Francisco dijo que los conflictos bélicos son "el suicidio de la humanidad" y rescató, sin mencionarlos, los procesos de paz en América latina.
El Papa no sólo condenó ayer con fuerza cualquier guerra, que definió como "el suicidio de la humanidad", sino que, una vez más, deploró el conflicto que desde hace más de dos años desangra a Siria "y golpea especialmente a la población inerme", e hizo un llamado para que sean liberadas las personas allí secuestradas.
Antes del Angelus, que pronunció desde la ventana del despacho del Palacio Apostólico, adonde sólo va los domingos para la oración mariana, Francisco admitió su "viva y sufrida" preocupación por el conflicto en Siria , cuya población aspira a la "paz en la justicia y en la comprensión".
"Esta atormentada situación de guerra trae consigo consecuencias trágicas: muerte, destrucción, ingentes daños económicos y ambientales, como también la plaga de los secuestros de personas", dijo. Entre las personas secuestradas en Siria se cuentan dos obispos sirio-ortodoxos y Domenico Quirico, periodista del diario italiano La Stampa, de quien no hay noticias desde hace más de un mes.
"Al deplorar estos hechos, deseo asegurar mi oración y mi solidaridad a las personas secuestradas y a sus familiares, y hago un llamamiento a la humanidad de los secuestradores para que liberen a las víctimas", pidió el Papa.
"Oremos siempre para nuestra amada Siria", clamó el ex arzobispo de Buenos Aires, que ya en su mensaje pascual urbi et orbi a la ciudad y al mundo había pedido especialmente por Siria.
El Papa volvió a referirse a la guerra al contar que por la mañana había celebrado una misa en la capilla de la Casa Santa Marta, donde vive, con parientes de militares italianos muertos en misiones de paz, la mayoría en Afganistán.
Ellos "intentan promover la reconciliación y la paz en países donde todavía se derrama mucha sangre fraterna en guerras que siempre son una locura", explicó. "Todo se pierde con la guerra, todo se gana con la paz", evocó Francisco, citando dramáticas palabras de Pío XII, también pronunciadas por Juan Pablo II en vísperas de la segunda guerra del Golfo.
Acto seguido, pidió a las 100.000 personas presentes en la Plaza San Pedro, entre las que hubo, como siempre, muchos argentinos con banderas, que rezaran en silencio una oración por los caídos, los heridos y sus familiares. Todo el mundo respetó la consigna del Papa. Y un silencio impactante invadió la plaza, donde después de varios días de lluvia había vuelto a brillar el sol.
Por la mañana, durante la misa que celebró en Santa Marta ante familiares de caídos, el Sumo Pontífice ya había utilizado palabras directas y fuertes sobre la guerra, que no sólo definió como "una locura", sino también como "el suicidio de la humanidad".
"Tantas veces en la historia hemos visto que los problemas locales, los problemas económicos, las crisis económicas [...] los grandes de la Tierra los quieren resolver con una guerra", disparó Francisco.
"¿Por qué? ¡Porque el dinero es más importante que las personas para ellos! Y la guerra es justamente eso: es un acto de fe al dinero, a los ídolos del odio, al ídolo que lleva a matar al hermano, que lleva a matar al amor", denunció.
"Me vuelve a la mente la palabra de nuestro padre Dios a Caín, que, por envidia, había matado a su hermano: «Caín, ¿dónde está tu hermano?». Hoy podríamos oír esta voz: es nuestro padre Dios que llora, llora por esta locura nuestra, que nos dice a todos nosotros: «¿Dónde está tu hermano?», que dice a los poderosos de la Tierra: «¿Dónde está vuestro hermano? ¿Qué han hecho?»."
Más allá de estas palabras, al mediodía, durante el Angelus, Francisco rescató la existencia de iniciativas positivas nada menos que en América latina, su continente. "En el mundo hay muchas situaciones de conflicto, pero también hay varias señales de esperanza. Quisiera alentar los recientes pasos cumplidos en varios países de América latina hacia la reconciliación y la paz. Acompañémoslos con nuestra oración", pidió.
Si bien no hizo especificaciones, se deduce que aludió, entre otros, al proceso de negociación comenzado en Colombia entre el gobierno y las FARC, del cual habló anteayer con el presidente de Uruguay, José Mujica, que le pidió respaldo, según él mismo contó.
Francisco también habló del Evangelio que cuenta el milagro de la multiplicación de los panes y los peces, y explicó la fiesta del Corpus Domini: "Pide que nos convirtamos a la fe en la Providencia, de saber compartir lo poco que somos y que tenemos, y no cerrarnos nunca en nosotros mismos".