Durante el Angelus, dirigió un mensaje especial a la juventud.
Mientras seguía dando que hablar su "faltazo" a un concierto, Francisco apareció ayer con el carisma de siempre en la cita del Angelus, en la que llamó a los jóvenes a ir "contra la corriente", y dijo presente en un encuentro con 250 chicos que llegaron en un tren especial al Vaticano.
"A los jóvenes les digo: ¡no tengan miedo de ir contra la corriente! Cuando nos quieren robar la esperanza, cuando nos proponen valores averiados, como la comida en mal estado, cuando la comida está en mal estado nos hace mal, estos valores nos hacen mal", clamó el Papa desde la ventana del tercer piso del Palacio Apostólico, durante la oración mariana del Angelus.
"Ustedes, jóvenes, sean los primeros: ¡vayan contra la corriente y tengan el orgullo de ir justamente contra la corriente! ¡Adelante! ¡Sean valientes y vayan contra la corriente y estén orgullosos de hacerlo!", insistió.
Antes, al comentar el Evangelio, habló de los miles de mártires de la historia de la Iglesia. Puntualizó entonces que también existe "el martirio cotidiano, que no comporta la muerte, pero que también es un perder la vida por Cristo, cumpliendo el propio deber con amor, según la lógica de Jesús".
"Pensemos: cuántos papás y mamás cada día ponen en práctica su fe ofreciendo concretamente su propia vida por el bien de la familia; cuántos sacerdotes, frailes, monjas desarrollan con generosidad su servicio por el reino de Dios; cuántos jóvenes renuncian a sus intereses para dedicarse a los chicos, a los discapacitados, a los ancianos... También éstos son mártires! ¡Mártires de la cotidianeidad!", agregó.
Después del Angelus, el Papa saludó a unos 250 chicos de entre 6 y 10 años con problemas de adaptación y psíquicos, en el marco de una iniciativa del Pontificio Consejo de la Cultura, que los hizo llegar en tren al Vaticano. Francisco charló con los niños unos 20 minutos, en un clima de gran calidez e informalidad.