Pep Guardiola, ante la mirada respetuosa de Alejandro Sabella y el asedio de decenas de micrófonos.
"¿Cómo es Pep? Es un mar de dudas.", responde el hombre, mientras camina por La Masía, que conoce de memoria, tanto como al personaje en cuestión. No es una crítica, todo lo contrario. Enseguida aclara: " Mira. Si tienes la oportunidad de entrevistarlo, ten por seguro que él te hará tantas preguntas a ti como tú a él. Así hace con todos. Después, eso sí, saca sus conclusiones y toma sus decisiones".
Difícil encontrar una definición más precisa para Joseph Guardiola que aquella oída a principios de año, justo ahora que él ha llegado a la Argentina para ofrecer su famosa conferencia sobre liderazgo. Siete años después de su última visita, aunque aquella pasó bastante más inadvertida, en octubre de 2006, antes de lanzarse de lleno a la dirección técnica, anduvo por aquí en puntas de pie, dispuesto a. hacerles miles de preguntas a Marcelo Bielsa y a César Luis Menotti. Su amigo, el cineasta David Trueba, relató aquellos encuentros, particularmente el que tuvo con el Loco. "Se prolongó 11 horas, tras un asado en su casa de campo en las afueras de Rosario. Hubo discusiones acaloradas, consultas al ordenador, repaso de técnicas, puesta en escena de posiciones. Hubo preguntas complicadas: '¿Por qué usted, que conoce toda la basura que rodea al mundo del fútbol, el alto grado de deshonestidad de cierta gente, aún quiere volver, y meterse a entrenar? ¿Tanto le gusta la sangre?' Pep lo pensó dos veces: 'Necesito esa sangre', le respondió".
Desde aquella charla hasta hoy, Guardiola ha ganado 14 trofeos sobre 19 y 11 finales sobre 12 como entrenador. De manera consecutiva, en un mismo año, festejó la Copa del Rey, la Liga, la Champions, la Supercopa española, la Supercopa europea y el Mundial de Clubes. Fue el único DT en conseguirlo de ese modo. Le dio la puntada final, después del primer agujazo formador de un tal Laureano Ruiz y del diseño general de un tal Johann Cruyff, al mejor equipo de fútbol de la historia, el Barcelona 2009/12. Después, dio un paso al costado y se exilió en Nueva York hasta que hace poco que aceptó la oferta de Bayern Munich, del que se hará cargo a partir de junio. No fueron los US$ 22,7 millones anuales los que lo tentaron, sino el desafío. Para alguien que tiene más preguntas que respuestas, algo lógico.
Lo que no ha sido lógico, según él, es el recibimiento en la Argentina: "Creo que nunca podría dirigir aquí, es impresionante la expectativa que despierto. Buenos Aires es una ciudad que te abruma. Ni que hubiera inventado la sopa de ajo", bromeó, en uno de los salones del entrepiso del Four Seasons, donde compartió un almuerzo con 150 invitados. Hubo fotos mesa por mesa y encuentros donde una y otra vez ponía en juego aquello de preguntar más que responder. Con Miguel Brindisi, o con el inefable Bambino Veira. También con Julio Falcioni, insólitamente sentado bien pegado a Daniel Angelici. O con Gustavo Posse, intendente de San Isidro. Abrumado, buscó complicidad en dos amigos de diferentes épocas: Juan Antonio Pizzi, a quien Pep mismo buscó, y con Gaby Milito, que lo fue preparando desde el aeropuerto para lo que le esperaba. También estuvieron, entre otros, Alejandro Sabella, David Trezeguet, los entrenadores del seleccionado de básquetbol, Julio Lamas y Sergio Hernández, y el piloto de TC Matías Rossi. Tuvo que hacerse el tiempo para golpear con un martillo el cáliz que el orfebre Pallarols está preparando para el Papa Francisco y recibió de regalo lo típico: un mate de plata.
Cerca de las 15 dejó el salón, seguramente aliviado. Había escuchado un par de preguntas bien "argentas", como " ¿Messi o Robben? " y " ¿Boca o River? ", que, claro, no tuvieron respuesta. Y se preparó para el encuentro en el teatro Gran Rex, donde lo esperaban 3500 personas, entre invitados y fanáticos que habían agotados las entradas de entre 250 y 1200 pesos a las 48 horas de su salida a la venta.
Cual Steve Jobs, vestido con un jean, remera, saco sport y zapatillas, se movió por el escenario con naturalidad. Una libretita en la mano le sirvió de ayuda memoria cuando perdió el hilo de su discurso. Lo había presentado su gran amigo Manel Estiart: "La definición de líder que me ha quedado de Pep es que el líder es aquel que hace mejor al otro. No hay un método Guardiola. Es Pep".
Y Pep fue Pep durante poco más de una hora, bajo un mensaje que contuvo a todos los demás: "Hagan lo que quieran, lo que les dé la gana, pero háganlo con decisión. En el fútbol se puede ganar de mil maneras y todas son cojonudas. Pero que sean suyas, no copiar y pegar".
