El cardenal Chibly Langlois, obispo de Les Cayes y presidente de la conferencia episcopal nacional, se convirtió hace diez días en el primer cardenal de la historia de Haití, uno de los países más pobres del mundo.

Tal como destacó su designación como uno de los primeros 19 cardenales de Francisco fue todo un mensaje del rumbo que Jorge Bergoglio quiere imprimirle a su pontificado, ya no eurocéntrico sino de cara a las periferias, no sólo geográficas, sino existenciales , del mundo.

De 55 años, Langlois es el cardenal más joven de esta primera tanda de purpurados de Francisco, que optó por elegir a colaboradores que fueran pastores "con olor a oveja", cercanos a su pueblo y comprometidos con la realidad de su gente.

Profesor de teología pastoral, en diversas circunstancias Langlois hizo oír su voz para denunciar el sufrimiento y la miseria de su pueblo, de casi 10 millones de habitantes. Además, fue mediador en las negociaciones para promover el diálogo entre el presidente de Haití, Michel Martelly, y sus opositores que desembocó en la iniciativa de reconciliación nacional Juntos por el Bien de Haití.

Su nombramiento fue anunciado por el Papa justo en el cuarto aniversario del atroz terremoto que el 12 de enero de 2010 devastó a Haití y mató a 220.000 personas.

-¿Qué significó para usted haberse convertido en el primer cardenal de la historia de Haití?

-Recibo esta designación de parte del papa Francisco como una atención especial al pueblo y a la Iglesia de Haití. Soy una pobre persona a la que el Papa eligió para esta responsabilidad, pero esto es ante todo un regalo para la Iglesia de Haití. Sabemos que el Papa tiene su corazón especialmente atento a los pobres, a las personas que viven situaciones muy difíciles, y yo recibo este nombramiento como un medio para decirle a Haití que la Iglesia no olvida a este país después de cuatro años del terrible terremoto que lo devastó.

-El Papa quiso enviarles un mensaje de apoyo muy especial.

-Sí, con mi designación, el Santo Padre, que conoce la situación de tristeza y sufrimiento de Haití, invita a desarrollar la alegría que viene del Evangelio de Dios. Sabemos muy bien que en su exhortación apostólica "Evangelii Gaudium", el Papa invita a todo el pueblo de Dios a cultivar la alegría que viene de Dios, que nadie nos puede robar.

-¿Conocía al Papa?

-No, no lo conocía de antes, porque yo no fui a la reunión de la Celam en Aparecida (Brasil, 2007), sino que fueron otros hermanos. Pero a través de estos meses de pontificado, ya casi pasó un año, hemos aprendido a conocerlo con su gran comunicación con todo el pueblo de Dios, con la inmensa energía que irradia.

-¿Fue una sorpresa para usted ser nombrado cardenal?

-Sí, para mí, pero también para los demás cardenales. No esperaba esta designación y fue una muy buena sorpresa saber que me había elegido colaborador.

-¿Qué le dijo el Papa cuando habló con él?

-El Papa siempre tiene una palabra para cada persona, y ante mí expresó fraternidad y amor. Y yo le expresé mi gratitud personal y también en nombre del pueblo de Haití.

-Un cura argentino que estuvo en Haití y lo conoce me dijo que usted nunca fue un obispo de estar en el palacio, sino que siempre estuvo junto a los pobres, el modelo que quiere Francisco.

-Es la realidad que tenemos que vivir hoy nosotros, que somos ministros de Dios. Tenemos que estar cerca de los pobres y de las personas que sufren, cerca de la gente y de la sociedad. De hecho, la Iglesia de Haití está comprometida en el diálogo entre los actores de la vida política para ayudar a cambiar la situación. La Iglesia está en el mundo para ser la sal y para ser la luz, porque Dios quiere que vivamos en la alegría y en la paz. Por eso tenemos que ayudar a las personas que sufren.

-Usted dijo que su designación es un regalo para Haití, pero también es otro mensaje para el mundo de que la Iglesia tiene que abrirse a las periferias.

-Seguramente. El Papa envía un mensaje a todo el mundo, que refleja su especial atención para los países que están en una situación difícil. Él quiere que llevemos el testimonio de la fe de la Iglesia de Haití a la Iglesia Universal.

UN CARDENAL PASTOR

Tuvo un papel clave en el diálogo político de Haití

Chibly Langlois
Cardenal
Edad: 55 años
Origen: Haití
Ordenado sacerdote en 1991, Langlois pasó por varias parroquias hasta ser designado obispo por Juan Pablo II en 2004. El 12 de enero pasado, cuarto aniversario del devastador terremoto que demolió Haití, el papa Francisco levó al cardenalato a Langlois, el primer haitiano en acceder a ese honor.

Fuente: lanacion.com