En la antesala del mundial de fútbol y a la espera de los comicios presidenciales donde Dilma Rousseff apuesta a la reelección, Brasil comenzó a “echar leña al fuego” lento de su economía para asegurarse una base de votantes y evitar que el afán por contener la inflación se cobre empleos y votos. Que tenga éxito o no será clave para la Argentina, que atraviesa un año de estancamiento y necesita más que nunca la tracción del mayor socio del Mercosur.

Por cada punto que deja de crecer Brasil, de este lado de la frontera implica un impacto de US$ 500 millones menos en exportaciones. Y el consenso entre los economistas y organismos internacionales es que Brasil, pese a todo el combustible que implica la realización del mayor evento deportivo del mundo y el momento electoral, crecería el 2% en 2014.

“El Gobierno continúa intentando controlar la inflación, y para esto ha tomado medidas de política fiscal restrictiva, donde aumentó la tasa de interés y la semana pasada anunció el aumento de impuestos para algunas bebidas, entre ellas la cerveza. Menos reducir el gasto público, está utilizando una fórmula para enfriar la economía, y esto restringe el crecimiento”, resume el analista Gustavo Segré, consultor de empresas en Brasil, sobre la política de Dilma Rousseff.

La semana pasada, Rousseff puso en marcha los anuncios: 10% de aumento para el plan Bolsa de Familia, que apunta a cubrir las necesidades básicas de 36 millones de brasileños, y la actualización del impuesto a las ganancias –aunque por debajo de la inflación–, dos medidas que apuntan a estimular el consumo. Según prometieron, además, los funcionarios brasileños que se reunieron con los ministros Axel Kicillof y Débora Giorgi la semana pasada, también habrá incentivos para reactivar el mercado interno de autos, lo que aliviaría a las terminales locales. Esto se convertiría en una buena noticia, por ejemplo, para la filial argentina de Volkswagen, que negocia con el sindicato de mecánicos Smata un plan de jubilaciones anticipadas para 700 trabajadores a raíz de la baja de la demanda de su modelo Suran tanto en el mercado interno como en Brasil.

“Un mayor crecimiento de Brasil tracciona a la Argentina pero la influencia es limitada por un problema de competitividad interno, sobre todo en las exportaciones industriales”, explicó el economista de Abeceb.com Mauricio Claverí. “Está todo muy concentrado en automóviles. Más del 50% de las exportaciones el año pasado fueron autos y partes. Si se reactiva la demanda de vehículos, podría aliviar un poco” frente a las suspensiones de las terminales locales. El resto de las exportaciones, según el economista, está “condicionado por la competitividad o por problemas internos”, como en el caso del trigo.

El comercio con Brasil también sufre por los problemas domésticos. La inflación del 10% en el primer trimestre se cobró buena parte de la devaluación de enero, hasta dejar una tasa efectiva de $ 7,20, por debajo de los $ 8 por dólar que marcan las pizarras de la City. “La única suerte relativa es que el dólar en Brasil perdió valor: de comenzar el año a 2,35 reales, está en 2,23 reales”, recuerda Segré.

Los ministros brasileños de Hacienda, Guido Mantega, y de Industria, Mauro Borges, anticiparon a los participantes de la reunión por el acuerdo bilateral automotor la semana pasada que habrá incentivos sectoriales. Pero fuentes del sector argentino se mostraron escépticas sobre el impacto. “Cae más el mercado interno en la Argentina que en Brasil”, explicaron sobre la baja del 35% que se registró en los 0 km en marzo. En el país vecino, en cambio, la asociación que nuclea a las terminales (Anfavea) ya prevé “una recuperación”.

“Lo más importante para la Argentina es el financiamiento a las importaciones” que se negocia con Brasil. Pero implica más desequilibrio en la balanza. Por eso Argentina reclama que Brasil le compre más e integre más autopartes”, repasa Claverí sobre la mesa bilateral automotriz.

En Brasil, en tanto, hay dudas sobre cuánto puede aportar la Copa del Mundo al crecimiento y, por ende, cuánto puede traccionar de nuestro lado. “Los aeropuertos y obras de infraestructura están lejos de estar listos. Esto generó un aumento enorme en los gastos del gobierno y si bien se espera que haya aumento de actividad, no se sabe si el resultado final será con signo positivo”, indica Segré. Sí habrá impacto en turismo y servicios conexos. Pero los índices de confianza siguen en baja: la del consumidor cayó 0,8% en marzo y la de la industria, 0,6% en abril. La incertidumbre por las elecciones, en ese marco, posterga decisiones de compra y de inversión, y termina demorando cualquier nuevo impulso a los países de la región que lo necesitan, como la Argentina.

Fuente: Perfil.com