Luego de casi una semana de misterio por el hecho de que no había rastros de él en el lujoso barco, apareció su cadáver, flotando en aguas del Río de la Plata, más precisamente en las costas de la localidad de Punta Lara, en el partido de Ensenada.

La travesía se inició el sábado 8 de marzo, cuando Odair Marcos Faría, de 61 años, junto a su esposa, María Cristina Florio Bonafín, de 58, residentes en la ciudad de San Pablo, abordaron el crucero Costa Fascinosa, de bandera italiana, en el puerto de la ciudad brasileña de Santos.

El viaje -que tenía como destino final Buenos Aires- había sido un obsequio especial por parte de los hijos del matrimonio, a raíz de que recientes estudios médicos habrían detectado una enfermedad terminal en el hombre.

Todo transcurría con normalidad en esa auténtica ciudad flotante, en la que a lo largo de once días convivirían unos 2500 pasajeros y más de 300 tripulantes y personal de a bordo, distribuidos en 1508 camarotes, teniendo a su disposición 5 restaurantes, gimnasios, termas, saunas, 4 piscinas y pista polideportiva.

Hasta que el martes 11, tal como lo habían hecho hasta ese momento, la pareja había pactado encontrarse en uno de los 13 bares del barco, para compartir el desayuno. Eran las 7.30, y la mujer no lo encontró. Empezó a buscarlo. Y la desesperación se fue apoderando de ella, a medida que pasaban los minutos, y el hombre no aparecía.

Como en una novela de Agatha Christie, la mujer dio aviso a las autoridades del crucero de que, literalmente, Faría había desaparecido.

El Costa Fascinosa pertenece a Costa Cruceros, la misma empresa propietaria del Costa Concordia, el crucero que naufragó en Italia a las orillas de la isla de Giglio el 13 de enero de 2012. Y está considerada como una de las embarcaciones más imponentes de su tipo.

Mientras la búsqueda se intensificaba por todos los rincones del navío, dos días después, en la tarde del jueves pasado, personal de Prefectura encontró el cuerpo sin vida de un hombre, vestido únicamente con un short de baño color amarillo, flotando, atascado en una zona de juncos.

El cadáver estaba a unos 50 metros de la costa, sobre el Río de la Plata, más precisamente entre las dependencias del Club Universitario y el camping del Sindicato de Empleados de Comercio (SEC), en jurisdicción de la localidad de Punta Lara, partido de Ensenada.

La descripción que se hizo del cuerpo era que se trataba de una persona de entre 50 y 60 años, de contextura física robusta, tez blanca, con barba, cabellos muy cortos, de 1,75 metro de estatura aproximadamente, sin tatuajes visibles y sin otras señas particulares.

Sin embargo, hasta anteayer no se había vinculado la desaparición de un pasajero del crucero con el hallazgo del cadáver.

Fue recién el martes último que, después de casi una semana de investigación, se estableció que se trataba del empresario paulista, quien fue identificado por su esposa en la Morgue Judicial de la capital bonaerense.

Con la intervención de la fiscal de La Plata, Ana Medina, se siguieron varias pistas, para determinar si se estaba en presencia de un accidente, un homicidio o un suicidio, mientras que los primeros análisis sobre el cadáver arrojaron que la víctima había muerto por asfixia por inmersión.

Y en las últimas horas ganó fuerza la posibilidad de que Faría se habría arrojado a las aguas, de acuerdo a lo que habrían revelado las cámaras instaladas en la embarcación.

Para los investigadores, la hipótesis del accidente quedó prácticamente descartada en un primer momento, en virtud de las estrictas medidas de seguridad y protección para los pasajeros que disponen los barcos de este tipo.

Otro tanto ocurrió con la idea de un homicidio, por cuanto no se detectaron signos de lesiones ni violencia en el cuerpo del empresario brasileño.(Fuente:lanación.com)