El impacto de la noticia pegó en la línea de flotación del Gobierno. La presidenta Cristina Kirchner evitó ayer opinar públicamente sobre la citación judicial a Amado Boudou para que declare como indagado en la causa Ciccone. Pero se comunicó desde Olivos con su vicepresidente para darle todo el apoyo político y anticiparle que varios ministros harían declaraciones públicas durante el día para respaldarlo y descartar un pedido de renuncia o de licencia en su cargo.

La primera mandataria tomó la decisión del juez Ariel Lijo con mucha preocupación. Había imaginado para este fin de semana una recuperación de su protagonismo económico e internacional. Celebró como un triunfo histórico el acuerdo obtenido con el Club de París para pagarle la deuda de 9700 millones de dólares, que fue elogiado incluso por dirigentes opositores.

También pensó en sacarle lustre a su próxima participación en la cumbre de los Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), el 15 de julio -mismo día de la citación de Boudou- en la ciudad brasileña de Fortaleza.

Además, la Casa Rosada consideraba que había logrado desplazar de la tapa de los diarios el problema de la inflación, que se desaceleró aunque fuera por la caída en el consumo y la recesión.

Pese a esos éxitos recientes, los portales de los principales diarios del mundo no hablaban de ellos, sino del caso Boudou.

"El golpe para Cristina fue muy fuerte, porque interfiere de modo crítico en la línea de lograr un alto protagonismo económico internacional. Son dificultades no previstas", dijo a LA NACION un funcionario del primer piso de la Casa Rosada.

Luego del tranquilizador llamado de Cristina Kirchner a su vicepresidente, los encargados de cerrar filas en torno de Boudou fueron el jefe del Gabinete, Jorge Capitanich, que señaló que el ex ministro de Economía "está a disposición de la Justicia, como siempre", y el ministro de Defensa, Agustín Rossi, quien denunció un "prejuzgamiento" y una "campaña" de la prensa por informar sobre el caso.

También la jefa del bloque de diputados del Frente para la Victoria, Juliana Di Tullio, anticipó que la medida judicial "era positiva" porque "le permitiría ejercer su legítima defensa".

Sin embargo, en Balcarce 50 se lamentaron de que el 15 de julio la prensa estará más ocupada con Boudou en Tribunales que con la Presidenta en Fortaleza.

Capitanich calificó esto como una "rara coincidencia" e ironizó: "Siempre estas casualidades existen". La incomodidad será mayor porque Boudou será ese día presidente de la Nación en ejercicio, por la ausencia en el país de la mandataria.

La única esperanza a la que se aferra la Casa Rosada para evitar tanto costo es que la selección argentina de fútbol obtenga el título de campeón en la Copa Mundial de Brasil -la final se jugará el domingo 13 de julio- y la indagatoria pase como una noticia casi irrelevante.

ARGUMENTO OFICIAL

Para fundamentar el rechazo a los pedidos de la oposición de que Boudou renuncie o solicite licencia, el Gobierno adoptó rápidamente una línea argumental: el jefe del gobierno porteño, Mauricio Macri, fue indagado y procesado por una causa de escuchas telefónicas, no renunció a su cargo y sigue en funciones.

Dentro del Gobierno, además, existía información de algunos ministros que indicaban que el juez federal Lijo se apuró a citar a indagatoria a Boudou porque tenía información de que la Sala I de la Cámara Federal lo iba a desplazar de la causa por supuestos errores cometidos en el proceso.

"La Cámara Federal tenía un argumento muy rebuscado y la verdad es que lo apuraron mal a Lijo. Lo acusaban de tomarles declaración testimonial a los Ciccone y de no haberlos indagado. Y la verdad es que es difícil pensar que los Ciccone pueden ser imputados cuando fueron los damnificados en la maniobra", dijo a LA NACION un ministro que tiene llegada a la Presidenta.

¿Le soltará la mano la Presidenta a Boudou? En el Gobierno aseguran que por un lado ya el kirchnerismo, léase el secretario legal y técnico, Carlos Zannini, como operador judicial, no puede intentar negociaciones en los tribunales para defenderlo. "No puede evitar que Lijo siga adelante, es independiente", aseguran. Pero lo que no hará Cristina es pedirle al vicepresidente un paso al costado.

"Ése es un costo político para Cristina mucho mayor al de sostenerlo en el cargo. Su renuncia pegaría muy cerca de los Kirchner. Por eso intentarán prolongar la agonía todo lo necesario. Ahora, el día que deje el Gobierno?", señaló con aire enigmático una fuente oficial bien informada.

En medio de la mala hora política de Boudou -ayer viajó a El Salvador para asistir a la asunción del presidente de ese país, Salvador Sánchez Cerén-, la Casa Rosada observó cómo el gobernador bonaerense, Daniel Scioli, vio la oportunidad para tomar distancia. Prefirió "no hacer comentarios".

Fuente: La Nación