Jamie, uno de los gemelos de Kate y David Ogg, había nacido sin vida. Pero el amor y el instinto maternal fueron más fuertes, y después de dos horas de mimos y caricias, su corazón volvió a latir. Una increíble historia de amor y de fe.
Muchas personas creen que el amor de una madre puede hacer milagros, incluso cuando la realidad es poco alentadora. Esto fue lo que le sucedió a Kate Ogg, una australiana que después de dar a luz a sus gemelos prematuros, logró algo increíble.
La historia ocurrió hace cuatro años y aún hoy sigue sorprendiendo al mundo. Luego de un complicado embarazo, Kate y David estaban listos para ser padres. Pero durante el parto solo Emily, la nena, logró salir del vientre de su madre sin problemas. Su hermano Jamie había nacido sin vida, pese a los esfuerzos del equipo médico por reanimarlo.
A pesar del dolor que le causaba la mala noticia, Kate tomó al bebé y lo mantuvo junto a su pecho como una manera de despedirse. Después de un tiempo largo de darle su calor, hablarle y mimarlo, el pequeño hombrecito comenzó a tener algunos signos vitales. Para sorpresa de todos Jamie realizaba pequeños suspiros y parecía estremecerse ante las caricias de sus padres. ¿Había revivido?
No sabían qué pensar, ya que les habían confirmado que su hijo no había sobrevivido. Pero ante lo que ellos percibían, decidieron llamar al cuerpo médico e informarles sobre las reacciones del bebé. A pesar de ello, los doctores insistieron que los movimientos eran puramente reflejos y que no estaba vivo.
Entre lágrimas de tristeza y alegría, Kate puso su dedo con una gota de leche en la pequeña boca del niño, y este lo bebió normalmente. Después de dos desgarradoras horas, y ante la atónita mirada de los médicos, Jamie abrió sus ojos y empezó a tener otros signos vitales.
Ninguno de los presentes podía salir de su asombro ya que habían presenciado un milagro y no tenían idea cómo explicar lo sucedido. El amor de madre que Kate ejerció sobre su pequeño, hizo que su corazón latiera cada vez más fuerte y lo volviera a la vida. "Ella hizo lo que hizo por instinto. Si no hubiera hecho eso, Jamie probablemente no estaría con nosotros", declaró David ante la prensa.
Hoy Jamie y su hermana gemela Emily gozan de plena salud y crecen felizmente junto al resto de su familia, gracias al cariño que su madre le brindó al nacer. Una increíble historia de amor y de fe.