El papa Francisco predicó ayer a favor de la "suavidad" y contra "los bastonazos inquisidores", al celebrar en Roma una misa por el padre francés Pierre Favre (1506-1546), su modelo preferido de jesuita, declarado santo el mes pasado.
"Me viene a la mente la tentación que quizá podamos tener de conectar el anuncio del Evangelio con bastonazos inquisitorios, de condena. No, el Evangelio se anuncia con dulzura, con fraternidad, con amor", dijo.
En su homilía, el Papa pidió a los jesuitas que "no se centren en sí mismos" y que, como lo hizo el sacerdote Pierre Favre, nunca pierdan "el deseo de cambiar al mundo".
El 17 de diciembre pasado, cuando cumplió 77 años, Francisco, el primer papa jesuita en la historia de la Iglesia Católica, había declarado santo a ese sacerdote, originario de Saboya y amigo de Ignacio de Loyola, durante un procedimiento acelerado, sin que fuera necesaria una ceremonia de canonización.
Francisco quería que este religioso, que había permanecido a la sombra de sus célebres contemporáneos jesuitas, los Santos Ignacio y Francisco Javier, fuese proclamado santo.
El Pontífice celebró la misa en presencia, entre otros, del prefecto de la Congregación de las causas de los santos en el Vaticano, el cardenal Angelo Amato; del obispo de Annecy (Saboya, Francia), monseñor Yves Boiniveau, y de 350 miembros de la Compañía de Jesús.