Analistas privados calculan que hoy, si se mide bien (no como el Indec), está en 15% del PBI; para mejorar la infraestructura, debería llegar a 24,4%
Ajuste, devaluación, tarifas, cepo, buitres. Las partes del rompecabezas que debaten los candidatos a presidente para pensar la Argentina de 2016 es una agenda que tiene, a pesar de los matices propositivos, un objetivo compartido: el retorno a la senda del crecimiento luego de años de estancamiento. Por eso, ya se mira con atención la escasez del combustible clave: la inversión. De acuerdo con una investigación del economista Ariel Coremberg, profesor de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y coordinador del Proyecto Arklems (Harvard) sobre productividad, competitividad y crecimiento, este año se prevé que la tasa de inversión en relación con el PBI a precios corrientes sea de 15%. Para alcanzar un crecimiento promedio de 4% a largo plazo, la futura gestión precisará elevar la tasa a 23% anual, en un mercado con distorsiones que afectan la productividad (que significa el uso más eficiente de los recursos).
El ex técnico de Cuentas Nacionales del Indec estimó que el aumento en el esfuerzo de inversión sería de alrededor de 8 puntos porcentuales del PBI, cifra equivalente al déficit financiero que los economistas privados proyectan para fines de este año. Cristina Kirchner dejará un rojo en las cuentas nacionales sólo un punto por debajo del que tuvo el presidente Raúl Alfonsín en 1989.
No obstante, para que esas inversiones sirvan no sólo para volver a crecer, sino también para reducir el déficit de infraestructura que el país reflejó, por ejemplo, en las últimas inundaciones, la tasa de inversión debería rondar el 24,4%, según los cálculos de Coremberg.
De acuerdo con una investigación del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), la inversión privada en infraestructura económica en la Argentina fue entre 2002 y 2012 menor que en los años 80 y 90 (de 0,7% del producto bruto interno). Por otro lado, la inversión extranjera directa (IED) en el país registró una estrepitosa caída el año pasado, según datos de la Cepal. La entidad lo atribuyó a la nacionalización de YPF, aunque los analistas locales creen que la principal razón tiene que ver con el cepo cambiario y la falta de incentivos.
La baja, muy superior al promedio regional, fue de 41%: de US$ 11.301 millones en 2013 a US$ 6612 millones en 2014. Fue el nivel más bajo recibido desde 2009.
La inversión total -pública y privada- como porcentaje del PBI fue de 12% en 2002 y llegó a su pico (20,2%) en 2007, con el fuerte repunte de la economía tras la crisis (el promedio entre 2003 y 2007 fue de 19%). Desde 2011, en sintonía con la instalación del cepo cambiario tras las elecciones que ganó la actual presidenta, la tasa de inversión comenzó a declinar hasta el nivel actual.
Tres economistas del sector privado consultados por LA NACION coincidieron con los números y proyecciones presentados por Coremberg. Afirmaron, además, que el futuro gobierno tendrá que debatir la calidad de la inversión y el aporte del sector público a la productividad del país.
En la última década -hecho que se potenció en los últimos años-, el 40% de la inversión es en equipos, bienes durables y material de transporte. El otro 60% es construcción. "De la construcción, el 50% son viviendas, por lo que un boom inmobiliario no corre las fronteras de la potencialidad de producción del país", estimó Coremberg. "La calidad de la inversión hay que discutirla en los ciclos positivos. Desde 2012 estamos en franca recesión y los inversores no están dispuestos a hundir costos en inversión de mediano y largo plazo", sentenció el académico.
"Estamos muy lejos del mejor año de inversión", coincidió Lorenzo Sigaut Gravina, economista jefe de Ecolatina. "Y la inversión en equipo durable, que es la reproductiva, viene cayendo", agregó. "Por otro lado, si se es muy productivo no es necesario invertir tanto capital. Pero en la actualidad los cambios de reglas de juego, el cepo y otras trabas vuelven poco fluidos los procesos. A eso se suma la mala infraestructura. Por eso hay una productividad en retroceso", completó.
Para Orlando Ferreres, la tasa de inversión a precios corrientes está hoy en un 15,8% del PBI. "Si sólo se invirtiera el 15%, nada más se estaría reponiendo el capital que se amortizó", explicó Fausto Spotorno, economista jefe de esa consultora. "Pero la productividad viene en caída por las trabas burocráticas e impositivas que hay en la economía, como las restricciones para importar, los ROE de todos los colores para el campo y el cepo cambiario", afirmó.
"A esto se suma que la calidad de la inversión podría estar dañando aun más la productividad. Un ejemplo de esto es la inversión en generación energética propia por parte de empresas industriales, que tienen que invertir en esas cosas para no perder días de trabajo. Eso es un uso menos eficiente de los recursos disponibles", ejemplificó el economista.
En la actualidad, estiman en la consultora Labour, Capital & Growth (LCG), el gasto consolidado del sector público (Nación, provincias y municipios) representa el 45% del PBI. "Un aspecto clave para la tasa de crecimiento futura de la economía es la productividad del sector público. Si hay un Estado que representa casi la mitad de la economía, y asumiendo, siendo generosos, que su productividad no crece, esto funciona como un lastre para el sector privado, que debe duplicar el crecimiento de su productividad para compensar al sector público", explicó Gastón Rossi, director de LCG.
Rossi coincidió con sus colegas. "Se le pide al sector privado mayor esfuerzo, pero se lo somete a una elevadísima carga tributaria, se complica su acceso a insumos y bienes de capital del exterior, se lo castiga con incertidumbre cambiaria y alta inflación, la infraestructura productiva es deficiente y no hay certidumbre en la provisión energética", indicó, y agregó: "La economía se expandió con exceso de dólares. Con el cepo, en el segundo período de Cristina el crecimiento fue nulo". (La Nación)