En Córdoba, Iván Lubatti analiza cada variable de los ambientes diversos que trabaja, para meter a fondo agricultura de precisión. Cómo hacer una rotación sustentable en campos alquilados y por qué se impuso un manejo con maíz tardío.
La campaña 2013/2014 tuvo sus vaivenes. Para algunas zonas, las lluvias significaron serias complicaciones, mientras que para otras “calzaron” como un traje a medida y potenciaron rindes inesperados. Entre estas últimas, en el centro cordobés, con un paquete genético adecuado, fertilización, rotaciones y agricultura por ambientes, Iván Lubatti logró eficientizar la conversión de cada milímetro de agua en kilo de grano.
“Fue una campaña bastante atípica para la zona, con lluvias superiores a lo normal en casi todo el verano”, contó Lubatti a Clarín Rural, mientras, de fondo, una cosechadora terminaba de “tragarse” las últimas hectáreas de soja que quedaban en un campo de la localidad de James Craik. Y agregó: “Hemos tenido excelentes rendimientos en soja debido a esas condiciones ambientales y a los paquetes tecnológicos que estamos usando en fungicidas, control de malezas y genética”. Todo esto le permitió obtener un 15% a 20% más que lo que se esperaba cuando planificó la campaña.
Actualmente, Lubatti trabaja unas 1.500 hectáreas propias y, en total, en asociación con otros productores, alcanza las 4.000 en el centro de Córdoba (Oliva), Río Cuarto y Villa María. La diversificación geográfica es una parte central de la estrategia. “Trabajamos entre un 35% y 40% de la superficie con maíz, un 20% o 30% es para trigo y el resto es soja”, contó Lubatti. El maíz tardío ha ido ganando su lugar a fuerza de estabilidad. Empezaron a sembrarlo en 1998/99 con un 20% de superficie y hoy ocupa el 90%. “Al trigo lo hacemos más como un cultivo que ayuda a la rotación para el control de malezas invernales cuando el año es húmedo”, explicó Lubatti. Esta rotación les permite estar tranquilos con las malezas, aunque hay escapes de chloris, trichloris, yuyo colorado, sorgo de alepo y rama negra, entre otras. Este es uno de los temas que, a futuro, preocupa a Lubatti y su equipo de trabajo.
En lo que respecta a la soja, trabajan con variedades de grupo IV largos y V cortos. Hasta la presente campaña han usado todos materiales RR1, pero en adelante no descartan empezar a usar Intacta y materiales STS.
“Hemos tenido rindes de hasta 45 qq/ha, algo anormal para la zona, en sojas sembradas en noviembre sobre lotes bien rotados, con buena historia de fertilización y materia orgánica”, explicó el productor cordobés.
Así como fue una campaña explosiva para la soja, la cuestión estuvo menos sencilla para el maíz. “Fue muy complicada la siembra de septiembre y octubre porque faltaba agua y muchas hectáreas se pasaron a diciembre”, dijo Lubatti, quien advirtió que con los excesos de humedad de febrero y marzo hubo híbridos con problema de tizón. Todos los materiales que siembran son BT.
“Hemos notado que el piso de rinde de un maíz tardío sembrado en diciembre es mucho más alto que el de uno de agosto o septiembre, porque evitamos el calor y la falta de agua de enero”, explicó Lubatti. Y agregó: “Los últimos años estamos promediando 9.000 kilos en los maíces tardíos contra un maíz temprano que puede dar no más de 10.000, y son más los años en los que se ve afectado por la sequía y ahí los rendimientos se derrumban”.
Cuando los años son buenos, las diferencias entre hacer bien o mal las cosas no se nota, pero cuando vienen años ajustados, cada detalle se vuelve importante. “La rotación nos da estabilidad pero tenemos que tener en claro al momento de negociar el arrendamiento cómo influye en los costos la inclusión del maíz”.
Lubatti le ha encontrado al cereal la vuelta para incluirlo en la rotación. Por sus fechas diferenciales con la soja, complementa muy bien porque se cosecha en un período distinto y permite hacer un aprovechamiento completo de las maquinarias. Los tiempos de trilla se alternan bien.
La diversificación de ambientes y actividades, así como la asociaciación, le han permitido aumentar escala y crecer en eficiencia.
Reflexionando sobre los desafíos del futuro, Lubatti cree que “saber utilizar semillas con varios genes apilados” será clave. “No hay que olvidarse de capacitarse y estar en el lote para saber qué pasa en primera persona. Eso no va a cambiar”, resumió.