Entrampado por las condiciones adversas de los últimos días en los mercados internacionales, el Gobierno no logró ayer aliviar -como se proponía- el perfil devencimientos de deuda para el año próximo, en un intento por evitar que esos pagos (al erosionar las reservas) puedan llegar a recrear episodios de tensión en la plaza cambiaria en un año electoral.
Después de todo, a diario deja a la vista que su gran apuesta en mantener el tipo de cambio lo más estable posible (aún en un contexto de devaluación generalizada del resto de las monedas emergentes) para tratar de volver a ubicar la tasa de inflación en un nivel más bajo.
Ayer apenas captó 286 millones de dólares de los 3000 millones que salió a buscar (9,5%) para afrontar en octubre de 2015 el pago por US$ 6700 millones al que lo obliga el Boden 2015. El 60% de esos recursos los habría aportado la Administración Nacional de la Seguridad Social (Anses) y otros US$ 100 millones habría acercado el fondo de inversión Fintech, del empresario mexicano David Martinez, según calificadas fuentes del mercado.
En cuanto al canje de Boden 2015 por Bonar 2024, el Gobierno sólo logró que 5,6% de los que tienen derecho a ese pago acepten aguardar otros 9 años para hacerse de esos fondos, pese a que les ofreció subir del 7 al 8,75% la tasa de interés para compensar la espera. Por esta vía captó US$ 377 millones.
En contrapartida, obtuvo lo que bien puede valorarse un logro: sólo 2% de los que tenían la opción de pasar a cobrar el bono por adelantado pidieron hacerlo. A ellos deberá girarles el 22 de este mes US$ 185 millones, reconociéndoles US$ 97 por cada lámina de US$ 100 que entreguen. "Si hubiera sido verdad que tanto desconfiaban de nuestra capacidad de pago, mucha más gente habría pedido cobrar ya el bono", destacó el ministro de Economía, Axel Kicillof, al anunciar los resultados a la prensa, junto al viceministro, Emmanuel Alvarez Agis, y el secretario de Finanzas, Pablo López.
Esa parte de la evaluación oficial es compartida por los analistas de mercado que, aun así, no dejan de observar que el Gobierno debió haber suspendido la operación en vista del abrupto cambio en las condiciones de mercado. "Es exitoso que casi nadie haya querido cobrar antes porque implica que se confía que el país va a pagar en octubre. Pero que no se haya logrado diferir o financiar una parte importante del vencimiento del US$ 6700 millones en octubre es un problema y obligará al Gobierno a sentarse a negociar con los holdouts si quiere aliviar las importaciones y consecuentemente la recesión", evaluó Nadin Argañaraz, director del Instituto Argentino de Análisis Fiscal.
Para Ramiro Castiñeira, de Econométrica, los resultados de ayer "confirman que, sin encaminar el tema de la deuda, el acceso al mercado internacional es complicado y no lo solucionás pagando tasas altas". "Si realmente quieren hacer más viable la transición recurriendo al endeudamiento, van a tener que incorporar ese tema a la agenda", consideró.
La lectura de los analistas viene a cuento del fallido intento oficial por mostrar acceso al financiamiento internacional, más allá del condicionamiento al que intentan someterlo los fondos buitre luego de lograr sentencias a favor en Nueva York.
De hecho, en el mercado se especuló que ése era uno de los objetivos no confesados de la operación, hipótesis que se fortaleció luego de que el propio Kicillof condicionara días atrás la urgencia por negociar con estos acreedores, aún vencida la vigencia de la cláusula RUFO que limitaba de hecho esa posibilidad por los riesgos de que se disparen demandas del resto de los bonistas.
"Que no hayan venido corriendo a pedirte cobrar los dólares es un buen dato", valoró Federico Tomasevich, de la banca de inversión Puente. "Pero sería necio no reconocer que cualquier país la hubiera suspendido porque, en este contexto, la suscripción del Bonar 2014 era inviable."
La mención a un aplazamiento, repetida por casi todos los agentes del mercado, responde a la alteración que tuvieron los precios de los bonos involucrados en la operación desde el momento en que fue lanzada (el pasado viernes) hasta el momento en que estuvo abierta (del miércoles a ayer). Ocurre que, como los precios de compra de los bonos eran fijos y sus cotizaciones cayeron (en línea con lo que ocurrió en el resto de las plazas de la región), por momentos se pudo llegar a adquirir al Boden 2024 a uno o hasta dos dólares más baratos en el mercado. "En esta condiciones, si lo compraba en la licitación me exponía a juicios de mis clientes", explicó el manager de un fondo internacional a La Nacion luego de reclamar anonimato.
"Ellos ofrecían vender a US$ 99,7 un bono que llegó a cotizar a US$ 96,20. En estas condiciones, ningún institucional podía comprarlo", explicó el economista José Luis Espert, que juzgó la operación como "fracaso".
El manejo que el Gobierno hizo fue motivo de todo tipo de chanzas en Twitter. "¡¿Qué tipo de poca suerte Kicillof, no?! Siempre hace las cosas bien y le sale todo mal. Ninguna autocrítica", disparó el economista Luis Secco. "¿Ya renunció el secretario de Finanzas?", se inquirió con sorna su colega Maximiliano Castillo.
"Lo que se comprobó es que se tiraron a la pileta sin verificar si había agua. Pese a que hay mucho interés en financiar a la Argentina aún en default y bajo legislación local, no lo lograron por impericia técnica", consideró el economista y diputado por el Pro Federico Sturzenneger.
Para el ex secretario de Finanzas Miguel Kiguel, "hubo amateurismo y falta de experiencia"
| La Nación