El texto consta de 84 páginas en su versión original en italiano y lleva la firma de Francisco, pero en realidad la autoría del mismo corresponde más a Benedicto XVI.
La fe no es sólo atañe a la vida interior de los cristianos. La fe ilumina también las relaciones entre los hombres. "La fe está al servicio concreto de la justicia, del derecho y de la paz (...). La fe es un bien para todos, es un bien común".
La fe "nos enseña a individuar formas justas de gobierno, reconociendo que la autoridad viene de Dios para ponerse al servicio del bien". La fe "nos hace respetar en mayor grado la naturaleza" al reconocer en ella "la gramática de Dios". "La fe nos ayuda a encontrar modelos de desarrollo que no se basen sólo en la utilidad y en el beneficio".
En definitiva: "Si quitamos la fe en Dios de nuestra ciudades, se debilitará la confianza entre nosotros, estaremos unidos sólo por miedo y la estabilidad estaría amenazada".
Esas son algunas de las reflexiones que se leen en "Lumen Fidei" (La luz de la fe), la primera encíclica de Francisco. El texto consta de 84 páginas en su versión original en italiano y lleva la firma de Francisco, pero en realidad la autoría del mismo corresponde más a Benedicto XVI.
El propio Bergoglio lo admite en el prólogo, reconociendo que su antecesor "casi había completado" el primer borrador de la encíclica sobre la fe. "Le estoy profundamente agradecido y, en la fraternidad de Cristo, asumo su precioso trabajo, añadiendo al texto algunas contribuciones ulteriores".
La mano de Benedicto XVI se nota de manera fuerte, sobre todo por los esfuerzos por demostrar la relación entre fe y verdad, entre fe y razón, una cuestión que siempre ha marcado el pensamiento teológico de Ratizinger y que ahora Francisco suscribe.
"En la época moderna se ha pensado que la luz de la fe podía servir para las sociedades antiguas, pero no para los tiempos nuevos, para el hombre culto, orgullosos de su razón", se dice en Lumen Fidei, donde se reconoce que "la fe ha terminado por ser asociada a la oscuridad".
La fe como luz
Sin embargo en la primera carta que Francisco dirige a los obispos,los presbíteros, los diáconos, las personas consagradas y a todos los fieles laicos (y que se conoce con el nombre de encíclica) se destaca que "cuando falta la luz, todo se hace confuso, es imposible distinguir el bien del mal".
"Quien cree, ve", sentencia el Papa, subrayando al mismo tiempo que la fe no es "un asunto privado" y reivindicando su importancia en el bien común.
En ese sentido, la primera encíclica del pontificado de Francisco analiza también los ámbitos iluminados por la fe, en especial la familia fundada en el matrimonio, entendido como la unión estable entre un hombre y una mujer.
Una unión que nace "del amor, signo y presencia de Dios, del reconocimiento y de la aceptación de la bondad de las diferencias sexuales, por las cuales los cónyuges pueden unirse en una sola carne y son capaces de generar una nueva vida".
"Lumen Fidei" también destaca cómo una sociedad fundada exclusivamente sobre la igualdad entre los hombres no funciona si no se ve iluminada por la fe. "En la 'modernidad' se ha tratado de construir la fraternidad universal entre los hombres, basándola en su igualdad. Pero poco a poco hemos comprendido que esta fraternidad, privada de la referencia a un Padre común que sea su fundamento último, no logra sostenerse".