El hombre habría sido cliente de una travesti, quien quedó detenida junto con otro sujeto. El olfato de un taxista echó el plan a perder.
“Estos son choros. Qué h... de p... Están robando el quiosco”. Sin pasajeros, el taxista deambulaba por el Centro de la ciudad de Córdoba en busca de algún viaje. Mientras iba lentamente, vio a dos personas que sacaban de manera sospechosa una enorme bolsa negra de consorcio de un quiosco.
El trabajador supuso que eran ladrones, dio vuelta a la manzana y les contó lo que vio a dos policías. Cuando los uniformados llegaron corriendo al lugar, vieron a un hombre y a una travesti, quienes, a su vez, se asustaron y quisieron meter la bolsa en el quiosco de nuevo. Ya era tarde. Los policías revisaron el bulto y quedaron paralizados de espanto cuando, en el interior, vieron entre la basura, por un lado, la cabeza de un hombre y, más abajo, su torso desnudo lleno de sangre.
Las extremidades de la víctima, brazos y piernas, fueron encontradas al rato en dos bolsas, también de consorcio, a unas pocas cuadras de allí.
Ayer, en Córdoba, se escribió una nueva historia de horror. Los protagonistas fueron dos hombres –entre ellos, la víctima fatal– y una travesti que, se cree, ejercía la prostitución.
La presunción de los investigadores es que el hombre descuartizado habría sido cliente de la trabajadora sexual y que, en el marco de una relación, por causas a determinar, fue apuñalado y degollado supuestamente por ella y otro hombre que estaba en el domicilio. Siempre según los pesquisas, los sospechosos pensaron que la mejor forma de ocultar el crimen era descuartizar el cadáver con un cuchillo de carnicero y repartir sus restos en varios puntos de la ciudad. No contaban con el olfato del taxista ni con que los domingos no se junta basura.
Horror embolsado. Eran poco más de las 5 de ayer y el Centro de Córdoba tenía poco movimiento.
Tras el aviso del taxista, los dos policías llegaron corriendo al quiosco de Paraná 44. Tras revisar la bolsa y hallar la cabeza y el torso, los uniformados entraron al comercio. “El lugar era un desastre. Había sangre por todos lados. Era un asco”, graficó un efectivo policial.
El domicilio tiene un quiosco en el frente y una pequeña habitación con una cama atrás.
Además de la sangre, en el piso había un cuchillo tirado, botellas de alcohol enteras y rotas. También se halló una bolsa con un polvo que sería cocaína. A los pocos minutos, el sitio quedó poblado de más hombres de azul. En el piso había un DNI. Uno de los policías miró la foto del documento y abrió la bolsa para corroborar. No había dudas: era el hombre. La travesti y el sujeto que la acompañaba se miraron y callaron.
“El caso se esclarece ya. No hay que perder tiempo”, ordenó el fiscal José Mana al jefe de los investigadores. Así fue que se allanó la casa de uno de los dos sospechosos, cerca del Neuropsiquiátrico, en barrio Juniors, cruzando el río Suquía. Frente a la casa había una bolsa negra. Dentro, hallaron dos piernas con las medias puestas. A la vuelta de la cuadra, otra bolsa con los brazos esperaba el paso de los camiones recolectores.
A Omar Demetrio González (60) lo mataron de una puñalada en el corazón y un corte en el cuello. La travesti y el hombre, de 30 y 54 años, quedaron presos por homicidio simple.
Para el fiscal y la Policía, el caso está “resuelto”.