La prótesis fue probada con éxito en un paciente danés, quien perdió su brazo izquierdo. El hombre puede sentir los objetos que levanta.
Científicos de cinco países europeos han conseguido crear una prótesis repleta de sensores que le permiten a su portador sentir lo que agarra.
El beneficiado con este desarrollo es el danés Dennis Sorensen que perdió su brazo izquierdo cuando un petardo le explotó cerca suyo.
Desde hace mucho tiempo que Sorensen tiene este brazo biónico que le permite agarrar objetos. Pero ahora el sentido del tacto le permite ajustar la sensibilidad y poder manipular la prótesis con tanta precisión como para agarrar un vaso de plástico y no romperlo.
En un trabajo coordinado, neurólogos, ingenieros y cirujanos consiguieron colocarle sensores electrónicos en la mano biónica y conectarlos con los nervios cercenados por el accidente con pirotecnia.
El trabajo detallado se publica en la revista Science Translational Medicine .
El paciente ahora puede identificar las formas y dureza de los objetos. Incluso puede modular la fuerza de agarre sin ver ni oír lo que estaba tomando, algo impensable con las prótesis actuales.
Tras años de investigación, los científicos seleccionaron a Sorensen de una lista de 20 candidatos y lo llevaron hasta el hospital Gemelli de Roma, según cuenta el sitio de divulgación Esmateria.com .
En esta institución, cirujanos y neurólogos le implantaron cuatro electrodos de un diámetro menor de 100 micras (una micra es igual a la millonésima parte de un metro) en los nervios ulnar (o cubital) y mediano del brazo.
Aunque hay otros nervios importantes para esta articulación, como el radial, “los dos elegidos son los que enervan casi la totalidad de la palma de la mano y, en particular los dedos”, dice Stanisa Raspopovic, de la Escuela Politécnica Federal de Lausana y principal autor de la investigación.
De forma paralela, colocaron una serie de sensores de tensión en una mano robótica desarrollada por la empresa Prensilia.
En milisegundos, el sistema convierte los datos de los sensores en señales eléctricas que pasan a los nervios desde los electrodos implantados. Inversamente, también traduce las órdenes del cerebro, vía impulsos nerviosos, en más señales eléctricas que activan la mano y los dedos.
“Fue increíble. De pronto, mi mano hablaba con mi cerebro de nuevo”, recuerda Sorensen.