Las malezas resistentes son uno de los principales problemas agronómicos que deben enfrentar los productores. Por eso, ser eficiente en el control de este flagelo es crucial en estos tiempos que corren de baja rentabilidad de los cultivos.
En la actualidad, en la Argentina hay 17 malezas resistentes. Y, en este contexto, 6 expertos en el tema desarrollaron diferentes temáticas con un mismo objetivo: que no se sigan expandiendo. Lo explicaron durante una jornada en el Establecimiento “Los Abuelos”, en Serodino, Santa Fe, organizada por la Red de Conocimientos en Malezas Resistentes (REM), de Aapresid.
En primer lugar, Federico Sánchez, técnico del INTA Manfredi destacó a Clarín Rural que ante el avance de las malezas el mejor camino es la prevención. En consecuencia, crearon hace unos años un protocolo de limpieza de las máquinas, ya que es una de las vías a través de las cuales, con mayor frecuencia, se diseminan las semillas de malezas hacia lotes limpios.
El técnico precisó que una vez que se termina de cosechar algún lote, se debe proceder a la limpieza en general, tratando de que el flujo de aire de la sopladora llegue a todos los órganos de la máquina. “En máquinas convencionales, es importante limpiar la zona de sacapajas, zaranda y zarandón, ya que las semillas de las malezas se encuentran en mayor proporción junto al material que no es grano”, aseguró el especialista.
Una vez que se limpió la máquina, según detalló Sánchez, se debe poner en funcionamiento, para que se expulse el material que haya sido removido durante la limpieza. “Debe realizarse en lotes donde las semillas no pueden germinar. El lugar adecuado es el patio de una casa de campo, para que luego pueda juntarse y destruirse”, aclaró.
Para finalizar la limpieza, el técnico indicó que se debe hacer fluir un fardo por todos los órganos internos de la cosechadora. Esto ayudará a barrer posibles semillas de malezas que puedan haber quedado. “Esto es de costo casi cero y no lleva más de 15 minutos. Sí puede resultar engorroso para el contratista que está apurado, pero el productor puede ayudar”, dijo.
Otro punto importante para controlar este flagelo es el reconocimiento de las malezas, para saber qué aplicar y en qué momento. En ese sentido, Delma Faccini y Luisa Nisensohn, docentes de la cátedra de Malezas de la Universidad Nacional de Rosario, mostraron las características que permiten diferenciar a los principales “yuyos” que afectan no solo a la zona núcleo, sino también a las áreas extrapampeanas.
Entre las gramíneas más importantes, las especialistas identificaron plántulas de Eleusine indica y Eleusine tristachya (pata de ganso). La diferencia radica en que esta última especie en el estado reproductivo presenta espigas más cortas y gruesas.
También reconocieron individuos en estado juvenil de Digitaria insularis (pasto amargo), que a campo se pueden confundir con el sorgo de Alepo, ya que éste presenta rizomas de una mayor longitud y una panoja más erecta. Además, describieron la Echinochloa colona (capín), cuya característica principal es la ausencia de lígula y aurículas y cuyas vainas glabras (peladas) a veces tienen un color púrpura.
Entre las gramíneas tolerantes, las docentes de la UNR remarcaron la presencia de Pappophorum. Y destacaron que el delgado tamaño de hoja y disposición de las mismas dificulta el control químico.
En cuanto a las malezas de hoja ancha, Faccini y Nisensohn enumeraron las disimilitudes entre dos especies que han abarcado gran parte del país: Amaranthus quitensis y palmeri (yuyo colorado). “El estado de plántula de esta última especie es pubescente (con pelos) en tallos y superficie de las hojas. En cambio A. palmeri es totalmente sin pelos”, dijeron.
En este sentido, Pablo Belluccini, técnico del INTA Marcos Juárez, recogió el guante y explicó cómo manejar el Amaranthus quitensis. “La estrategia comprende un primer barbecho químico temprano con mezcla de residuales, luego por septiembre se debería hacer un nuevo barbecho intermedio de manera de llegar a la siembra del cultivo de soja con el lote limpio y poder, así, usar los residuales más adecuados para esta maleza”. Y agregó: “La rotación de modos de acción debe tenerse en cuenta. Además, deben mezclarse diferentes herbicidas”, recordó.
En este sentido, Julián Etchegoyen, referente del Programa Gota Protegida, hizo foco en la calidad de las aplicaciones, “ya que el 70% de la eficiencia de la aplicación en herbicidas está explicado por este tema”, dijo a Clarín Rural.
Entre los aspectos a tener en cuenta hizo hincapié en la calidad de agua, la regulación y mantenimiento del equipo pulverizador y el orden de mezclado de los productos en el tanque. “Hay que abordar las aplicaciones de forma sistémica: es decir, no solo el proceso de aplicación, sino también qué producto aplicar, el momento de aplicación y, luego, cómo es el manejo de envases”, dijo.
Por último, Tomás Baigorria, técnico del INTA Marcos Juarez explicó a Clarín Rural que otra forma de controlar a las malezas resistentes es a través de los cultivos de cobertura. “Es un herbicida con dos modos de acción”, definió.
En esa línea, aseguró que uno de ellos es la competencia por el agua entre los cultivos de cobertura y las malezas. “El agua que se encuentra en los primeros centímetros del suelo es fundamental para la germinación de las malezas, por lo que los cultivos de cobertura la consumen y obstaculizan el crecimiento”, precisó.
El otro modo de acción, posterior al secado, es la interferencia del ingreso de luz. “El cultivo de cobertura sella el suelo y no deja pasar luz. Además, así no se calienta, lo que haría que las malezas germinen más rápido”, concluyó.