Anoche, el ejército anunció la destitución del presidente islamista, suspendió la Constitución y prometió elecciones anticipadas, pero sin especificar una fecha; líderes políticos y religiosos respaldaron la medida; júbilo opositor en Tahrir.
Apenas un año después de haber asumido el poder, el islamista Mohammed Morsi, el primer presidente democráticamente elegido del país, fue derrocado ayer por las poderosas fuerzas armadas de Egipto, que suspendieron la Constitución y anunciaron una "hoja de ruta" para la formación de un nuevo gobierno.
Pese a que Morsi, de los Hermanos Musulmanes, denunció la maniobra como un "golpe de Estado que es rechazado por todos los hombres libres del país", cientos de miles de personas reunidas en la emblemática plaza Tahrir, en El Cairo, explotaron de alegría al escuchar el anuncio, que fue seguido por un estruendo de fuegos artificiales.
La destitución de Morsi recordó la caída, en febrero de 2011, del gobierno de Hosni Mubarak, entonces símbolo de los regímenes autoritarios en un mundo árabe en el que Egipto es el protagonista de mayor poder político, diplomático y económico.
El derrocamiento, que podría disparar ahora una "segunda primavera árabe", fue anunciado anoche por el jefe del ejército y ministro de Defensa, el general Abdel Fatah al Sisi, poco después de que expirase el ultimátum de 48 horas que le habían dado los militares al presidente para que resolviese la crisis política que atraviesa Egipto.
En un discurso televisado, Sisi dijo que Morsi, que anoche se encontraba bajo arresto domiciliario, no había logrado "cumplir con las demandas del pueblo" y en su reemplazo nombró presidente interino al titular del Tribunal Supremo Constitucional, Adly Mansur, que deberá convocar y supervisar las próximas elecciones presidenciales anticipadas del país más poblado de la región.
Flanqueado por líderes opositores y religiosos y la plana mayor de las fuerzas armadas, Sisi aseguró que Mansur -que jurará hoy en el cargo- tendrá todo el poder para hacer declaraciones constitucionales y para designar a un jefe de gobierno con prerrogativas.
Además, adelantó la formación de un comité de expertos para enmendar la polémica Constitución aprobada en diciembre pasado, que considera a la ley musulmana como principal fuente de legislación. "Las fuerzas armadas enfrentarán de manera contundente cualquier brote de violencia", advirtió por último.
La "hoja de ruta" del ejército, que siempre jugó un papel clave en la política egipcia y que fue el sostén del régimen de Mubarak durante 30 años, contó con el respaldo del líder opositor el premio Nobel de la Paz Mohammed el-Baradei, así como del gran imán de la institución islámica Al Azhar, Ahmed al Tayeb, y el jefe de la iglesia copta, Teodoro II.
La iniciativa de los militares también sumó el respaldo del movimiento popular opositor Tamarod, uno de los principales actores detrás de las protestas contra Morsi. Alentadas por el desencanto con el gobierno, por el miedo a una "islamización" y por el deterioro económico, las marchas se avivaron en los últimos cuatro días y, según varios medios, superaron en número incluso a las de la primavera árabe, en 2011.
Pese a prometer que no se excluirá "a nadie ni a ningún movimiento'' de las próximas medidas, Sisi no definió cuánto durará el período de transición ni cuándo se celebrarán las elecciones presidenciales.
La amenaza de intervención militar que había lanzado el ejército el lunes pasado comenzó a materializarse en la tarde de ayer, cuando poco después de que venciera el ultimátum varios militares ocuparon la televisión estatal, donde interrumpieron las emisiones en directo.
Paralelamente, el ejército colocó alambres y barreras alrededor del cuartel de la Guardia Revolucionaria y desplegó tanques en las inmediaciones de la plaza Tahrir.
Allí, la tensión y el nerviosismo se hicieron insostenibles. Pero, tras el anuncio de Sisi, un mar de banderas comenzó a ondear en la mítica plaza, al grito de "¡Se terminó!" y "¡El ejército y el pueblo van de la mano!".
Los partidarios de Morsi, en tanto, concentrados en otros barrios de El Cairo, acusaron a los militares de golpistas. Y anoche se registraron estallidos de violencia en varias ciudades del país entre sus seguidores y las fuerzas armadas, que dejaron al menos cinco muertos. El titular y el número dos de los Hermanos Musulmanes, la organización islamista a la que pertenece el destituido presidente, en tanto, fueron arrestados.
Desde Washington, el presidente Barack Obama, por su parte, expresó su "profunda preocupación" por la destitución de Morsi e instó al "rápido retorno de un gobierno civil".