Detectaron diclofenac, dos antiepilépticos y cinco drogas más. No es peligroso para el hombre, pero sí podría afectar el ecosistema. Provienen de Bajo Grande.
Metales pesados, plaguicidas y bacterias patógenas y fecales. El río Suquía es el depositario de buena parte de nuestros desechos. Un estudio ahora suma nuevos contaminantes a la lista: fármacos.
Un trabajo de la Universidad Nacional de Córdoba y Conicet detectó la presencia de ocho fármacos de los 15 monitoreados.
Obviamente estas sustancias son de origen humano y aparecen aguas abajo de la Estación Depuradora de Aguas Residuales (Edar), en Bajo Grande, en el extremo este de la ciudad de Córdoba.
La investigación fue publicada en Science of the Total Environment . Intervinieron científicos del Centro de Investigaciones en Bioquímica Clínica e Inmunología (Cibici), el Instituto de Diversidad y Ecología Animal (Idea) y el Instituto de Ciencia y Tecnología de Alimentos Córdoba (Icytac).
La presencia de fármacos en el agua es ínfima y no supone un riesgo para la salud de las personas aunque sí podría causar algún efecto en el ecosistema por su presencia crónica.
Se trata de un estudio pionero en Argentina. En países del Primer Mundo, la presencia de drogas farmacéuticas en los cursos de agua comienza a preocupar a las autoridades y están buscando regularla.
“Las plantas de tratamiento de efluentes, cuando están presentes, no alcanzan a eliminar completamente los fármacos. Es importante trabajar en el mejoramiento de estos sistemas. El trabajo también busca generar conciencia de que lo que consumimos y descargamos puede permanecer en el ambiente y afectar a otros seres vivos”, indica Valeria Amé, una de las autoras del trabajo.
Bajo Grande tiene un caudal de 2,45 metros cúbicos por segundo, mientras que el del Suquía es de 2,51 metros cúbicos. Es decir que se vierte tanta agua servida tratada como agua trae el curso del río. “Los niveles de fármacos en el Suquía son similares a los informados en otros ríos del mundo receptores de efluentes cloacales urbanos”, agrega Eugenia Valdés, primera autora del trabajo. Aclara que aún no hay datos sobre si estos fármacos tienen efecto sobre las especies de peces del Suquía. “En humanos no se conoce aún el peligro”, puntualiza.
Amé destaca que la presencia de fármacos sirve como marcadores de contaminación humana, ya que no estarían en la naturaleza si no fuera por nuestro uso y el uso veterinario. Además, indica que ya hay antecedentes de medicamentos que producen efectos negativos sobre la biota acuática.
“Por ejemplo, se demostró que el etinilestradiol, uno de los anticonceptivos más utilizados en el mundo, tiene capacidad para producir disrupción endócrina en los peces receptores de efluentes urbanos. Nos preguntamos cuál puede ser el efecto que pueden tener otros fármacos sobre la biota y la población”, explica Amé.
El estudio
Los investigadores tomaron muestras en cinco puntos del Suquía: La Calera (entre el dique San Roque y la ciudad de Córdoba), Chacra de la Merced (inmediatamente después de Bajo Grande), Villa Corazón de María, Capilla de los Remedios y Río Primero, a 70 kilómetros de la planta depuradora. También recolectaron una muestra en el río Yuspe, en la zona serrana y tributario del Suquía, un curso de agua puro.
“Suponemos que la principal fuente de contaminación es la Edar en Bajo Grande, ya que detectamos fármacos sólo en los sitios que están aguas abajo de esta planta. Pero podría haber otras fuentes, como aportes cloacales de pueblos aledaños y escorrentías de excretas de ganado”, detalla Valdés.
Los fármacos encontrados son ciprofloxacina (antibiótico), enalapril (diurético), estrona (hormona femenina), dihidrotestosterona (hormona masculina), oxcarbazepina (antiepiléptico), carbamazepina (antiepiléptico), diclofenac (antiinflamatorio) y atenolol (tratamiento cardíaco e hipertensión).
Atenolol, carbamazepina y diclofenac fueron las sustancias detectadas con más frecuencia. La concentración más alta de un fármaco fue la de atenolol, 581 nanogramos por litro de agua, en Villa Corazón de María. La concentración de esta droga y de diclofenac iba decreciendo mientras las muestras se tomaban más lejos de Bajo Grande. No obstante, 70 kilómetros abajo de la Edar, en Río Primero, los fármacos siguen presentes. El río no logra depurar estas sustancias.
Una investigación del Cidma, de la Universidad Blas Pascal, ya había encontrado una concentración de estrógenos por encima de lo admitido por normativas internacionales en el Suquía.
De todo menos agua
Pesticidas. El año pasado, un grupo liderado por Valeria Amé detectó niveles de pesticidas en sedimento. Se encontraron clordanos, clasificados como probables cancerígenos por la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. y prohibidos desde 1998 en Argentina. También endrin, prohibido desde 1990 para uso agrícola y que está dentro de los Contaminantes Orgánicos Persistentes (COP), conocidos por su alta toxicidad y duración en el ambiente. Estas sustancias se encontraron hasta en La Calera, que años atrás era referencia de aguas sin contaminantes.
Metales pesados. En el mismo estudio se detectaron niveles de plomo en Villa Corazón de María que superaron los valores guía para agua dulce en el país. El Cromo superó las magnitudes mínimas admitidas.
Peces. Amé y Andrea Hued midieron la cantidad y variedad de peces a lo largo del Suquía para construir un índice biótico (IB). En un río serrano sin contaminar el valor del IB es del 80 por ciento. El cero significa ausencia total de peces. El valor más bajo se registró en Villa Corazón de María, con 29,2 por ciento en verano y 4,2 por ciento en invierno.
Con pesticidas
El año pasado, un grupo liderado por Valeria Amé detectó niveles de pesticidas en sedimento. Se encontraron clordanos, clasificados como probables cancerígenos por la Agencia de Protección Ambiental de EE.UU. y prohibidos desde 1998 en Argentina. También endrin, prohibido desde 1990 para uso agrícola.