El Río de la Plata, uno de los más caudalosos del mundo, no alcanza a depurar la costa bonaerense; bacterias, plomo, cadmio y detergentes figuran entre los contaminantes; por qué en Uruguay no es tan nocivo.
Parece una gran contradicción. O tal vez sea un castigo de la naturaleza . Lo cierto es que en una ciudad ubicada sobre la orilla de uno de los ríos más caudalosos del mundo sus habitantes no pueden sofocar el calor con un chapuzón. Por ese motivo, las altas temperaturas convierten a la metrópoli en un desierto de cemento.
Lamentablemente, se trata de una realidad cotidiana. La contaminación de las aguas del Río de la Plata, especialmente en la costa, sólo permite a los porteños mirar el paisaje ribereño y pensar cómo en la otra orilla, en Montevideo, miles de bañistas pasan el día en la playa.
Bacterias como enterococos y Escherichia coli se acumulan en las costas desde San Isidro hasta La Plata, a los que se suma la presencia de metales pesados como cromo y plomo. A esto hay que agregarle la cantidad de basura que se acumula, que llega de los arroyos entubados que descargan en el Río de la Plata. Semejante nivel de contaminación sólo permite que naden por allí especies adaptadas o más resistentes, como carpas, palometas o algún dorado perdido que baja del Paraná.
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Sin embargo, no siempre fue así. Hace poco más de 50 años, en la zona había balnearios y la gente disfrutaba no sólo de la costa, sino también del río, sobre todo en la zona sur."El gran problema fue que el crecimiento de la ciudad no fue acompañado por una infraestructura sanitaria adecuada", explicó a LA NACION Carolina Rísolo, gerente del Área de Riachuelo y Borde Costero de la Agencia de Protección Ambiental porteña.
El crecimiento al que se refiere la funcionaria es el que convirtió a Buenos Aires en lo que es hoy. El primer censo de la ciudad se hizo en 1778 y para entonces se contabilizaron 24.754 habitantes. En 1909, con la llegada de extranjeros a la Capital, se superó el millón de habitantes y en 1947 la población llegó a 2.981.043, número que se mantuvo más o menos estable hasta nuestros días.
Ese crecimiento incluyó el desarrollo de infraestructura urbana, radicación de industrias e instalación de sistemas sanitarios. Cabe aclarar que lo que se descarga en el río también proviene de los arroyos que llegan desde la provincia de Buenos Aires, donde la población también ha crecido.
"Uno de los principales parámetros de contaminación es el bacteriológico, que se genera por el vuelco directo de las cloacas. A eso se suma que el sistema de drenajes, en especial del casco antiguo, conecta pluviales con cloacales y llega todo mezclado", agregó Rísolo. La expansión de la ciudad no incluyó el desarrollo de grandes obras sanitarias. Por los conductos cloacales también vuelcan algunas industrias.
"Los aportes de metales pesados como el cromo y el plomo e hidrocarburos totales estimados para el área metropolitana de Buenos Aires son de 1,8 y 103 toneladas por día, respectivamente", indica un estudio realizado para la Agencia de Protección Ambiental por el programa internacional Freplata, una iniciativa argentina y uruguaya financiada por el Fondo Mundial del Medio Ambiente de las Naciones Unidas.
Un informe del Instituto Nacional del Agua agrega además que esa agua no puede ingerirse ni se recomienda la inmersión en ella.
"El tipo de contaminación que se genera desde la ciudad al Río de la Plata deriva de los ríos y arroyos, las cloacas, los efluentes industriales, los basurales a cielo abierto y las descargas clandestinas. En menor medida, también a partir de los gases tóxicos generados por el parque automotor, los cuales se disuelven en las aguas del Río de la Plata, modificando algunas de sus características físico-químicas", agrega.
Hasta la conformación de la Ceamse (Coordinación Ecológica Metropolitana Sociedad del Estado) en la zona sur porteña se depositaba la basura de la ciudad. "La Boca, Barracas, Nueva Pompeya, Villa Riachuelo, Villa Soldati, Villa Lugano y Mataderos albergaron los saladeros, el puerto, las barracas, las fábricas alimentarias, la industria de la impresión y edición, los productos metálicos, textiles, las maquinarias y los equipamientos, el transporte de cargas, los depósitos y la logística, además de una gran cantidad de asentamientos precarios. Hoy, la zona alberga el 60% de las industrias grandes de la CABA, el 30% de las medianas, el 30% de las pequeñas y el 23% de los microemprendimientos", indica el informe.
Si bien en Montevideo la costa está contaminada, la situación del lado argentino es más crítica. "Esto se debe, por un lado, a que el desarrollo industrial y demográfico es más grande que en el lado uruguayo y, por el otro, a una cuestión geográfica: por el modo en que se mueven las corrientes de agua, los sedimentos tienden a asentarse en la franja sur, a diferencia de lo que sucede en Montevideo, donde las aguas llegan limpias a sus costas", explicó Marco Vermaasen, coordinador del Proyecto Freplata II. "Hasta la ciudad de Magdalena, el agua no es apta para recreación y mucho menos para ser consumida", indicó Vermaasen.
Cabe recordar que el río es la fuente de donde Agua y Saneamiento SA (AySA) toma el recurso para potabilizar. Las tomas están varios kilómetros más adentro. "El río tiene una capacidad de depuración enorme. A medida que uno se aleja de la costa la calidad del agua cambia notablemente", agregó Rísolo.