Los cambios en cuanto al estilo de vida que han experimentado las sociedades occidentales han incidido de forma más negativa en el problema de no poder tener hijos. En la mujer, la edad es el factor que más influencia tiene sobre su capacidad reproductiva. En 1975 predominaban los nacimientos cuando la edad de la madre estaba comprendida entre los 20 y 29 años. Sin embargo, la situación actual es diferente: hoy en día la edad a la que la mujer engendra su primer hijo ronda los 35 a 39 años. Y hay que tener en cuenta que, a partir de los 30 años, la fertilidad femenina disminuye entre un 3 y un 5% cada año.

Además, otras causas que elevan la incidencia de infertilidad son, tanto para mujeres como para hombres, la “epidemia” del sobrepeso y la obesidad (debida a los malos hábitos alimentarios y al sedentarismo), la mayor proximidad a sustancias tóxicas en el medioambiente o los elevados niveles de estrés en los que nos desenvolvemos a diario.

Pero no todo está perdido. Hay que evitar la desesperación que ya de por sí agrava todavía más el problema de la infertilidad. Existen casos en los que el hombre y la mujer no tendrán más remedio que acudir a un ginecólogo, a un urólogo o a una clínica especializada en reproducción humana para realizar un correcto diagnóstico del problema y poner en marcha el tratamiento más adecuado, pero en otros muchos casos que dispongan aún de “tiempo”, o incluso mientras están sumidos dentro del proceso de diagnóstico, ciertos consejos para modificar su estilo de vida podrían ayudarles a incrementar sus probabilidades de conseguir lo que tanto anhelan.

Cambios en el estilo de vida, equilibrio emocional y mejoras en la relación de pareja son factores que están íntimamente conectados. Si se presta atención a todos ellos, el resultado es el incremento de la capacidad reproductiva.

Prueba a seguir estos consejos:

NORMALIZA EL PESO. El riesgo de infertilidad se duplica con la obesidad acusada, ya que provoca una disminución en el número y movilidad de los espermatozoides en el hombre. En la mujer, tanto el sobrepeso y la obesidad como el bajo peso pueden producir alteraciones hormonales que afectan a los ciclos ovulatorios o incrementan la incidencia de abortos. Apuesta siempre por la dieta mediterránea.

CONTROLA EL ESTRÉS. La respiración abdominal y las técnicas de relajación-meditación, tipo yoga, pueden ayudarte a reducir los niveles de estrés.

UTILIZA MEDIDAS DE PROTECCIÓN (PRESERVATIVOS) PARA EVITAR LAS ENFERMEDADES DE TRANSMISIÓN SEXUAL (ETS), SIEMPRE QUE SEA NECESARIO, ya que este tipo de infecciones pueden afectar a la fertilidad, especialmente de la mujer (obstrucción de la trompas de Falopio). Precisamente las ETS se han incrementado significativamente en los últimos años (debido a la “relajación” de las costumbres).

EVITA EL CONSUMO DE ALCOHOL, TABACO Y DROGAS Y PROTÉGETE DE LA CONTAMINACIÓN ATMOSFÉRICA.

CONTROLA LA EXPOSICIÓN LABORAL A PRODUCTOS O FUENTES TÓXICAS: fertilizantes agrícolas, insecticidas, pinturas, disolventes, metales pesados, plásticos, radiactividad, etc.

NO CONSUMAS PRODUCTOS ANABOLIZANTES PARA INCREMENTAR LA MASA MUSCULAR Y LA RESISTENCIA AL ESFUERZO

REALIZA EJERCICIO AERÓBICO CON REGULARIDAD Y DE FORMA MODERADA. Pero, si eres mujer, ten precaución con el ejercicio excesivo y de competición porque puede alterar los ciclos hormonales.

INCREMENTA EL CONSUMO DE ANTIOXIDANTES Y MICRONUTRIENTES. Precisamente para contrarrestar el estrés oxidativo. Una dieta rica en vitaminas A, C y E es muy importante, ya que, según la Sociedad Americana de Medicina Reproductiva, “el 83% de los hombres infértiles tienen un bajo consumo de frutas y verduras (menos de 5 porciones al día)”. EN LA MUJER,contribuyen a disminuir los niveles de metales pesados y tóxicos que afectan a su función reproductiva. Lácteos, zanahorias, calabaza, albaricoque, hortalizas de color anaranjado-rojizo, verduras de hoja verde, serían fuentes de vitamina A. La vitamina E está presente en el germen de trigo, aceite de oliva virgen y frutos secos. Por su parte la vitamina C es un potente desintoxicante de metales pesados y protege el DNA del daño oxidativo. Naranjas, limones, fresas y otras frutas y verduras son fuentes ricas en vitamina C. 

EN CUANTO A LOS HOMBRES, Se ha demostrado en diferentes estudios que los omega-3 se relacionan positivamente con la morfología de los espermatozoides. Pescados azules (salmón, atún, caballa, etc.), frutos secos (nueces), semillas de lino, chia, sacha inchi, etc. contienen cantidades importantes de DHA. El consumo de DHA en las mujeres se ha relacionado con una menor incidencia de abortos y de partos pretérmino, así como, con un mayor desarrollo cerebral de sus bebés

SELENIO Y ZINC: son dos oligoelementos que actúan como potentes antioxidantes, contribuyendo a incrementar el número de espermatozoides, mejorar su movilidad y en el caso del Zinc, aumentar los niveles de testosterona en el varón. En la mujer actúan en la regulación de sus desequilibrios hormonales y mejoran la calidad-viabilidad de ovocitos y embriones. Cereales, frutos secos (pipas de girasol, almendras, piñones, cacahuetes), lácteos y quesos, huevos, mariscos y pescados, frutas (plátanos, fresas, melocotones, piña, manzana, etc.), champiñones, ajos, brécol, patatas, guisantes, berenjenas, espinacas, legumbres, etc., son fuentes importantes de Selenio y Zinc.

UTILIZA ROPA INTERIOR DE ALGODÓN Y SI ERES HOMBRE TAMBIÉN EVITA PANTALONES AJUSTADOS. La ropa interior de nylon o tejidos sintéticos eleva la temperatura de los testículos y este incremento de temperatura puede alterar la calidad del semen, ya que fisiológicamente los testículos deben mantener una temperatura alrededor de 1 ó 2 grados por debajo de la del resto del cuerpo (34ºC aprox.) para preservar la función de los espermatozoides.

Dr. Vicente Martínez MD, PhD - El Mundo