Es un trastorno poco frecuente caracterizado por la liberación de grandes cantidades de la hormona del estrés.
La enfermedad de Cushing integra el grupo de alrededor de 7000 trastornos considerados "poco frecuentes": la padecen 5,5 personas cada 100.000. Los médicos conocen sus manifestaciones y el desorden que la causa, pero como suele ocurrir con este tipo de patologías, las estrategias para controlarla son sólo parcialmente efectivas o tienen considerables efectos adversos.
Ahora, un trabajo firmado en Nature Medicine por el biólogo molecular argentino Marcelo Páez-Pereda y colegas del Instituto Max Planck de Psiquiatría, en Munich, abre una posibilidad alentadora para el tratamiento de este mal que causa rápido aumento de peso, hipertensión, debilidad muscular, osteoporosis, infecciones e incluso disfunción cognitiva y depresión.
"Mostramos en modelos animales y células humanas que una sustancia del cardo, la silibinina, con un excelente perfil de seguridad, podría ayudar a curar la enfermedad", dice Páez-Pereda, formado en la Universidad de Buenos Aires, pero que desde hace 20 años trabaja en Alemania.
La enfermedad de Cushing es causada por un tumor en la hipófisis que segrega grandes cantidades de la hormona adrenocorticotropina (ACTH), que a su vez genera la liberación de altos niveles de cortisol (la "hormona del estrés") por parte de las glándulas suprarrenales. Con el tiempo, el cortisol se va acumulando y provoca los signos físicos, emocionales y cognitivos vinculados con la enfermedad.
Como parte del grupo de Günter Stalla, neuroendocrinólogo del mismo instituto, el investigador argentino estudió esta sustancia obtenida del polvo de las semillas del cardo que ya se usaba para tratar problemas hepáticos y envenenamiento por hongos.
En 2013, los científicos del Instituto Max Planck patentaron una amplia familia de compuestos naturales, que incluyó la silibinina, para tratar tumores de hipófisis.
"La conocíamos, pero no sabíamos cómo actuaba -cuenta Páez-Pereda desde Munich-. Una posibilidad era que se uniera a las «chaperonas», las proteínas que ayudan a otras proteínas a plegarse correctamente. Cuando la aplicamos a modelos de ratón y a células tumorales humanas, vimos que podíamos revertir la enfermedad. En ratones, redujo el tamaño de los tumores en dos terceras partes."
Después del tratamiento con silibinina, las células tumorales retomaban la producción normal de ACTH, el crecimiento del tumor se frenaba y en ratones pudieron ver cómo desaparecían los síntomas de la enfermedad.
Comparados con los humanos, la enfermedad de Cushing es muy común en diversas mascotas. Por ejemplo, el 4% de los perros e incluso el 7% de los caballos la padecen.
Los científicos ahora esperan poder probar formulaciones especiales de lenta liberación en pruebas clínicas en seres humanos.
"Hace poco aprobaron la primera droga para tratar este mal -cuenta Páez-Pereda-, pero tiene poca eficacia y efectos adversos. Nosotros estamos preparando el primer estudio clínico, que abarcará a 50 pacientes. Por su baja incidencia es difícil reunir este número de personas, por lo que tendremos que juntarnos con otros centros. Pero el trabajo «pinta» bien; en la mayoría de los casos los nuevos tratamientos fallan porque son mal tolerados, pero afortunadamente la silibinina ya está muy probada."