Pasó de representar el 35% de la importación mundial del grano en 2003 a tener un share de 65%. Al mismo tiempo, esto genera dependencia en la economía local.
La demanda china de porotos de soja y derivados se catapultó en la última década y de la mano del boom de las compras asiáticas, la Argentina se volvió más dependiente de esa economía.
Según un estudio de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) elaborado por los especialistas Julio Calzada y Florencia Matteo, las compras de porotos de soja por parte de china crecieron 307% entre 2003 y 2013, hasta las 69 millones de toneladas.
Con este nivel de compras, ese país pasó de ser importador del 35% del total comercializado a nivel mundial a ostentar una participación del 65% sobre el total de soja que se comercializa a nivel mundial. Estos datos son por demás elocuentes acerca de la dependencia creciente que tiene hoy el mercado internacional de soja de lo que suceda con las compras de China y su evolución macroeconómica y social, explican los especialistas. Se trata, nada menos, que de una capacidad de ser formador de precios desde el lugar de la demanda.
Los principales oferentes del mercado mundial de soja en general, y de China en particular, son los Estados Unidos, Brasil y la Argentina, una tríada en la que el país más austral se encuentra bien posicionado como el que más exporta productos procesados.
Sin embargo, si bien la Argentina no tiene una gran dependencia de China en sus exportaciones de porotos, sí la tiene en la colocación de su aceite.
Según explica el trabajo de la BCR, la Argentina exporta el 14% de su producción de porotos; el 95,8% de su producción de harina derivada de la molienda de soja y el 65,2% de su aceite, también producto del crushing. Brasil y los Estados Unidos, por su parte, exportan el 51,7% y el 48% de su producción de porotos de soja, respectivamente, y lo hacen en menor medida para su harina y aceite.
China necesita soja porque debe alimentar a una enorme población, pero necesita el grano porque posee un amplio complejo procesador que no dispone de suficiente materia prima, indica el trabajo.
Al ser China el mayor propulsor de la demanda de la oleaginosa en el mercado global, las acciones del gigante asiático son capaces de generar grandes oscilaciones en las cotizaciones en función de algún suceso interno, asegura la BCR.
De esta manera, según concluye el trabajo, si bien la Argentina posee un mayor margen de maniobra, el vasto desarrollo de nuestro mercado externo oleaginoso posee como debilidad esta vulnerabilidad a las decisiones chinas.