Salió del Vaticano para el acto de homenaje y habló ante miles de personas en la Plaza de España, en Roma.
Francisco volvió a salir ayer de los muros del Vaticano y renovó en la céntrica Plaza de España de la capital italiana el tradicional acto de homenaje y de oración a los pies del monumento a la Inmaculada Concepción, durante el cual invocó la protección de la Virgen María. "Para nosotros, para nuestras familias, para esta ciudad, para el mundo entero", dijo.
El Papa hizo su pedido en la oración que recitó a los pies de la columna que en la plaza Mignanelli, adyacente a la Plaza de España, sostiene la estatua de la Virgen erigida en recuerdo de la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción.
A los pies del monumento, el Papa pidió su intercesión. "Para ir contracorriente en este periodo que conduce a la Navidad, enseñarnos a desnudarnos, a postrarnos, a donarnos, a escoltar y hacer silencio, a descentrarnos de nosotros mismos y hacer espacio a la belleza de Dios, fuente de nuestra verdadera alegría".
"Saber que sobre ti el mal no tiene poder nos llena de esperanza y de fortaleza en la lucha diaria que debemos realizar en contra de las amenazas del maligno", dijo Francisco, ante miles de personas apiñadas en las calles aledañas.
"Pero en esta lucha no estamos solos, no somos huérfanos, porque Jesús, antes de morir en la cruz, nos ha dado a ti como madre. Animados de esta esperanza, nosotros hoy [por ayer] invocamos tu materna protección para nosotros, para nuestras familias, para esta ciudad, para el mundo entero", añadió el Papa, que había llegado después de rezar ante la virgen "Salus Populi Romani" (Protectora del Pueblo Romano), un ícono bizantino del siglo XIII que está en la capilla Paulina de la basílica Santa María la Mayor.
"María remarcó el Papa- concibió antes la fe y luego al Señor, éste es el misterio de la acogida de la gracia. Frente al amor, de frente a la misericordia, se impone una sola consecuencia: la gratuidad, ninguno de nosotros puede comprar la salvación. La salvación es un don gratuito del Señor que viene en nosotros y se cumple en nosotros."
En la Plaza de España, Francisco saludó al cardenal vicario de Roma, Agostino Vallini, y al alcalde de Roma, Ignazio Marino, que está en medio de una tormenta política luego de que se descubriera una trama de corrupción en los sectores clave de la administración romana. Marino, del Partido Democrático (PD), dijo que el obispo de Roma le dio ánimos ahora que está bajo amenaza.