De visita en Paraguay, el presidente uruguayo reaccionó mal cuando le acercaron una camiseta que exigía que liberen a Arlan Fick, raptado por el Ejército del Pueblo Paraguayo.
José Mujica paseaba tranquilamente por la Expo Feria Internacional Mariano Roque Alonso de Ganadería, Industria, Agricultura, Comercios y Servicios, en Asunción, capital del país.
Hasta que, sorpresivamente para él, Manuel Rodríguez, presidente de la Asociación de Criadores de Ganado Nelore, le acercó una remera que decía "Liberen a Arlan". En un primer momento, la tomó y accedió a sacarse fotos. Pero inmediatamente cambió de opinión.
El vuelco se produjo luego de que Rodríguez pronunciara un breve discurso en el que remarcaba que "es un clamor generalizado de todos los paraguayos de bien, sin distinción de ideologías, y sin distinciones políticas y religiosas, la liberación de Arlan".
Cuando el ganadero le pidió que tome la camiseta, Mujica le respondió tajante: "No, pero escucheme una cosa. Yo soy un visitante de su país. Usted no me puede poner en los problemas internos de Paraguay".
Cada vez más molesto ante los intentos de Rodríguez por justificarse, el mandatario uruguayo hacía ademanes, le tocaba el hombro y el brazo, e insistía. "No, no, no. Usted primero lo habla conmigo y me lo dice. Yo no tengo ningún problema de pedir la libertad de cualquiera que injustamente esté detenido, pero no me lleva por delante".
"No, no. Usted tiene que ubicarse -continuó, cada vez más enojado. Si la causa es justa yo se la voy a... pero no tengo ni el nombre, ni se. Entonces, no me puede agarrar, porque yo no soy un acto de propaganda de Coca Cola, soy un amigo de Paraguay".
"No, no conozco", fue su respuesta cuando los periodistas le preguntaron si conocía al Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP), la guerrilla terrorista que acecha las zonas rurales del país y tiene secuestrado a Arlan Fick desde hace 108 días.
La familia casi perdió las esperanzas de recuperar con vida al joven de 16 años. Pagó un rescate de 500.000 dólares y entregó alimentos por unos 50.000 dólares, pero la organización ni siquiera envió una prueba de vida.