Con la misión cumplida de haber contribuido al deshielo de Estados Unidos y Cuba, Francisco expresó ayer su "felicidad" por el acuerdo que dejó atrás la última rémora de la Guerra Fría en el continente americano.

"Hoy, todos estamos felices porque vimos cómo dos pueblos que llevaban tantos años separados dieron ayer un paso para acercarse", dijo el Papa, ante un grupo de nuevos embajadores en el Vaticano.

"Esto fue llevado adelante por embajadores, por la diplomacia. Es un trabajo noble el de ustedes, muy noble", subrayó sobre las tratativas secretas en las que tomaron parte delegados de Estados Unidos, Cuba, Canadá y el Vaticano, y que condujeron al umbral de una nueva relación entre dos países enemistados durante más de medio siglo y que conoció momentos de tensión que pusieron al mundo en vilo.

Francisco jugó un papel crucial en acercar a Washington y La Habana, para lo que escribió a los presidentes Barack Obama y Raúl Castro a principios de año, donde los alentaba a encontrar soluciones a sus diferencias. Más aún, ofreció que el Vaticano sirviera de facilitador, al punto de que el acuerdo se redondeó allí en octubre pasado.

"El trabajo del embajador es un trabajo de pequeños pasos, de pequeñas cosas, pero que terminan siempre por hacer la paz, por acercar los corazones de los pueblos, sembrar fraternidad entre los pueblos. Y éste es su trabajo, pero con pequeñas cosas, pequeñitas", insistió Francisco ante los representantes extranjeros.

El Papa habló ante los nuevos embajadores en el Vaticano de Mongolia, Bahamas, Dominica, Tanzania, Dinamarca, Malasia, Ruanda, Finlandia, Nueva Zelanda, Mali, Togo, Bangladesh y Qatar.

El secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin, un veterano diplomático que ayudó a sellar el acuerdo, declaró a Radio Vaticano que los esfuerzos de la Santa Sede datan de hace varios años, pero que la participación de Francisco fue "determinante".

"El papel del papa Francisco ha sido determinante, porque tuvo la iniciativa de escribir a ambos presidentes para invitarlos a superar las dificultades existentes entre los dos países y alcanzar un punto de encuentro", afirmó el cardenal. Y agregó que el hecho de "que dos naciones que han tenido tantas dificultades en sus relaciones hayan podido acercarse gracias a la buena voluntad y a la valentía de sus líderes (...) quizá pueda inspirar a otros líderes a ser valientes y a acercarse en el camino del diálogo y del encuentro".

"El Papa lo ha dicho muchas veces, y me gustaría repetirlo: cuando hay problemas es necesario tener un diálogo. Y mientras mayores son los problemas, mayor es la necesidad de un diálogo", afirmó.

Además de Parolin -que fue embajador del Vaticano en Venezuela, un estrecho aliado de Cuba, entre 2009 y 2013-, otro prelado de alto rango que se dice jugó un papel clave fue el cardenal Jaime Ortega.

Ortega tuvo mucho que ver en la mejora de las relaciones entre la Iglesia y el gobierno de Cuba desde que se convirtió en arzobispo de La Habana, en 1981. Supervisó la visita de dos papas, Juan Pablo II y Benedicto XVI, y es cercano a Francisco.

Un comunicado de la Conferencia Episcopal de Cuba, llegado a la Agencia Fides, afirmó que "hemos sabido las importantes declaraciones del presidente de Cuba, Raúl Castro y del presidente norteamericano, Barack Obama, que marcan una nueva etapa en las relaciones entre nuestros dos países".

"Expresamos una especial gratitud al papa Francisco, que ambos jefes de Estado reconocieron como un importante mediador de un deseo que ahora se concreta", señalaron los obispos cubanos.

Fuente: Agencias AP, EFE y ANSA