En un seminario del Ipcva, Marcelo de León, técnico del Inta Manfredi y uno de los exponenetes, informó que "a fines de los 90 había 500.000 hectáreas y el año pasado ya hubo dos millones de hectáreas”.
Las recientes inundaciones en varias zonas de la provincia de Buenos Aires y el desborde del río Salado, justo antes del fin del invierno, ponen en alerta a los productores ganaderos. Muchos debieron mover a la hacienda en busca de los lotes altos, y seguramente estarán implorando que el rebrote de las pasturas llegue con fuerza en esta primavera.
En este contexto, el manejo eficiente de las reservas cobra especial importancia en todos los esquemas, y ese fue justamente el eje del seminario realizado la semana pasada en Bahía Blanca por el Instituto de Promoción de la Carne Vacuna Argentina (Ipcva)..
“Años atrás, el consumo por parte de los animales del forraje producido no superaba el 50 por ciento, y eso se ha ido mejorando de la mano de estrategias como puede ser la suplementación de las pasturas, el uso de forrajes conservados, el incremento de la carga y la planificación forrajera”, remarcó el técnico del INTA Manfredi Marcelo De Leon.
Luego agregó que el uso de maíz y de sorgo para la producción de silaje ha crecido en los últimos quince años en la Argentina a razón de un 15 por ciento anual. “A fines de los 90 había 500.000 hectáreas y el año pasado ya hubo dos millones de hectáreas, con un fuerte crecimiento en zonas marginales”.
Es de la mano de este tipo de herramientas que la ganadería se adapta a las circunstancias. Hoy, según afirmó el asesor privado Sebastián Riffel, se está volviendo a una recría pastoril con terminación de novillos a corral, “porque ese es el esquema más eficiente”.
“En la recría los aspectos clave son tratar de trabajar con cargas que nos permitan cosechar la mayor cantidad de pasto producido, lo cual a veces exige trabajar con cargas variables, suplementando en otoño-invierno, cuando el forraje está más desbalanceado en calidad, para poder luego aprovechar la curva de producción del pasto en primavera que es máxima”, explicó Riffel.
A su turno, el productor y asesor Marcos Giménez Zapiola brindó pautas de bienestar animal, una herramienta de mejora para cualquier esquema. “El principal error es gritar y golpear a la hacienda, y el uso de perros en la zona de trabajo”, dijo.
Y agregó: “El problema del maltrato es que genera una pérdida no facturada. La capacitación del personal es un factor clave. Está muy complicado encontrar gente para trabajar en la ganadería, y creo que los principales responsables somos los productores porque no ofrecemos empleos competitivos. Un buen empleado nunca es caro”, concluyó. (Clarín)