Pekín refuerza la censura a los internautas que intentan eludir los estrictos sistemas de control del gobierno.
Las jóvenes Cheng Hong y Yang Xiao residen en el mismo país, China, pero cuando se conectan a Internet viven realidades muy distintas. Cheng navega dentro de los límites permitidos por la denominada "Cibermuralla", el estricto sistema de control gubernamental; Yang busca la manera de saltearla.
La primera tarda unos diez minutos en ponerse al día de las notificaciones en su celular, unos 40 en promedio cada mañana entre correos electrónicos, comentarios en las redes sociales y ofertas de tiendas virtuales. La segunda, en cambio, se desespera por no poder hacer lo mismo hasta que llegue a la oficina, donde con la ayuda del VPN -un servicio de pago que ofrece conexiones a servidores de otros países- conseguirá acceder a todas aquellas páginas web y aplicaciones que Pekín bloquea a sus ciudadanos.
La gran mayoría de los 649 millones de internautas chinos forman parte del primer grupo, como Cheng. China ya es el país con más usuarios de Internet del mundo, y un 85% se conectan a través de dispositivos móviles, según datos del Centro de Información de Redes e Internet de China (Cnnic). En menos de una década, la sociedad china mutó hacia un entorno más digital, y tanto jóvenes como mayores abrazan las redes sociales, que ya gozan de una influencia enorme en la vida cotidiana de los chinos.
Cheng justifica su adicción al teléfono en que gran parte de su trabajo (como agente comercial de una agencia de viajes) lo hace a través de las redes. "Necesito estar permanentemente conectada con los clientes porque necesitan información de primera mano", explica la joven, que cuenta con más de 500 contactos en su perfil de WeChat, el principal servicio de mensajería instantánea en China.
El responsable de una de las oficinas de la compañía, Sun Tao, dice que las nuevas tecnologías favorecieron enormemente el negocio. "Más del 90% de las ventas ya las hacemos a través de Internet, y WeChat, junto a nuestra propia aplicación, es el principal canal de promoción y comunicación que tenemos", señala.
Yang vive un poco más apartada de esta realidad. Estudió en Estados Unidos y ahora trabaja en una ONG en Pekín que lucha contra la contaminación del aire y del agua. En su caso, las redes sociales son igualmente necesarias, no sólo para dar a conocer sus proyectos, sino también para contactar con expertos en el extranjero. En ese sentido, el "Gran Cortafuegos" chino, el sofisticado sistema de censura y control de la red del gobierno, es uno de sus mayores dolores de cabeza, como lo es para la comunidad extranjera en China, los investigadores o los académicos.
Desde principio de año el gobierno chino hizo aún más difícil el acceso a sitios web prohibidos al intensificar los ataques contra los VPN. Además, la Oficina Estatal de Información e Internet -encargada de sostener este sistema de bloqueo- censura resultados en los buscadores y elimina comentarios en las redes sociales. Según datos publicados en 2013 por medios estatales, el sistema cuenta con dos millones de censores.
Las autoridades también obligan a los usuarios a registrarse con su nombre real y advierten que, en caso de que un mensaje se comparta más de 500 veces, el autor debe asumir la responsabilidad legal de su contenido.
El bloguero Qin Zhihui fue el año pasado el primer condenado a tres años de prisión por sus comentarios en Weibo, el Twitter chino.
"La campaña de censura es ahora más fuerte que nunca", apunta Jeremy Goldkorn, analista de Internet y medios de comunicación con más de 20 años de experiencia en China. A su juicio, el endurecimiento de los controles en las redes "se intensificó al mismo ritmo que lo hizo su uso", y el espacio dedicado a las voces discordantes "está actualmente en su mínima expresión".
Por su parte, el director del Centro de Investigación de Internet, Liu Xinglian, defiende que las redes sociales sirvieron para canalizar las quejas ciudadanas y que contribuyeron a la lucha contra la corrupción y a la transparencia de las administraciones. A pesar de las numerosas quejas, no parece que China vaya a ceder en este ámbito.
El máximo responsable del organismo que controla Internet, Lu Wei, dijo que el país "protegerá su soberanía cibernética" y que las empresas extranjeras del sector pueden ir a China "si obedecen la ley".
Google decidió no someterse a la censura impuesta por Pekín y desde 2010 redirige las búsquedas hacia Hong Kong, donde no hay controles. Sus plataformas reciben constantemente los embates del "Gran Cortafuegos" chino; la última víctima fue el servicio de correo Gmail, inaccesible desde diciembre.
Cheng dice no estar preocupada. Sus Twitter, Facebook, YouTube y Google se llaman Weibo, Renren, Youku y Baidu, de los que no tiene ninguna queja. Yang, sin embargo, prevé más dificultades para seguir trabajando en medio de las dos redes paralelas que existen en China.(ELPAIS)