No se produjeron novedades sobre el caso. No obstante, desde la Policía trascendió que se está trabajando sobre una pista concreta.
Inriville. “No hay nada de nada, no tenemos nada para decir porque no sabemos absolutamente nada”, dijeron casi a coro Jessica y Brenda Fontana, las hijas de Mariela Viviana Bortot (40), quien desapareció sin dejar rastros el 25 de enero pasado.
Ayer, las hijas y uno de los hermanos de la mujer esperaron con ansias la llegada de los canes de la Policía de Córdoba para seguir con la búsqueda en los lugares donde se la vio por última vez. La brigada llegó pasado el mediodía a la Comisaría local y la familia fue convocada para ofrecerles información sobre los últimos pasos de la investigación.
En la sede policial, estaba el auto del ahora único sospechoso, un expolicía que, según el testimonio de los pobladores de la pequeña localidad, estaba “enamorado” de Mariela y no era correspondido. Fue esta persona, de la que aún no se brindaron más datos, la que encabezó una de las primeras búsquedas de la mujer apenas se tuvo certeza de su desaparición.
Desde temprano, Claudio Bortot, el hermano de la mujer, se sentó frente a la Comisaría esperando novedades. Su rostro mostraba el cansancio y la desesperación de las últimas horas. “Mis padres son gente grande, y la cabeza no les da para pensar”, le dijo a este diario en ese mismo lugar. “Mi hermana nunca estuvo metida en cosas raras. Es una mujer de laburo, muy conocida en el pueblo porque trabajó en varios lugares, en bares de Marcos Juárez y de este pueblo”, aseguró.
Claudio manifestó que lo que sienten por estas horas es una mezcla de angustia, ansiedad y desesperación. “Queremos que se sepa qué le pasó. Creemos que está viva, pero necesitamos saber cómo está”, señaló.
A ocho kilómetros del ingreso a Inriville, una cuadrilla de unos 10 policías recorrió ayer por la mañana la costa del río Carcarañá. “Estamos hace días rastreando palmo a palmo todos los campos, todas las casas, todos los lugares donde puede haber estado”, le dijo a este diario uno de los efectivos.
En las calles, la gente no habla de otra cosa. “Una vecina me contó que vieron al expolicía, que custodia los campos del intendente, empapado en sudor y sucio, como embarrado, el día que desapareció Mariela”, aseguró una empleada de un bar de la calle principal de Inriville. Quizás, como si fuera una expresión de deseo, en el pueblo casi todos creen que está viva, que fue raptada y que aparecerá de un momento a otro.
Según versiones, el expolicía habría plantado la ojota que apareció en los primeros días de la búsqueda para despistar.
La conmoción es tan grande que, el fin de semana pasado, se debía realizar un festival que convoca a miles de personas todos los años y, a raíz de la desaparición de Bortot, se suspendió, a pesar de tener contratadas a figuras de la música de relieve nacional.
“Es tremendo lo que está pasando. Pensamos que está viva, que alguien la levantó y la tiene secuestrada”, deslizó un hombre enfrente a la estación de YPF, en cuyo bar trabajaba Mariela. Una mujer detuvo el avance de su bicicleta para hablar con el periodista de este diario: “No pueden hacer sufrir tanto a una familia, necesitamos que Mariela aparezca sana y salva”, imploró.
En la Policía, ayer no se brindaron mayores datos, pero aseguraron que estaban trabajando sobre una pista concreta. El hermetismo es un signo, y ni siquiera se les comunicó a los familiares de qué se trata esta nueva hipótesis de búsqueda. “El fiscal (Gustavo Viramonte) nos ha pedido que no hablemos, y hoy (por ayer) está reuniendo nuevo material para avanzar en la investigación en los próximos días”, recalcó un oficial que pidió no ser mencionado.