El primer mensaje de Navidad del papa Francisco tuvo ayer un eje central: la búsqueda de la paz, de un mundo mejor, en el que no haya guerras, marginados ni tragedias de inmigrantes o desplazados.
Frente a unas 70.000 personas que invadieron la Plaza San Pedro y los millones que seguían el tradicional urbi et orbi (a la ciudad y al mundo), por radio y televisión, pidió el cese de la violencia en Siria y en todos los rincones del mundo, y que nunca más haya tragedias como la de Lampedusa. Fiel a su estilo, hubo una novedad: incluyó en su mensaje a los no creyentes, a quienes también llamó a buscar la paz. "Los invito a estar todos unidos, con la oración o el deseo. Pero todos, por la paz", dijo.
La invitación a los no creyentes a unirse no estaba prevista en su discurso: la improvisó en el momento en que empezó a aludir a los distintos conflictos que asolan al planeta. Fue una nueva señal de apertura a quienes no forman parte de la Iglesia.
Su mensaje lo había iniciado con una bendición sencilla. "En este día, iluminado por la esperanza evangélica que proviene de la humilde gruta de Belén, pido para todos ustedes el don navideño de la alegría y de la paz: para los chicos y los ancianos, para los jóvenes y las familias, para los pobres y marginados", dijo.
Jorge Bergoglio volvió a romper la tradición cuando, a diferencia de sus predecesores, deseó Feliz Navidad sólo en italiano, el idioma del obispo de Roma. "Que Jesús, que vino a este mundo por nosotros, consuele a los que pasan por la prueba de la enfermedad y el sufrimiento y sostenga a los que se dedican al servicio de los hermanos más necesitados. ¡Feliz Navidad a todos!", exclamó.
"¡Francesco! ¡Francesco!", coreaba una multitud entusiasmada, en la que se destacaban los argentinos con banderas (ver Pág. 4) "Este papa es un mito, es uno de nosotros", dijo a LA NACION Giulio Di Lemma, jubilado de 65 años, que se tomó un tren desde Ladispoli, a media hora de esta capital, para estar en el primer urbi et orbi navideño de Francisco.
"La verdadera paz no es un equilibrio de fuerzas opuestas. No es pura fachada, que esconde luchas y divisiones. La paz es un compromiso cotidiano, y la paz es también artesanal, que se logra contando con el don de Dios, con la gracia que nos ha dado en Jesucristo", arrancó el Papa, que en su mensaje fue recordando puntualmente los conflictos bélicos.
En primer lugar, mencionó la guerra civil que ensangrienta a Siria desde hace más de dos años.
"Sigamos rezando al Señor para que el amado pueblo sirio se vea libre de más sufrimientos y las partes en conflicto pongan fin a la violencia y garanticen el acceso a la ayuda humanitaria", dijo. Acto seguido, pidió paz para la República Centroafricana, Sudán del Sur y Nigeria.
"Tú, príncipe de la paz, convierte el corazón de los violentos, allá donde se encuentren, para que depongan las armas y emprendan el camino del diálogo", también clamó.
Francisco, que el 25 de mayo peregrinará a Jordania, Israel y a los territorios palestinos, no dejó de mencionar a Tierra Santa, uno de los polvorines del mundo. "Bendice la tierra que elegiste para venir al mundo y haz que lleguen a feliz término las negociaciones de paz entre israelíes y palestinos", pidió. "Sana las llagas de la querida tierra de Irak, azotada todavía por frecuentes atentados", agregó, al mencionar asimismo a "cuantos sufren persecución a causa de tu nombre".
El Papa que quiso que su primer viaje en Italia fuera a la isla de Lampedusa, al sur de Sicilia y puerto de entrada de miles de desesperados que intentan llegar a Europa para escapar de guerras y miseria, mencionó también a los desplazados y refugiados. "Haz que los emigrantes, que buscan una vida digna, encuentren acogida y ayuda. Que no asistamos de nuevo a tragedias como las que hemos visto este año, con los numerosos muertos en Lampedusa", dijo.
Atento desde sus tiempos de arzobispo de Buenos Aires a las nuevas formas de esclavitud, Francisco pidió una conversión de quienes están involucrados en la trata de seres humanos, "para que se den cuenta de la gravedad de este delito contra la humanidad". Y pidió atención por los chicos secuestrados, heridos y asesinados en los conflictos armados, y por los que se ven obligados a convertirse en soldados.
Fiel al nombre que eligió, Francisco, el "papa de los pobres", pero también el defensor de la paz y de la Tierra, el Pontífice pidió atención a nuestro planeta, "que a menudo la codicia y el egoísmo de los hombres explotan indiscriminadamente". Finalmente, pidió no pasar de largo ante el niño de Belén. "¡Dejemos que nuestro corazón se conmueva: no tengamos miedo de esto! ¡No tengamos miedo de que nuestro corazón se conmueva!", clamó, provocando más aplausos.
MISA DE GALLO
Anteanoche, el primer papa argentino impuso su estilo también en su primera misa de Gallo en la Basílica de San Pedro, donde no cabía un alfiler. Como es tradición popular en su país, hizo que en el ritual de la Navidad le trajeran la estatuilla del niño Jesús al principio de la ceremonia, cuando el coro de la Capilla Sixtina entonó el Gloria, una novedad en el Vaticano.
En su primera homilía navideña, hizo hincapié en la importancia de los últimos. De hecho, subrayó que cuando nació el niño Jesús, en un pesebre de Belén, fueron los pastores los primeros que recibieron el anuncio "porque eran los últimos, los marginados".
"Los pastores fueron los primeros que recibieron el anuncio del nacimiento de Jesús. Fueron los primeros porque estaban entre los últimos, entre los marginados. Y fueron los primeros porque estaban en vela aquella noche, guardando su rebaño", evocó el Papa, que concelebró la misa de Nochebuena junto a cardenales y obispos.
En su homilía, que fue breve, directa y clara, el Papa explicó la Navidad como una luz que irrumpe en las tinieblas. "Dios nos ama, nos ama tanto que nos ha dado a su Hijo como nuestro hermano, como luz para nuestras tinieblas", dijo. Y concluyó: "El Señor nos dice una vez más: «No teman». Como dijeron los ángeles a los pastores: «No teman». Y también yo les repito a todos: «No teman». Nuestro Padre tiene paciencia con nosotros, nos ama, nos da a Jesús como guía en el camino a la tierra prometida. Él es la luz que disipa las tinieblas. Él es la misericordia. Nuestro Padre nos perdona siempre. Y Él es nuestra paz".(La Nación)