Empapado y desafiando la lluvia que caía sobre la Plaza San Pedro, Francisco pidió a los católicos "defender" y "obedecer" a la Iglesia, que es una obra de Dios compuesta por pastores con sus defectos, incluido el Papa, "que tiene pecados... y muchos", pero que son siempre perdonados por Dios.
 
El Papa celebró ayer la tradicional audiencia de los miércoles, cuya catequesis dedicó a la Iglesia y al "proyecto de Dios" de que todos los hombres sean una única familia, "se sientan familia de Dios".
 
"En este proyecto encuentra sus raíces la Iglesia, que no es una organización nacida del acuerdo entre algunas personas, sino, como nos recordó tantas veces el papa Benedicto XVI, que es obra de Dios", afirmó el Sumo Pontífice ante 100.000 personas, cifra recurrente que todos los miércoles llena San Pedro desde que Jorge Bergoglio se sentó en el trono de Pedro, en marzo pasado. Francisco agregó que la Iglesia nace del deseo de Dios de llamar a todos los hombres a la comunión con Él, a su amistad, "a salir del individualismo, a la tendencia a cerrarse en sí mismos y a formar parte de su familia".
 
Francisco subrayó que todavía muchas personas dicen "Cristo sí, Iglesia no", "creo en Dios, pero no en los sacerdotes", pero explicó que es la Iglesia la que lleva a los hombres a Cristo, a Dios.
 
"Por supuesto que entre quienes la componen, pastores y fieles, hay defectos, imperfecciones y pecados. También el Papa tiene muchos pecados, pero cuando nos damos cuenta de ese pecado, encontramos la misericordia de Dios. Dios siempre perdona", manifestó.
 
"La historia de la Salvación es la historia de Dios que busca al hombre, le ofrece su amor y lo acoge", precisó el Papa, que recordó que la Iglesia nace del "gesto supremo de amor de la cruz, del costado abierto de Jesús, del que salieron sangre y agua, símbolos de los sacramentos de la eucaristía y del bautismo".
 
También dijo que la Iglesia se manifestó cuando el Espíritu Santo "colmó el corazón de los apóstoles y los impulsó a anunciar el Evangelio difundiendo el amor", es decir, en la fiesta de Pentecostés.
 
En medio de una fuerte lluvia y antes de comenzar la audiencia, Francisco, alegre y eufórico pese al agua, recorrió la plaza en el papamóvil durante más de media hora, en medio de los aplausos y vivas de los fieles.
 
El Papa no se resguardó de la lluvia y prosiguió su recorrido por la plaza visiblemente mojado. Cuando concluyó y subió al estrado donde leyó la catequesis, se lo vio secarse la cara y el pelo.