A lo largo de la charla van a aparecer muchos argentinos, otros. Julio Velasco, por ejemplo: "Yo estaba en Roma y pasaba mucho tiempo en el banco, con Bati. Velasco había ganado todo con el voleibol y lo llamé. Quería escucharlo. Las ideas son de todo el mundo, no le pertenecen a nadie. Yo he robado mucho. Y él me enseñó que no hay que intentar cambiar a los jugadores, que la clave es saber tocarles en la tecla justa. No hay que implicarse emocionalmente, pero yo necesito la piel. Abrazarles, gritarles. Necesito convencerlos. No hay cosa más maravillosa que intentar que tus ideas entren en la cabeza de los jugadores. Como futbolista, lo que me daba más pánico era ir sin saber qué iba a pasar, que iba a hacer el contrario. Como entrenador, siempre he intenado decirles: " Señores, hoy va a pasar esto y si hacemos esto vamos a ganar el partido '".
Detrás suyo se despliega una pantalla gigante con movimientos del Barcelona y dice que va a explicar por qué movió a Messi de lugar: "No costó convencerlo. Lo agarró rápido. Y si lo pones de lateral izquierdo, lo agarra rápido también. Leo es el mejor defensor que hay; cuando va a quitar un balón, te mata. Marcelo (Bielsa) me dijo que a los buenos y a los malos los ve cualquiera; a Messi lo veía un ciego. ¿Si le he enseñado? Por favor, por favor... Sus padres lo hicieron bueno. Salió. El juego le pertenece a los futbolistas: cuando yo la tenía en los pies, lo controlaba yo; cuando pita el árbitro, el entrenador pinta cuadros".
Para Mascherano, admiración: "Tenía dudas en ficharlo. Era el capitán de la selección argentina y yo delante tenía a Busquets. Fue una cosa cojonuda: a mí me gustan los extremos que pueden jugar de centrodelanteros y los mediocentros que pueden jugar de centrales. Mascherano puede. Es de otro espesor humano, un mediocentro fantástico, igual como central. Un sol de niño".
De Gabriel Milito había hablado Estiart, pero contando algo de Pep con él. Antes de la final del Mundial de clubes, contra Estudiantes, lo sentó a su lado, frente al plantel, para la charla técnica: "'Gaby, ¿con qué nos vamos a encontrar mañana?', le preguntó. Y Gaby dio una charla de líder, nada táctica. Habló de lo que sois vosotros, los argentinos, de un equipo que iba a morir por ganar".
Ganó el Barça, aquella vez, como tantas veces. Triunfos que no surgieron de casualidad: "Hubo un tiempo en que se decidió hacer las cosas de una manera [aunque en el fárrago de su discurso no lo menciona, Pep se refiere a la tarea de Lauerano Ruiz, en La Masía, y de Joahnn Cruyff]. Los pequeños empezamos a escuchar cosas: el portero debe parar, pero es uno más; el balón sale de atrás; cuando empiezas por izquierda, terminas por derecha; la gente brava por dentro, la gente con facultades por fuera: los delanteros tienen que ser los mejores defensas y los defensas los mejores atacantes. El portero al defensa, el defensa al medio, el medio al delantero y, si tienes culo, gol". Tiene el humor allí, entredientes: "De todos aprendí.Mientras iba creciendo, decía 'Esto me gusta'. Y me fui a Italia, me fui a México, me fui a Qatar, bueno, a Qatar... Allí mejoré el swing. Aprendí de todos. Pero robé. Si quieren robar de mí, roben. Hice el mix y de allí mi conformación de lugar: yo soy entrenador por el juego como el futbolista se hace futbolista por patear una pelota".
Al cierre, acepta que todo lo que ha provocado su visita le parece exagerado: "Tenéis esa reputación. Bueno, sois un pueblo que ha dado muchísimo al fútbol: tres de los cinco mejores jugadores de la historia. Vuestra pasión por este juego se ve", se despide.
Ficha de un ganador
Josep Guardiola
Nació: el 18 de enero de 1971, en Sampedor (Barcelona).
Como jugador: Barcelona (1990/2001), Brescia, de Italia (2001/2 y 2003), Roma (2002/3), Al-Ahli (2003/5) y Dorados de Sinaloa, de México (2005/6).
Ganó 17 títulos: Liga de España 1991, 92, 93, 94, 98 y 99; Supercopa de España 1991, 92, 94 y 96; Copa del Rey 1997 y 98; Liga de Campeones 1992; Supercopa de Europa 1992 y 97, y Recopa 1997 (todos con Barcelona); medalla dorada en Barcelona 92 (seleccionado español).
Como entrenador: Barcelona B (2007/8) y Barcelona (2008/12).
Ganó 14 títulos en primera: Copa del Rey 2008 y 09; Liga de España 2009, 10 y 11; Supercopa de España 2009, 10 y 11; Liga de Campeones 2009 y 11; Supercopa de Europa 2009 y 11, y Mundial de Clubes 2009 y 11. También fue campeón con Barcelona B, en el ascenso, en 2008.
El anuncio: el 8 de mayo de 2008, Barcelona confirmó que Pep se haría cargo del equipo; en la primera conferencia dijo que no tendría en cuenta a Eto'o, Ronaldinho y Deco.
La despedida: Guardiola dirigió por última vez a Barcelona el 25 de mayo de 2012, tras la final de la Copa del Rey, ante Athletic Bilbao.