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27/10/2014 17:55 hs

Una pantalla cordobesa

Argentina - 27/10/2014 17:55 hs
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Celebrados en festivales nacionales e internacionales, los films realizados en Córdoba cada vez son más y ya están imponiendo su marca en la producción cinematográfica argentina.

La aparición de un cine cordobés resultó sorpresiva, pero hubo varios factores en la provincia que impulsaron a la producción local. Según explica Roger Koza, crítico y programador cordobés, autor del blog Con los ojos abiertos, del sitio otroscines.com: "Una gran cantidad de cineclubes, tanto en la ciudad de Córdoba como en algunos pueblos de la provincia; el impredecible impulso, aunque fugaz, por parte del gobierno de la provincia respecto de la producción audiovisual en 2010; el surgimiento de una nueva crítica, y los antecedentes de directores como Liliana Paolinelli, Paula Markovitch y, en especial, Santiago Loza, constituyen el contexto genealógico del llamado «cine cordobés contemporáneo». Todos estos agentes y prácticas en su conjunto conforman una cultura cinematográfica (en construcción y plena evolución), de lo que se predica una retroalimentación constante entre estas variables de modo que, en la era digital en la que vivimos, los intercambios y la articulación de proyectos conjuntos resultan menos dificultosos y más fértiles que en otros tiempos en los que las condiciones materiales se imponían frente al deseo".

La unión de fuerzas parece ser la gran clave de la movida cinematográfica cordobesa, desde juntarse en los cineclubes a ver y discutir sobre cine, como cuenta Ruiz que hacen en su Cinéfilo Bar, hasta colaborar entre distintas productoras. "Todos nos conocemos y tenemos buena relación -cuenta Inés Barrionuevo-. Nos cruzamos trabajando en distintos proyectos y compartimos recursos. Estamos tratando de hacer que la rueda gire y que Córdoba sea un polo industrial de cine. Que hacer películas no sea un hecho aislado; que no sean dos o tres al año, sino veinte."

El factor común entre las películas cordobesas, señala Koza, es esta colaboración entre profesionales de las distintas áreas del cine: "Hay algo externo a las películas que tiene que ver con técnicos que van de un film a otro. Esto no es menor y es un patrón en común. La importancia de un director de fotografía como Ezequiel Salinas se puede constatar en varias películas, como Atlántida y Yatasto. Lo mismo con los sonidistas, como sucede en el caso de Martín Sappia: La laguna y Escuela de sordos tienen su impronta. Los jóvenes críticos de la revista Cinéfilo han trabajado detrás y fuera de cámara en Tres D y El último verano. Este intercambio es una variable constante".

Si bien es difícil encontrar una estética cordobesa identificable, el espectador acostumbrado a ver cine argentino puede notar que son diferentes del resto del cine nacional. "A los directores y productores cordobeses nos ha pasado que en festivales internacionales muchos quedan descolocados porque sienten que es otra mirada y otra voz", dice Ruiz. Esta diferencia con el cine hecho en Buenos Aires también es subrayada por Koza. "Hay algo menos clasista en las películas cordobesas en comparación con las que se realizan en Buenos Aires -opina el crítico-. Las películas cordobesas no son cosmopolitas, pero sí universales. Algo similar sucede con la crítica de cine que se publica en Córdoba. El libro de Fernando Pujato Hacia lo que vendrá me parece un caso excepcional de esta universalidad difusa que no se instituye desde una clase intelectual que se siente francesa y se imagina emparentada con París".

Tal vez la experiencia cordobesa pueda servir para que otras provincias impulsen su producción y el cine nacional pueda ofrecer distintas miradas. Ruiz cuenta que cuando estuvo en Santa Fe, hace unas semanas, varias personas le dijeron que los envidiaban. "Quieren hacer lo mismo que hicimos en Córdoba -cuenta-. Acá se dieron varios factores. Hay escuelas de cine con muchos estudiantes; hay muy buena producción de publicidades; o sea, tanto desde lo técnico como desde lo humano estaba todo caldeado. Quizá se pueda decir que el modelo que surgió en Córdoba fue el de limar un poco los egos y las asperezas. Entendimos que todos somos de esta región y tenemos los mismos problemas y nos animamos a juntarnos para poder hacer las películas dentro de todos los requisitos del Incaa y estrenar. Por suerte, nos fue bastante bien".

