La reducción del bosque se debe a los incendios y a la extracción. De las 35 mil hectáreas sembradas hace 30 años, tan solo quedan 12 mil.
Después del último megaincendio que, hace un año, consumió miles de hectáreas forestadas con pinares en la zona alta de Calamuchita, el futuro de la industria forestal regional se avizora incierto. Las opiniones van desde los que piensan que a la actividad le quedan los años contados hasta los que ven posible un renacimiento.
La cantidad de pinos está en franco retroceso, a causa de los incendios y del bajo nivel de resiembra, mucho menor a la tasa de extracción. De las 35 mil hectáreas que había en la década de 1980, se redujeron a unas 12 mil actuales.
En 2012 el registro apuntaba unas 22 mil hectáreas con ese “cultivo”. Sólo el voraz incendio de septiembre de 2013 habría arrasado unas diez mil, con 11 millones de pinos quemados.
“Revertir esto dependerá de que todos los actores del sector planteen una estrategia conjunta. Las acciones aisladas no sirven”, opinó el ingeniero agrónomo Esteban Zupán, técnico para Córdoba de la Dirección de Producción Forestal de la Nación.
Zupán sostuvo que desde hace años el ritmo de plantación es muy inferior al de extracción. En los últimos 15 años, apenas se repuso entre el 20 y el 30 por ciento de lo que se taló.
El futuro de los bosques implantados se debatió días atrás en las Jornadas Forestales de Córdoba, realizadas en Villa General Belgrano. Se mostró que de 32 aserraderos que había en 2005, quedan nueve en la zona de pinares, que va de San Clemente al norte hasta Alpa Corral al sur, pasando por La Cumbrecita, Villa Alpina, Villa Berna, Yacanto y otras. De los 700 trabajadores que empleaba el sector, quedarían unos 200.
Buscando alternativas
“La idea es seguir y con más fuerza”, lanzó Alejandro Sey-farth, prosecretario de la Cámara de la Madera de Córdoba. Contó que se decidió formar una “mesa forestal” cordobesa, entre productores, la Cámara y tres ministerios provinciales (Seguridad, Agricultura y Agua y Ambiente). “Ya empezamos a trabajar sobre tres ejes: prevención de incendios, reforestación y una ley para el aprovechamiento de la biomasa”, detalló.
“Venimos reclamando al Gobierno mayores controles y prevención en todo este ambiente rural”, precisó respecto a la necesidad de evitar incendios.
Sobre planes de reforestación, contó que la idea es hacerlo desde ahora con bosque mixto (no sólo pinos) y utilizar especies exóticas junto a autóctonas, de acuerdo con el lugar.
Para Seyfarth, el aprovechamiento de la biomasa, que hoy no se hace, es clave. “Por un lado para mayor rentabilidad, y por el otro, para recuperar los desechos de la actividad y hasta de los incendios”, dijo. La idea es que esos desechos sean combustible para generar energía o calefacción. Para eso, se gestiona apoyo estatal y una ley.
Plantar a otro ritmo
“Algunas de las forestaciones implantadas que quedan son de difícil acceso para extraerlas y procesarlas como madera. Otras son preservadas por sus propietarios por cuestiones turísticas. Igual no es conveniente desmantelar todo, hay que ser equilibrados. El tema es que hay que volver a plantar a un ritmo importante, como décadas atrás”, opinó la ingeniera agrónoma Mónica Dorado, especialista de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la UNC.
Aldo Rudi, que lleva cuatro décadas como forestador y tiene una empresa que produce plantas, consideró que hay una salida diferente. “El futuro de la actividad en Córdoba estará en manos de los agricultores o ganaderos, que agreguen otra actividad a la que ya hacen”, precisó. “Forestar es buen negocio, el mejor rendimiento de soja no se compara con los 20 metros cúbicos de madera por año que puede crecer en una forestación de álamos, eucaliptos o pinos”, planteó. Rudi recordó que las primeras plantaciones de pinos se realizaron en las Sierras con otro objetivo. “Lo que queda en Córdoba es poco, y lo que se hizo en aquella época estaba mal hecho. Éramos grandes importadores de papel de primera calidad y las plantaciones pretendían servir para fabricar papel y evitar la importación. Para eso se exigían forestaciones con gran densidad; heredamos densidades que no tienen nada que ver con la técnica de las forestaciones para extraer la madera”, dijo.
¿Crisis anunciada?
“No quisiera ser apocalíptico, pero le queda poco tiempo a la industria forestal en Calamuchita”, lanzó el agrónomo Fernando Martínez, asesor en emprendimientos forestales. Estimó que a la industria le quedan dos años en la zona centro-norte de Calamuchita (en torno a Villa Yacanto y San Clemente), y cuatro o cinco en la sur (hacia Río de los Sauces y Alpa Corral).
“La industria forestal no gozaba de buena salud y se empeoró con el fuego de 2013. Queda mucho menos de lo que había, porque el fuego quemó mucho y los árboles que quedaron débiles son atacados por insectos que los terminan matando”, indicó.
Además de las tormentas de viento y los incendios, apuntó otro factor: el alto valor de la tierra en la zona turística, lo que hace mucho más rentable dedicarse en las Sierras a la actividad inmobiliaria que a la forestal.
“El sur de Calamuchita es la única zona que todavía se sigue reforestando algo, y es la de menor valor turístico e inmobiliario”, comentó.
Martínez sugirió, hacia el futuro, forestar con otras especies, menos combustibles que los pinos.
Desde hace unos años, algunos vienen sugiriendo que se promueva el roble y la acacia, también de valor comercial, pero de menor riesgo ante el fuego. Otros apuntan también a nativas, como algarrobos.
Dilemas ambientales
Algunos investigadores con perfil ambientalista advierten que los pinos son más combustibles que otras especies, consumen más agua que los pastizales naturales y que los bosques nativos y son especies invasoras que avanzan sobre las demás.