El equipo de Sabella igualó 0-0 pese a haber dominado en el complemento tras la entrada de Messi. Higuaín y Zapata vieron la roja en el periodo inicial
La primera media hora del partido fue un show de ataques y errores defensivos de parte de ambos equipos. Argentina levantó vuelo de la mano de Di María, que jugó por derecha y fue el más lúcido en los primeros 15. En su mayor inspiración, dibujó un pase genial para Higuaín, que derrochó el mano a mano con Ospina a los 7.
Luego, cuando iban 16, el arquero colombiano ratificó su jerarquía al ahogarle el grito al Pipita y a Rojo, tras un tiro libre de Di María. Colombia también dijo presente e hirió cuando Falcao pudo recibir con tranquilidad dentro del área. Pero al igual que Higuaín, el Tigre tuvo la pólvora mojada y perdonó a Romero.
El ritmo se desaceleró a partir de los 25 por las dos expulsiones. El árbitro Escalante mandó a las duchas al Pipita y a Zapata por haberse golpeado mutuamente sin pelota. La salida de James Rodríguez por lesión también conspiró contra el vértigo inicial que había adoptado el encuentro.
A los 12 minutos del complemento, la cancha de River se puso de pie para aplaudir la entrada de Messi, quien reemplazó al opaco Montillo. Con toda su aura de crack, la Pulga desniveló en la primera jugada posterior a su ingreso y justificó todo el cariño recibido. Con él en el campo, la Selección fue otra: más agresiva, dominante y potente. Con él en el campo, Colombia fue otra: mezquina, temerosa y dubitativa.
La polémica se llevó todas las miradas a los 27 por el gol anulado a Agüero, debido a un offside inexistente de Messi en la misma jugada. La Pulga estaba habilitada por escasos centímetros, pero su velocidad confundió al línea y la maniobra terminó invalidada por error.
El reparto de puntos no parece malo para Argentina a nivel numérico, aunque su rendimiento no colmó las expectativas de la previa. Esta vez, el gol no llegó a la cita y el Monumental se quedó con ganas de más. Messi amagó con frotar la lámpara, aunque le faltó tiempo para regalar más fútbol. En el horizonte, ya se vislumbra el exigente desafío en la altura de Quito.