Si el lector imagina que el título se refiere a que hoy la información permite conocer que ocurre en cada recóndito lugar del mundo con las producciones agrícolas, la tecnología ayuda a tomar coberturas en mercados internacionales y de no existir restricciones en los movimientos de divisas un productor podría mediante una simple conexión a internet operar el CME (Chicago Mercantil Exchange), tal como lo hacíamos años anteriores, que las ofertas y demandas son globales pese a restricciones, y todo afecta a la formación de los precios, solo tiene razón en parte.

Lo importante de este fenómeno de globalización tiene que ver que tanto los beneficios de una actividad, como los perjuicios de la misma termina afectando a toda la comunidad. Hoy la economía socializa también los quebrantos cuando las crisis son sectoriales, lamentablemente estamos en un año de vacas flacas, no solo para el productor, toda la población sufre las consecuencias.

Los precios de la soja llegaron a los mínimos en Dólares de Octubre del año pasado en Estados Unidos, época de plena cosecha en el hemisferio norte.

La rápida implantación de los cultivos, las buenas condiciones del tiempo para el desarrollo de la cosecha no hacen otra cosa que seguir presionando a la baja las cotizaciones.

Con este escenario los fondos especulativos, aquellos que fueron criticados en época de escasez por sus compras de generar inflación en los alimentos, hoy venden atentando contra la rentabilidad de los productores. Se han transformado en un actor que tiene una fuerte influencia sobre el precio de los productos primarios, no solo los granos, el oro, el petróleo, los minerales y hasta el jugo de naranja como en la vieja película de “Mendigo a Millonario” puede ser objeto de sus transacciones, ellos apuestan a ganar dinero con los movimientos de los precios, mientras tanto los productores se transforman en espectadores de lujo esperando que una reacción inesperada del mercado, una corrida, un cataclismo o una súbita reacción de la demanda tenga la suficiente fuerza de revertir la tendencia porque a estos valores los números no cierran, tampoco para el maíz en Estados Unidos, llevando a una siembra record de soja en superficie en Norteamérica.

La situación interna se agrava más aún debido al conflicto que mantiene el gremio de los aceiteros con las fábricas que han paralizado las operaciones de soja y subproductos, aceite y harinas. Tampoco ingresan divisas por exportaciones comenzando a preocuparse el gobierno por la escasa liquidación de divisas por parte de los exportadores.

Como los conflictos no son eternos, cuando se solucione los productores estarán obligados a vender su mercadería para cancelar sus compromisos, incrementando la cantidad ofrecida y potencialmente esto puede provocar bajas adicionales.
               
El fenómeno es nuevo en Argentina, no habíamos tenido paros de esta magnitud desde el conflicto del campo, la medida la importamos de Brasil donde los trabajadores portuarios aprovechan la época de mayor actividad para hacer sus reclamos, con la diferencia que en nuestro país el Gobierno haciendo de arbitro intenta poner límites a los reclamos de los trabajadores., y hoy la negociación sigue trabada.
               
No estoy en condiciones de emitir una opinión si estos son justos o injustos, pero si podemos empezar a ver que las consecuencias que traerá esta inusual huelga son gran dimensión, ya que todos advierten que ante la imposibilidad de comercialización lo primero que se resiente es la cadena de pagos, comenzando por el no pago cuentas a proveedores, tampoco paga los créditos bancarios, existe la posibilidad que se comiencen a rechazar cheques. Estos incumplimientos no deseados dificultan la renovación de créditos bancarios y atentan directamente contra el capital de trabajo del productor, se resiente la actividad económica, se atrasan los arrendamientos de los campos, se compra menos, se gasta menos, provoca una recesión no deseada por ninguno de los factores económicos.

Sería bueno encontrar una solución al conflicto ya que esto trae aparejado efecto no deseados en toda la economía, la crisis del sector en nuestra zona se siente en mayor medida ya que gran parte del consumo proviene del sector agropecuario.

Esta nueva experiencia pone en escena un nuevo actor en el escenario de los riesgos, aparece el riesgo de comercialización en donde en un mercado que debería ser transparente y de competencia perfecta no se puede comercializar los productos necesarios para cumplir con las obligaciones asumidas. Antes solo lo padecía en trigo cuando no se otorgaban ROEs y la molinería tenia cubierta su necesidad de molienda.

La experiencia nos indica que en época de crisis aparecen nuevas oportunidades, en el mediano plazo siempre se crece, se agudiza el ingenio, aparecen nuevas herramientas, y esta no será la excepción a la regla. Tomemos esta coyuntura como un caro aprendizaje y trabajemos en planificación tranqueras adentro para minimizar los riesgos y consecuencias no deseadas, y que esta pelea antagónica entre diferentes sectores de la sociedad desaparezca, porque tanto beneficios como quebrantos en el largo plazo se comparten.
                                                                             
Por Juan Vasquetto