Pablo Zabaleta se apretó contra la raya, sobre el andarivel derecho de la defensa argentina, después que el inoxidable Javier Zanetti dejara ese espacio, y nunca más lo abandonó, ni antes con Alejandro Sabella como técnico ni ahora con Gerardo Martino, a cuyo mando iniciará este sábado formalmente un nuevo proyecto en el que ya "no hay espacio para los errores, porque llegó la hora de la verdad".
"Ahora llegó el momento de la verdad y ya no podemos cometer errores. Es que estamos ante una gran oportunidad de hacer historia y no la podemos dejar pasar", enunció Zabaleta en una extensa entrevista exclusiva con Télam desarrollada en el hotel Serena Suites, concentración del seleccionado argentino en La Serena, donde vela armas con vistas al debut de mañana ante Paraguay por el grupo B de la Copa América.
"Cuando llegó Martino se empezó a trabajar sobre una idea de juego diferente a la de Sabella y se hizo hincapié en ella durante los amistosos previos a viajar a Chile. A veces la desarrollamos bien y otras no tanto", admitió el arrecifeño ex San Lorenzo, de 30 años.
Medular a la hora de profundizar el análisis futbolístico, propio de la seriedad que lo caracteriza, Zabaleta destacó que en este nuevo proceso "hubo fases del juego muy buenas en varios partidos, pero es necesario que estas se extiendan a los 90 minutos de partido".
"Para eso, claro, también es necesario estar bien de la cabeza, algo muy importante para el jugador. Es que cuando mejor estás mentalmente, más rendís. Y como por suerte acá todos lo estamos, nos permitimos soñar con el título", anunció.
"Porque atención que también hay que estar preparado para cuando las cosas salen mal. Nosotros jugamos en un fútbol de máxima exigencia y cuando no se está bien hay que trabajar fuerte para revertir esa situación. De hecho acá, de los 23 que integramos la selección, hay algunos que tuvieron una temporada bárbara, otros muy buenas, otros simplemente buenas y algunos regulares. Eso está dentro de la lógica y por eso, cuanto mejor esté el grupo, más chances hay de ilusionarnos con esta Copa", argumentó.
La transición entre el para muchos frustrante subcampeonato del mundo en Brasil que se llevó puesto a Sabella, por decisión propia del entrenador, y este comienzo oficial de la era Martino, sirvió para tamizar aquel dolor con las expectativas puestas en un nuevo proyecto.
"La desazón de perder la final de un Mundial es una de las cosas más difíciles de digerir. Por eso en aquel momento fue muy importante el apoyo de la familia, tenerla cerca. Después de aquel partido con Alemania estuve cinco días en Argentina, con mi gente, y eso ayudó a mitigar el dolor", confió.
"Después volví al Manchester City y empecé a poner la cabeza en la Premier League. Eso me permitió cambiar el chip y entender definitivamente que el fútbol son momentos. Eso, más o menos nos pasó a todos los que hoy estamos aquí, y ahora tenemos las ganas de volver a hacer las cosas bien", advirtió.
A Zabaleta se le nota la sinceridad en la mirada, por lo que es auténtico su dolor. Visto de cerca, esa impresión se afirma en quien lo entrevista. Lo mismo ocurre cuando ahora afirma sentirse "feliz" por haberse reencontrado "con este montón de chicos" con los que vienen "jugando desde hace años. Y otra vez con la posibilidad de hacer historia".
Claro que no solamente por eso está contento Zabaleta, sino porque también su vida marcha sobre rieles en el plano personal, ya que fue padre por primera vez hace dos meses y está embelesado con el pequeño Assier, un nombre tan vasco como su esposa, Christel Castaño.
"Así que hay un bailarín en España que se llama Assier Zabaleta. Mirá vos, no lo sabía", confiesa ante el dato que le aporta Télam. "Ya sé, me vas a preguntar si me gustaría que mi hijo también lo fuera. Pues nooo, de ninguna manera. Para bailar ya estoy yo, cuando me agarra algún extremo habilidoso, Con uno en la familia basta y sobra", exclamó, abandonando su seriedad justo en el final de la charla.