Enfrentan alza de costos, altas tasas de interés y presión fiscal; entre enero y mayo bajó el monto de las exportaciones de vino
El sector bodeguero está en "alerta amarilla" en todo el país, con 10.000 puestos de trabajo en peligro, sobre todo en la producción primaria, según informó Sergio Villanueva, director ejecutivo del Fondo Vitivinícola Mendoza y gerente de la Unión Vitivinícola Argentina (UVA). "En otros países, esto no pasa, se cuidan", expresó.
De ahí las acciones que el sector pelea ante la Nación para mejorar la rentabilidad, acomodar los costos, recibir más asistencia, poder vender el excedente vínico y frenar la baja en los precios.
Luis Steindl, gerente de Norton y vicepresidente de Bodegas de Argentina, entidad que representa a 265 bodegas de toda la geografía nacional, aclara que los problemas que hoy tiene el sector no son exclusivos de la industria vitivinícola. "Las grandes fluctuaciones nos afectan. Tenemos aumentos de costos, altas tasas de interés y mucha presión fiscal, pero a pesar de todo, seguimos vendiendo. Estamos insertos en el mundo. Es verdad que para quien compra y viene a invertir al país hay un problema de desconfianza. Pero dar una imagen negativa no ayuda porque no es tan caótica nuestra situación", indicó a LA NACION.
Otro que privilegia una visión optimista pese a las dificultades es José Zuccardi, presidente de la Unión Vitivinícola Argentina y miembro de Vines of Argentina.
"A nadie le gusta tener inflación, pero confiamos en salir adelante", señala. "El vino argentino sigue haciendo un gran papel en el mundo, como nunca. Es fantástico lo que estamos logrando, a pesar de algunas dificultades. En la vitivinicultura hay una única mirada, a largo plazo, y estamos creciendo con gran calidad".
A pesar de los obstáculos y de los números fríos de exportación, que se amesetaron, el objetivo de la industria nacional es mantenerse entre los primeros cinco exportadores de vino del mundo y afirman que seguirán dando pelea. Inglaterra, Estados Unidos, Alemania, Holanda, Canadá, Brasil, Dinamarca, Francia, Japón y Suiza son los 10 principales destinos de la bebida nacional.
Por eso, la postura de algunos empresarios, sobre todo extranjeros, como el español José Manuel Ortega, fundador del Grupo Bodegas y Viñedos O. Fournier -que en un artículo del diario The Wall Street Journal a comienzos de mes dijo que la inflación lo está ahogando y le hizo frenar la producción de líneas de caldos más económicos- cayó como un balde de agua fría en el sector.
Es que muchos consideran que esa postura le hace daño al vino argentino y que no se valora todo lo logrado ni las posibilidades que se abren en todo el globo, más allá de los problemas actuales de la economía nacional.
La realidad también indica que, para los extranjeros, la Argentina es un lugar de privilegio para desarrollarse en el mercado del vino. Los números lo sustentan: de las 20 primeras grandes bodegas del país que exportan, 10 son de extranjeros.
Según datos de Bodegas de Argentina, sobre la base de los informes de Caucasia Wine Thinking, de enero a mayo de 2014, las exportaciones totales de la industria vitivinícola (vino embotellado, tetra-brik, granel y espumante) fueron de 413,5 millones de dólares y 148,7 millones de litros. Estos valores fueron menores, en dólares, a los de los primeros cinco meses de 2013 (-4,3%) y mayores en volumen (1%). En divisas cayeron todos los productos exceptuando el vino a granel y los espumantes, mientras que en volumen sólo crecieron las commodities y los espumantes.
En el sector reconocen que el efecto de la devaluación de enero "ya desapareció", aunque dicen que en los últimos dos meses han comenzado a repuntar las ventas. Asimismo, en lo que va del año se ha registrado un incremento de 3% en los despachos de vino embotellado y hay expectativas de mejorar esta performance porque los bodegueros apuestan al valor agregado con sus productos y no conformarse con el crecimiento de las exportaciones de vino a granel.
Según el informe Caucasia, si bien la base en 2013 fue baja y no se alcanzaron valores de 2012, las exportaciones de vino a granel están teniendo una buena dinámica en lo que va del año. Se exportaron 33 millones de litros por un valor de 32,8 millones de dólares. Esta categoría creció 22,9% en valor y 6,6% en volumen. Estados Unidos ha sido el principal comprador, explicando 63,6% del volumen total, donde predominaron los cortes blancos y el malbec.
"Para nosotros, lo más importante es exportar valor agregado. El posicionamiento cualitativamente es muy bueno, como nunca antes, por eso nada está perdido", dice Zuccardi. "Como conjunto y porque trabajamos duramente para salir adelante nos perjudica que se intente dar la imagen de que todo está mal. Tenemos muchas dificultades, pero hemos avanzado mucho. Hay cuestiones internas que se discuten internamente, porque, si no, los competidores aprovechan para ganarnos mercados."
"Tenemos buenas cosechas, vinos excelentes y una industria unida. El panorama debería ser más alentador, pero quejarse por quejarse no sirve", acota, por su parte, Steindl.
Aun con los vaivenes de la economía, el crecimiento de la industria ha sido exponencial: a comienzos de los 90 se exportaban en promedio 15 millones de dólares y el año pasado los envíos al exterior representaron 1100 millones de dólares. (La Nación)