Barrionuevo piensa que parte del éxito del cine cordobés tiene que ver con un cambio de actitud. "Antes había una cuestión derrotista sobre el cine, te decían que nunca ibas a filmar una película -dice la realizadora- Los directores se iban a Buenos Aires para poder hacerla. Cine en Córdoba siempre existió, sólo que ahora pasa por este especial momento de proyección."

Un problema que comparten los realizadores de Córdoba, Buenos Aires y el resto del país es la exhibición. Estrenar una película y mantenerla en cartelera es una cuestión difícil para el cine argentino, y más complicado aún es que las películas nacionales circulen entre las distintas regiones. "Me encantaría que la película se estrene en todo el país, pero sabemos la tiranía de las empresas norteamericanas con las multisalas, que son los lugares a los que realmente va mucho público -dice Ruiz-. La intención de los espacios Incaa está buenísima, pero, más allá del Gaumont, no llevan una gran cantidad de público. Vamos a seguir dando batalla acá en Córdoba, donde, por suerte, nos reconocen en dos multisalas comerciales, así que esperemos que con la prensa que hicimos y el boca en boca suceda lo mismo que con De caravana."

Las dificultades de la exhibición para Koza son un hecho preocupante, y señala la falta de salas alejadas del circuito comercial en las que se puedan estrenar no sólo películas argentinas, sino de otras cinematografías. "La proliferación de festivales de cine constituye una respuesta distorsionada a una ausencia estructural de visibilidad de otros cines -concluye el crítico-. El gran cine y el cine en construcción del siglo XXI tienen que salir del multiplex y de la exclusividad de los festivales. Por otro lado, los espacios Incaa, una buena idea, no resultan ser una respuesta suficiente. Funcionan bien cuando hay en estos espacios un programador a cargo y no un funcionario que simplemente obedezca a la grilla enviada desde una oficina situada en la avenida 9 de Julio".

Hace cuatro años De caravana se estrenó en el festival de cine de Mar del Plata. La película de Rosendo Ruiz era una producción cordobesa y muy distinta de otras películas argentinas: la forma de hablar, la historia, sus personajes, el ambiente que capturaba. La crítica se entusiasmó y el film recibió el premio del público a la mejor película de la competencia internacional. "Creo que los argentinos que estuvieron ahí festejaron que hubiera una película que no fuera de Buenos Aires y que estaba buena -dice Rosendo Ruiz a LA NACION-. Vieron Córdoba en la pantalla."

Se empezó a hablar del fenómeno del "cine cordobés", algo difícil de definir como concepto estético. Las películas son muy diferentes entre sí, pero todas son distintas al resto del cine argentino porque pintan su parte del mundo, o sea Córdoba. Los personajes son en general adolescentes o jóvenes, cercanos en edad a los propios realizadores. Se podría decir que son poco pretenciosas y las actuaciones y los diálogos apuntan más bien al naturalismo.

Las grillas de los festivales nacionales e internacionales de los últimos años se poblaron de películas cordobesas. Salsipuedes, de Mariano Luque, estuvo en 2011 en Cannes;Ciencias naturales, de Matías Lucchesi, recibió un premio en el último festival de Berlín, donde también se vio Atlántida, de Inés Barrionuevo. Tres D, segundo largometraje de Ruiz, estuvo en Rotterdam. En la última edición del festival de Mar del Plata se programaron La laguna, de Gastón Bottaro y Luciano Juncos; El grillo, de Matías Herrera Córdoba; Escuela de sordos, de Ada Frontini, y en el Bafici estuvieron Atlántida, Tres D y El último verano, de Leandro Naranjo. En años anteriores también se habían presentado ahí Yatasto, de Hermes Paralluelo, y La distancia entre los dos, de Nadir Medina.

Cuando llegó el momento de estrenar en salas comerciales en Córdoba, De caravana lo hizo junto con El invierno de los raros, de Rodrigo Guerrero, e Hipólito, de Teodoro Ciampagna, bajo el sello de distribución Cine Cordobés. La película de Ruiz fue un verdadero éxito en la provincia: tuvo 30.000 espectadores y se mantuvo en cartel durante 17 semanas.

Con la misma idea de juntarse para enfrentar las dificultades de exhibir sus películas en Buenos Aires, Ruiz y la directora Inés Barrionuevo decidieron estrenar sus nuevos films con una semana de diferencia. Este jueves se estrenará Atlántida, la ópera prima de Barrionuevo, y el jueves próximo llegará a los cines porteños Tres D, de Ruiz.(LANACION)

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