Se sabe que una de las principales causas de ACV es la fibrilación auricular, una arritmia cardíaca difícil de detectar. Pero una revisión de estudios que acaba de publicar The Lancet Neurology, la revista científica más prestigiosa en el ámbito de la neurología, no sólo lo confirma, sino que muestra que cuatro de cada 10 personas que sufren un ataque cerebral tienen este trastorno.
"Si todo funciona con normalidad, la aurícula izquierda, una de las cuatro cavidades del corazón, se contrae rítmicamente y envía sangre oxigenada en los pulmones hacia el ventrículo izquierdo, que luego la distribuye a todos los órganos a través de las arterias -explica Luciano Sposato, investigador argentino que trabaja en el London Health Sciences Centre, de la Universidad de Western Ontario, en Canadá, y primer autor del trabajo-. Pero en la fibrilación, la aurícula izquierda late en forma caótica e irregular. Eso hace que la sangre tienda a permanecer más tiempo en el lugar y favorece la producción de coágulos. En latidos subsiguientes, ese coágulo puede salir expulsado a través de la aorta y el destino más frecuente es una arteria cerebral, que termina ocluyéndose y, como consecuencia, la región cerebral que dependía de la sangre y el oxígeno provisto por esa arteria termina sufriendo un infarto similar al que se produce en el corazón cuando se tapa una arteria coronaria. Ese infarto cerebral es el ACV."
La investigación, que, según cuenta Sposato, se le ocurrió durante el trayecto en tren al hospital, se basó en el análisis de 50 estudios, elegidos entre casi 29.000 referencias bibliográficas, e incluyó a alrededor de 12.000 pacientes de cuatro continentes.
El resultado respalda el uso secuencial de más de un método de monitoreo cardíaco para detectar la fibrilación auricular luego de un ACV, ya que un simple electrocardiograma y el control hospitalario no suelen ser suficientes. Por ejemplo, con un electrocardiograma hecho en la guardia, seguido por un monitoreo durante la internación, un Holter luego del alta y finalmente el uso de dispositivos que monitorean los latidos cardíacos entre 30 días y un año, fue posible detectar la fibrilación auricular en casi el 24% de los pacientes.
Según destaca el trabajo, el problema de la fibrilación auricular es que en personas con ACV no suele producir los síntomas típicos, como palpitaciones, falta de aire, cansancio o desvanecimiento. Por otro lado, son episodios tan cortos -a veces duran menos de 30 segundos- que resultan indetectables si el paciente no está siendo monitoreado exactamente en ese momento.
"El inconveniente es que en la mayoría de los casos de ACV la duración de la fibrilación auricular es tan breve que se necesita mucha suerte para poder detectarla con un ECG -agrega la neuróloga y coautora del trabajo Patricia Riccio-. Lo que caracteriza a la fibrilación auricular es precisamente la irregularidad del pulso: el tiempo que transcurre entre un latido y otro varía constantemente (en fracciones de segundo), algo que puede ser percibido con relativa facilidad apoyando los dedos índice y medio sobre la muñeca. Otra característica de la arritmia es que por lo general aumenta la frecuencia cardíaca; esto significa que el pulso, además de ser irregular, es más rápido de lo usual."
En el mundo, 33 millones de personas sufren fibrilación auricular. "En Canadá, que tiene una población similar a la Argentina, unos 400.000 individuos viven con arritmia -detalla Sposato-. Es un problema que se hace más frecuente con la edad, con un riesgo más significativo a partir de los 65 años. Y si bien se da más en varones, una mujer con fibrilación auricular tiene mayor riesgo de tener un ACV que un hombre con la misma arritmia."
Las chances de tener una fibrilación auricular pueden reducirse controlando factores de riesgo como la hipertensión arterial. También puede prevenirse una de sus complicaciones más temibles, que es padecer un ACV. Puede hacerse "mejorando los mecanismos de detección temprana y luego implementando el tratamiento adecuado", subraya Gustavo Saposnik, otro de los autores del estudio y director del Centro de Investigación en Stroke del Hospital St. Michael's, de la Universidad de Toronto.
También para Carlos Mangone, profesor adjunto de Neurología de la UBA y jefe del servicio de Neurología del hospital Santojanni, que no participó del trabajo, la fibrilación auricular es uno de los aspectos más importantes asociados con el ataque cerebral: "Es una de las cosas que más estudiamos", dice.
Según la doctora Cristina Zurru, jefa de la Sección Cerebrovascular del Hospital Italiano, que tampoco participó en el trabajo: "Hay muchas investigaciones tendientes a ver cómo pesquisar la fibrilación auricular, especialmente en los casos de stroke sin causa clara. Es un tema candente. Lo importante es saber que uno tiene que hacer estudios muy prolongados para detectarla".
De todo esto, subraya Sposato, surge que inmediatamente después del ACV es necesario usar más de un método de monitoreo cardíaco y durante períodos extensos. "Todo paciente con ACV debería aprender a tomarse el pulso e ir inmediatamente a una guardia para comprobar con un electrocardiograma si la irregularidad es por fibrilación auricular -concluye-. Hasta que la ciencia brinde más información sobre su origen, todo paciente con ACV en el que se detecta una fibrilación auricular, además de ser atendido por un neurólogo, debe tener seguimiento con un cardiólogo y tomar anticoagulantes orales para prevenir un nuevo episodio."
CUÁNDO HAY QUE CONSULTAR
Síntomas del ACV
Debilidad en una parte del cuerpo, confusión, problemas para hablar, un dolor que "parte" la cabeza, vértigo, pérdida del equilibrio o falta de coordinación
Fibrilación auricular
Es la arritmia más frecuente en la práctica clínica. Se caracteriza por un ritmo cardíaco rápido e irregular