Dijo de ella Julie Andrews que “le había cambiado la cara a la televisión”. Por muy tópico que sonara, la mítica actriz de Sonrisas y lágrimas o Mary Poppins se rendía ante el catálogo de historias protagonizadas por personajes de todas las etnias, colores de piel, credos, orientaciones sexuales e identidades de género que habían salido de la imaginación de aquella mujer de Chicago. Sus caminos se cruzaron hace justo 20 años, cuando Andrews protagonizó la secuela de la exitosa Princesa por sorpresa con un guion escrito por una desconocida treintañera llamada Shonda Rhimes. Aquella joven no tardó en hacer que su nombre fuera el más poderoso de la industria: Anatomía de Grey, Scandal o Cómo defender a un asesino la sentaron en el trono del reino mediático global. Con más de 70 capítulos al año emitidos bajo su supervisión, se convirtió, según ella misma reconocería, en la showrunner “mejor pagada” de la televisión. Pero, en 2017, decidió dar una patada al tablero.

“Honestamente tengo que reconocer que durante mucho tiempo sufrí de agotamiento a gran escala”, explica Rhimes a S Moda a través de videollamada. En la cima de su éxito, y desechando ofertas tanto o más lucrativas, firmó un contrato multimillonario con Netflix que buscaba, según sus propias palabras, contrarrestar lo extenuante de su agenda y revivir su pasión por la profesión: “No encontraba el tiempo para poder dedicárselo a las historias. Gracias al modelo del streaming puedo tener un pensamiento más creativo”. El cambio no tardó en dar frutos. Su primera serie para la plataforma, Los Bridgerton, se convirtió en el mayor triunfo hasta la fecha de la compañía. Un drama de época que acaba de estrenar su tercera temporada con la intención de seguir batiendo récords.

Y es precisamente el álter ego en la ficción de Julie Andrews, que ejerce como narradora en la serie, la gran protagonista de esta nueva tanda de capítulos que llega a Netflix dividida en dos partes desde este 16 de mayo. La actriz Nicola Coughlan retoma de nuevo el personaje de Penelope Featherington, uno de los favoritos de los fans por su capacidad para atemorizar a la clase alta del Londres de la Regencia con sus octavillas firmadas bajo el seudónimo de Lady Whistledown. La joven se embarcará en la búsqueda de un marido con la ayuda de su amigo de la infancia, Colin Bridgerton (Luke Newton), que tendrá que discenir si sus consejos amorosos son solo de carácter puramente amistoso. Una decisión, la de colocar a Coughlan en el centro de la serie, que trasciende más allá de la ficción después de que la propia intérprete pidiera el cese de los comentarios en redes sociales sobre su peso y apariencia generados a raíz de la repercusión de la serie. “Lo que ha pasado con ella no fue un factor para llegar a este punto”, explica la creadora, “Nicola es preciosa. Es fantástica tal y como es y nos encanta tener la oportunidad de celebrarla tanto a ella como a su personaje. Siempre supimos que íbamos a contar la historia de Colin y Penelope”. ¿Poner el foco sobre Nicola alentará a otras mujeres a sentirse al fin las protagonistas de sus propias historias? “Siento que todas lo somos”, replica. “Hay mil ejemplos de mujeres bellas de todos los tamaños viviendo sus vidas al máximo. Considerar que esas mujeres no son atractivas es un estereotipo extraño porque hay muchos hombres que sí las consideran así”.

La nueva temporada vuelve a contar con un buen número de fogosas escenas íntimas, convertidas ya en una de las características más distintivas de una ficción que, según defiende su máxima responsable, tiene como primer objetivo la exploración del deseo femenino. En una industria que ve cómo los momentos explícitos de sexo o desnudez disminuyen a pasos agigantados desde hace décadas, Los Bridgerton se alza como una rara avis que conjuga el apoyo de la audiencia y la bendición de los actores involucrados en ellos. Preguntada acerca de las claves para haberse convertido en una excepción, Rhimes asegura que planifican cada escena como si de una secuencia de acción se tratara. “Esto es un trabajo, un trabajo literal, no alguien liándose con un tío por ahí. Queremos que todo el mundo se sienta seguro y cómodo. No intentamos aprovecharnos del cuerpo de nadie y tenemos un coordinador de intimidad en el set que nos ayuda a planearlo todo”, admite. Esta convicción la acompaña desde sus inicios como productora: “Recuerdo decirles a las actrices de Anatomía de Grey, ‘Si queréis rodar una escena de sexo con un mono de esquí, rodarla, y nosotros ya lo resolveremos”.

Vestidos de corte imperio, tiaras, corsés, guantes, tocados de perlas y plumas… Otro de los efectos que ha tenido la ficción desde su estreno ha sido el de revolucionar los armarios de sus espectadores. Las búsquedas online de prendas relacionadas con las primeras décadas del siglo XIX se disparan ante el estreno de cada nueva tanda de episodios y las revistas de moda de todo el mundo se suman a la ola proponiendo looks inspirados en la serie, pero perfectamente aptos para lucir en 2024. “Siempre hemos querido que la gente sintiera que la moda es un personaje más y le prestamos mucha atención”, manifiesta Rhimes, que reconoce su asombro ante el auge, en las calles y en las pasarelas, de la tendencia acuñada como regencycore. “Siempre sorprende cuando algo coge tanto vuelo, pero cuando me enseñaron por primera vez los estilismos y los tejidos ya era espectacular. Tenía ganas de ponérmelo yo misma y si yo pensaba eso estaba segura de que otras mujeres también lo harían”.
Antes de acabar con la llamada, y dar paso al puñado de periodistas de todo el mundo que piden la vez en una sala de espera virtual, Shonda Rhimes hace un breve balance sobre sus 20 años de reinado televisivo incontestable. “Creo que de lo que más orgullosa me siento es de las oportunidades que hemos creado. Sacamos a mucha gente de las salas de guion, les hemos dado sus propias series y les hemos ayudado a avanzar en la industria. Me encanta eso”, concluye, no sin antes dar tres consejos para aquellas aspirantes que quieran seguir sus pasos poniéndose delante del folio en blanco. “No intentes imitar a nadie, encuentra tu propio estilo y sé original. Nunca entres en una sala pensando que no mereces estar ahí. Y no te rindas, si realmente quieres ser guionista, no te rindas jamás”.

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