Un relevamiento detectó un alza del 24% desde noviembre. Se siente más en los de venta libre y puede llegar al 50%. Según fuentes del sector, la demanda de opciones económicas se duplicó.
Hubo varios saltos y por distintos motivos. El efecto fue uno solo: desde fines del año pasado, y pese a regir un acuerdo de precios, la gente debió pagar cada vez más por los remedios. Las subas rondan el 24% en cuatro meses, a un promedio de casi el 6% mensual. Y con sueldos muy castigados por la inflación, muchos clientes no las aceptaron. La venta en farmacias cayó y se reactivó la demanda de las opciones “genéricas”.
Las primeras subas se habían aplicado en diciembre, tras la renuncia de Guillermo Moreno. Luego, en enero, llegó la devaluación y se denunciaron nuevos saltos, del 15 al 50%. Entonces el Gobierno intervino y acordó con los laboratorios retrotraer los valores al nivel del 31 de diciembre, con una suba máxima del 4% en promedio.
Hay polémica sobre si ese pacto se cumplió, pero es evidente que su efecto fue limitado.
Clarín calculó que 34 remedios de uso masivo hoy salen en promedio 24% más que en noviembre, con mayor incidencia en los de venta libre y subas que superan el 50%.
“En marzo se hizo la reducción acordada, pero quedó un alza de precios considerable. Los 50 remedios más vendidos ahora salen 20 a 21% más caros en promedio que en noviembre”, indicó Claudio Ucchino, titular del Colegio de Farmacéuticos y Bioquímicos.
De otra opinión, en el Sindicato de Farmacéuticos y Bioquímicos afirman que “los precios no bajaron”. “En lo que va del año, el alza ronda el 30% en remedios con receta y el 40% en los de venta libre, que son 1 de cada 4 y no entraron en el acuerdo. Nos preocupa porque las ventas caen”, indicó Marcelo Peretta, titular del gremio.
En la Cámara Argentina de Farmacias, en tanto, señalaron que los incrementos eran necesarios porque los precios de remedios venían subiendo “menos que el costo de vida real”. “Debían aumentar no 30%, sino 160% para llegar a un nivel razonable”, indicó Rodolfo Barrero, titular de la entidad.
Lo cierto es que los retoques bastaron para que la gente empiece a ajustarse. Según la CAME, las ventas en farmacias cayeron 3,9% en enero, 6,2% en febrero y 5,9% en marzo. Además, en los negocios notan que los clientes volvieron a interesarse por las versiones más baratas de cada droga: los “genéricos de marca”, que tuvieron subas más leves, prometen iguales efectos y pueden salir hasta 80% menos (ver Mucho más baratos...).
Carlos Villagra, titular de la Asociación de Farmacias Mutuales y Sindicales, contó que hace un año era “genérico” un 5% de los remedios vendidos. “Hoy por la situación económica se llega al 15%, según datos de las droguerías y el análisis de las ventas. La demanda al menos se duplicó”, detalló.
En Economed, una red de farmacias especializada en “genéricos”, aseguran que sus ventas crecieron 18% en cantidades desde fin de año. “La aceleración fue muy importante. Vamos camino a alcanzar los promedios de 2003 a 2007, los años de mayor dinamismo para el sector”, afirmó Javier Basanta Chao, presidente de la cadena. Y detalló que la demanda creció principalmente en remedios de venta libre como relajantes musculares, analgésicos, antigripales y para trastornos gastrointestinales.
En Farmacias del Dr. Ahorro, una cadena orientada a “similares” económicos con más de 50 locales, también notaron un aumento “bastante significativo” en las ventas de sus productos, que cubren hasta el 80% de las enfermedades crónicas por precios –afirman– 50 a 75% menores. “Crecieron las consultas, principalmente de pacientes crónicos, que ven reflejados de forma inmediata en sus gastos mensuales los bruscos cambios inflacionarios”, indicó Paula Repetto, gerente general de la firma.
Contra el colesterol, por ejemplo, la atorvastatina de un laboratorio líder pasó de $ 174 a $ 225, mientras que su reemplazo genérico cuesta $ 68. Para la gastritis, el omeprazol pasó de $ 25 a $ 39 en una primera marca, y el similar está a $ 20. Con diferencias tan grandes y un bolsillo más apretado, la “marca” empieza a ser un lujo del que muchos ya vuelven a prescindir.