Para unos es un héroe que dejó al desnudo el masivo sistema de monitoreo de comunicaciones al que la Casa Blanca somete a los ciudadanos de su país y de otros lugares del mundo. Para otros, un traidor a la patria que entregó información clasificada y que debe ser extraditado para ser juzgado.
La salida a la luz de Edward Snowden, el ex contratista de la CIA que filtró a la prensa las cuestionadas prácticas de las agencias de seguridad, no sólo provocó un nuevo dolor de cabeza a Barack Obama, sino que dividió a la sociedad norteamericana, todavía sorprendida tras enterarse de que sus llamadas telefónicas y su actividad en Internet son exhaustivamente monitoreadas.
La Casa Blanca pareció quedarse sin reacción ayer. Mientras apenas balbuceaba alguna explicación de rigor, llovieron las peticiones para que se perdone al ex agente de la CIA, que seguía con paradero desconocido después de saberse que había abandonado su hotel de Hong Kong.
"Edward Snowden es un héroe nacional y debería emitirse inmediatamente un perdón pleno y absoluto por cualquier delito que haya cometido o pueda haber cometido al divulgar los programas secretos de vigilancia", dice un petitorio publicado en el sitio Nosotros, El Pueblo, que, para entablar un diálogo directo con la ciudadanía, existe en el portal de la Casa Blanca.
Las adhesiones subían con la misma celeridad con que caen las fichas de un taxi. Anoche, eran más de 26.000, pero seguían subiendo, en lo que constituye un récord absoluto que hacía difícil tomar acciones en contra del "topo" que desafió a la administración al revelar lo que se consideran "secretos de seguridad".
En las redes sociales y en los foros online también se multiplicaban las señales de apoyo al ex contratista de la CIA.
Como contracara, tanto republicanos como demócratas medían sus reacciones con cautela. Incómoda, la Casa Blanca fue la primera en "hacer la plancha" y evitar las definiciones. "No haré comentarios específicos sobre este señor ni esbozaré lo que al respecto piensa el presidente", atajó el vocero presidencial, Jay Carney, ante un mar de manos levantadas de periodistas que pedían explicaciones. La indicación fue que la tipificación de la conducta del ex agente de seguridad se encuentra "en consideración".
Con igual cautela se movían los republicanos. Lejos de explotar el incidente en beneficio político, apenas sus segundas líneas se movieron para pedir la extradición del "topo". Así lo hizo el vocero republicano en materia de Seguridad Interna en la Cámara de Representantes, Peter King. "No cabe duda de que es un desertor y un traidor. El gobierno debe afirmar con claridad que ningún país debe dar asilo político a un sujeto con esas características", añadió.
Con toda su dureza, las expresiones del legislador por Nueva York no fueron acompañadas por otros referentes del partido, mientras en la sociedad se hacían evidentes las expresiones de respaldo al joven ingeniero que "lo dejó todo" por prevenir sobre "el enorme poder" que, a su juicio, está adquiriendo el Estado en desmedro de las personas.
"Este hombre tiene el coraje que uno espera ver de los soldados en el campo de batalla", ponderó, sin medias tintas, Daniel Ellsberg, uno de los "topos" más famosos de los Estados Unidos, uno de los primeros en ser juzgados por revelar secretos controvertidos en poder del Estado.
"Ésta es la filtración más importante en toda la historia de los Estados Unidos", añadió este veterano ex agente de seguridad, de 82 años. Sus expresiones de elogio se difundieron a través de la Radio Nacional Pública (NPR), en una extensa entrevista.
Entre los partidarios de Snowden se encuentra el controvertido fundador del sitio WikiLeaks, Julian Assange, también buscado por la justicia norteamericana. "Estaba en contacto con Edward Snowden [?] Es un ejemplo para todos nosotros", dijo ayer Assange, que se encuentra refugiado desde hace un año en la embajada de Ecuador en Londres para evitar ser extraditado a Suecia, donde enfrenta un proceso por abuso sexual.
En la tarde del domingo, Snowden reveló voluntariamente que él era la fuente por la que los diarios The Guardian, de Londres, y The Washington Post, de esta ciudad, revelaron la existencia de dos programas secretos por los que se espía a diario a millones de ciudadanos y compañías de los Estados Unidos.
"No hice nada malo. Soy un convencido de que deben ser los ciudadanos los que decidan sobre el poder que le otorgan al Estado y no un burócrata de turno", explicó Snowden en un video grabado en la habitación de hotel de Hong Kong en la que se refugió en un primer momento. Anoche, sin embargo, no se sabía con certeza su paradero.
"Ganaba 200.000 dólares al año, tenía una buena vida y lo arriesgó todo por un servicio patriótico", dijeron anoche allegados.
No está claro si algo cambiará con su gesto. Él mismo aceptó que no, pero que, en todo caso, la posibilidad de decidir debía ofrecerse. La decisión, sin embargo, no será gratuita. Es probable que Snowden deba pasar el resto de su vida escapando de la justicia, y ni siquiera en Hong Kong está a salvo de ser extraditado a Estados Unidos.
Más allá del curso que siga la investigación judicial, para la Casa Blanca todos son problemas. La incomodidad llegó al extremo de que Obama evitó toda referencia a la cuestión en las dos apariciones públicas que mantuvo ayer.
Como si con el frente interno no fuera suficiente, la decisión de Snowden de refugiarse en Hong Kong podría complicar las relaciones entre Washington y Pekín, precisamente en el momento en que Obama y el presidente Xi Jinping acaban de afianzar los lazos bilaterales en el encuentro que mantuvieron en California el pasado fin de semana. La primera prueba de fuego sería un eventual pedido de extradición por parte de Estados Unidos.
Pero no sólo de China debe preocuparse. La Comisión Europea también quiere saber por qué sus ciudadanos fueron monitoreados. Por lo pronto, el tema ya tiene un lugar central en la agenda del encuentro que mantendrá con la canciller alemana, Angela Merkel, la semana próxima.