La caída de la actividad económica se refleja cada vez con mayor fuerza en el mercado laboral. Los propios datos oficiales reconocen la reducción en la cantidad de empleados en el sector privado de la economía y las expectativas para lo que resta de este año son desalentadoras.
Según un relevamiento hecho por SEL Consultores en mayo, 15% de 144 firmas líderes prevé incrementar sus dotaciones, pero otro 17% dice que las disminuirá. "Es la primera vez desde agosto de 2009 que la proporción de compañías que prevén reducir su número de ocupados supera el índice de las que lo aumentarán", observa María Laura Calí, directora de SEL.
"Está en línea con lo que ocurre en la economía", agrega, tras recordar que los planes de contratación vienen en caída desde hace años. En enero de 2011, un 42% de las firmas decía que contratarían personal en los meses siguientes; en 2013 ese índice había caído al 27%, y luego siguió el deterioro. El porcentaje de empresas que hace un año esperaban desprenderse de parte de su personal no llegaba a la mitad del índice actual.
El vínculo entre las expectativas y los datos preocupantes de la economía real está ratificado por un dato de la propia encuesta: el 72% de las empresas que reducirán personal dicen que el motivo es la retracción de su actividad. En promedio, las firmas estiman que prescindirán de 4% de sus empleados actuales.
Tal como se informó en la edición de ayer, entre el primer trimestre de 2013 e igual período de este año, hubo una leve caída, de 0,3%, en la cantidad de empleados declarados por las empresas privadas al sistema de seguridad social. Hubo bajas más pronunciadas -y agravadas en los últimos meses- en sectores como la industria y la construcción.
El empleo privado formal lleva bastante tiempo estancado. "Desde 2011 se crearon 530.000 ocupaciones, de las cuales 340.000 están en el empleo público y 123.000 son de no asalariados", describe el economista Fausto Spotorno, de Ferreres & Asociados. El empleo en blanco casi no se movió en el período, y esa inercia lleva a que crezca la economía informal, porque allí buscan refugiarse algunos de quienes son expulsados de la actividad registrada.
El trabajo de SEL asigna mayor gravedad, en el caso del empleo formal, a la situación de las industrias de bienes durables. Tres de cada 10 de estas empresas respondieron que disminuirán dotaciones, en tanto que sumaron 18% las que dijeron que harán contrataciones. En las firmas del sector químico y de comunicaciones no hubo ni una respuesta positiva en cuanto a planes de tomar más personal.
Ninguna categoría de trabajadores, por otra parte, se salva de la tendencia negativa. Las expectativas de contratar a operarios, a administrativos, a personal de ventas o a tercerizados están en baja.
Los laberintos de las estadísticas hicieron que, aun en medio de esta situación, el Gobierno mostrara una caída del desempleo en el primer trimestre, respecto de un año atrás, del 7,9 al 7,1 por ciento. Pero esa variación se explica porque se redujo el porcentaje de población activa; es decir, porque menos gente salió a buscar trabajo (y quien no busca no es desocupado, sino "inactivo").
"Este aspecto abre la puerta a la discusión sobre la presencia del llamado desempleo oculto", advierte un informe de economistas del Ieral. Hay datos especialmente llamativos en algunas ciudades del interior (en el Norte, sobre todo) que, según el Indec, tienen muy bajas tasas de desocupación. Pero son lugares que, al mismo tiempo, muestran una reducida proporción de adultos en actividad y, por lo tanto, son pocos los ocupados.
UN ESCENARIO DESALENTADOR
30%
Reducción de personal
- Es el porcentaje de empresas de producción de bienes durables que prevé disminuir sus dotaciones; en el promedio general, el índice es de 17 por ciento
Operarios
- El 21% de las empresas del sondeo de SEL estima que este año disminuirán sus ocupados en esa categoría laboral; un 13% dice que tomará más gente
Consumo masivo
- En este rubro, un 15% de las firmas prevé contratar más empleados y un 17% cree que reducirá su plantel; la tendencia es mejor en bancos y laboratorios
Por Silvia Stang | LA NACION