Un nuevo récord generalizado para las cotizaciones locales del dólar, tanto en las plazas legales como en aquellas ilegales o informales, fue la demostración más cabal de la inquietud que el proyecto de pago soberano de la deuda generó entre inversores y ahorristas.

Ocurre que ven al país cada vez más lejos de la chance de acceder a fuentes de financiamiento que lo ayuden a convivir con su faltante de divisas. Por eso mismo, suponen que el Gobierno está cada vez más cerca de repetir la experiencia de fines de enero, cuando, tras negarlo sistemáticamente por años, le soltó la mano al peso dejándolo caer 23% contra el valor del dólar en apenas 48 horas.

Un ajuste del tipo de cambio de esa dimensión, en años anteriores, a la administración Kirchner le había tomado 3 años y medio.

Tratando de no resultar sorprendidos por una situación similar o, en todo caso, anticiparse a ella para perder menos si es que finalmente vuelve a suceder, los ahorristas e inversores convalidaron ayer depreciaciones del 2,5% promedio en los precios libres de la divisa.

Pero lo más significativo, tal vez, fue que el propio Banco Central (BCRA) pareció resignado al permitir la mayor devaluación del peso en la plaza oficial en lo que va del mes: dejó trepar el tipo de cambio mayorista casi 4 centavos (0,5%) en el día, con lo que elevó la devaluación oficial al 1,35% en lo que va de agosto tras varios meses de virtual congelamiento.

El fenómeno de la dolarización, o corrida contra el peso, alcanzó una dimensión tal que vuelve a distorsionar los precios de los activos bursátiles en la plaza local. Así, se pueden encontrar cotizaciones en pesos de acciones o de bonos en dólares que no dejan de subir porque las demandan los que buscan dolarizar sus carteras de inversión o, simplemente, escapar del peso.

Por caso, ayer, la Bolsa porteña inició su rueda de negocios con una pérdida del 2% que se terminó licuando (finalizaría 1% arriba) por la sostenida demanda de papeles de Petrobras Brasil (+8%), Tenaris, Aluar o Siderar (subieron del 3 al 4%), es decir, de empresas con negocios más vinculados al ciclo internacional e ingresos en divisas o las compras destinadas a liquidar el papel en el exterior, para sacar divisas del país. Por esta razón, el dólar arbitraje o "contado con liquidación" cerraría el día a $ 12,32, un precio sin precedente, después de aumentar casi 3% en el día.

Pero los papeles de empresas argentinas que cotizan en Nueva York se hundieron hasta 7% y aun algunos que localmente cerraron en alza aquí (+0,5%) cayeron allá (-2,2%), como el caso de la petrolera YPF.

A su vez, el cada vez más pujante mercado de intercambio de dólares por Bolsa (cuyo insumo básico son los bonos en esa moneda) estuvo detrás de las alzas del 2% promedio que tuvieron estos títulos. Incluso por esta razón, bonos como los surgidos de los canjes y emitidos bajo ley de Nueva York, es decir, los que están en medio de la tormenta actual, cerraron con alzas o pérdidas ínfimas aquí, pese a que se desbarrancaron más del 3% en Nueva York y los futuros de dólar a un año en esa plaza saltaron a $ 11,95, lo que habla de una devaluación esperada del 44% para ese plazo.

Todo debido a la suba de 35 centavos que mostró el dólar-bolsa, que se operó a un promedio de $ 13,10 para marcar también un nuevo máximo. Por simple efecto traslado, el valor del dólar físico en la calle o las cuevas financieras avanzó 2,5% al negociarse a $ 13,55, precio que implica un nuevo récord nominal.

A su vez, la demanda de dólar ahorro, que ya se compra en ventanillas de bancos a más de $ 10 (asumiendo el recargo del 20% para su retiro inmediato), creció 36% en relación con anteayer y el total expedido en lo que va de agosto ya superó los $ 200 millones, lo que habilita a pensar que se marcará un nuevo monto récord mensual (en julio fue de US$ 206 millones).

Fuente: LA NACIÓN