Las imágenes muestran la dimensión del desprendimiento que dejó bajo 30 metros de tierra y piedras a los habitantes de Ab-e-Barik. Suspendida la búsqueda de cadáveres, el sitio fue declarado "tumba masiva".
Las impactantes fotografías aéreas dan cierta dimensión de la magnitud que tuvo la tragedia. Un tramo completo del cordón montañoso se ve totlamente desparramado en el pueblo, cubriendo a cientos de casas y familias.
Ab-e-Barik se erige en el distrito nororiental de Argo, al pie de la la cordillera Hindukush, una de las más elevadas del mundo. Si bien la zona siempre estuvo expuesta a temblores debido a la confluencia de importantes placas tectónicas, nunca nadie imaginó que podría convertirse en un inmenso cementerio para el pueblo.
El deslave se produjo tras dos días de intensas lluvias, que convirtieron a la ladera de la montaña en una gigantesca masa de lodo y rocas.
De acuerdo con los registros oficiales, y a la espera de que se divulgue el número final de víctimas, el desastre del viernes sólo ha sido superado en Afganistán por el terremoto que asoló en 1998 la provincia norteña de Takhar. Al menos 3.500 personas perecieron entonces.
Shah Wali Adeeb, gobernador de la provincia de Badakhshan, confirmó que ante la imposibilidad de desenterrar a las personas atrapadas a 30 metros de profundidad, el lugar sería declarado "tumba masiva".
"Hemos integrado una comisión para identificar a las víctimas y atender a sus familias", precisó el funcionario, que indicó que los equipos de rescate "han recuperado más de 300 cadáveres".
Adeeb advirtió que uno de los problemas para identificar a las víctimas de sexo femenino es que "en las cultura afgana las familias no registran el nombre de las mujeres, por lo que conocemos el apellido pero no el nombre de muchas".
El gobernador provincial indicó que dos helicópteros habían salido de Kabul para colaborar en las labores de rescate, pero no tuvieron éxito. "La maquinaria de que disponemos no sirve en este caso", afirmó.
Unas 700 familias pudieron ser trasladadas a una zona segura, ante la inestabilidad del terreno en el área del siniestro, y recibieron tiendas de campaña y mantas para pasar la noche.
El desastre causó la muerte de unas 1.500 cabezas de ganado, que también perecieron bajo toneladas de barro y rocas.