temporadas. Al principio, su familia no vio muy bien que ella fuera la que se hipotecara. «Es que no estamos acostumbrados. Pero ahora están contentos. Es muy buen chaval», cuenta su prima.

Iñaki ha dejado un puesto bueno en una multinacional para acompañar a Teresa, su mujer, hasta Filadelfia, donde ella es un alto cargo. Él cuida a las dos hijas y su mujer, los fines de semana, le deja que se tome «tiempo para él». «Iñaki dice que en la mayoría de los planes que se organizan son todo madres», explica ella.

Pueden parecer líos de consultas de psicólogos, de abogados, o anécdotas de revistas femeninas. O ser una de las causas de la desigualdad económica y, sin embargo, del avance de la igualdad entre géneros. Gary Becker escribió un libro sobre su teoría del matrimonio. Le dieron el Nobel de Economía. Los efectos de cómo y con quién ligamos y la creciente desigualdad económica pueden dar para otro. Libro y premio.