Fuentes judiciales revelaron que el portero, Jorge Mangeri, único imputado por el homicidio de la joven de 16 años, se lo manifestó a la fiscal María Paula Asaro.
El portero, señalado como responsable del crimen de Ángeles Rawson pidió en la madrugada del sábado volver a declarar ante la fiscal María Paula Asaro para dar –según reveló la agencia DyN– un testimonio estremecedor: "Mi esposa no tiene nada que ver, no la involucren a ella en esto... fui yo".
De acuerdo a la información suministrada por las mismas fuentes judiciales, tras esa declaración, la fiscal interrogó a Mangeri sobre qué significaba su expresión, y el portero explicó que hablaba de la muerte de Ángeles pero aseguró que lo que sucedió "fue un accidente".
En ese momento, un secretario de la fiscalía interrumpió a Mangeri porque, ante la virtual autoincriminación, como estaba prestando declaración como testigo y bajo juramento de decir verdad, si continuaba hablando todo podría haber sido determinado nulo.
Otro dato revelador que se dio a conocer es que, si bien Mangeri se negó a declarar ante el juez de instrucción Roberto Ponce, en un momento en que ya estaba detenido y se quedó a solas con policías que lo estaban custodiando habría deslizado que golpeó a Ángeles porque ésta lo habría llamado "negro de mierda", aunque no trascendió en qué contexto, ni por qué razón.
El testimonio de la mucama
La hipótesis sobre la responsabilidad del portero comenzó a consolidarse en la noche del viernes cuando declaró también como testigo una mucama de la familia de Ángeles, de nombre Dominga.
La mujer aseguró que el día en que desapareció Ángeles trabajó en la casa de la adolescente entre las 9 y las 13, y en ese lapso la joven no regresó a la vivienda, en la que estaba durmiendo en una de sus habitaciones uno de los hijos de la "familia ensamblada".
Sin embargo, las filmaciones de cámaras de seguridad la mostraron regresando al edificio, y no hay registros de que haya vuelto a salir por sus propios medios.
Lesiones sospechosas
Una serie de rasguños que Mangeri mostró en su cuerpo, en la zona abdominal y en la espalda, también despertaron sospechas de los investigadores.
Mientras denunciaba que había sido torturado por policías en dos episodios previos a su detención, el portero levantó su buzo y exhibió lesiones compatibles con quemaduras pero también "arañazos", similares a los que, cuando se quitó la prenda, tenía en la espalda.
La fiscal ordenó un examen forense, que se terminó de completar bien entrada la madrugada, cuando llegó un especialista al que fueron a buscar para convocarlo cuando estaba en medio de una celebración familiar; el forense estimó que las lesiones tenían una antigüedad de entre tres y cinco días.