Los trabajos de exploración del suelo del planeta rojo arrojaron descubrimientos asombrosos. Un científico argentino participó de la histórica misión.
El 3 de enero de 2004 marcó un antes y un después en la historia de la exploración espacial. Hace 20 años, la NASA comenzó a soñar con la vida humana en Marte a partir del inicio de una misión con dos robots -llamados Espíritu y Oportunidad- al planeta rojo.
Un hallazgo clave de los robots permitió inferir con base científica que Marte podía haber sido habitable por seres humanos y fue un disparador para nuevas investigaciones y exploraciones. Además, los equipos de la NASA transmitieron una imagen reveladora de la Tierra (que desvanece cualquier elucubración terraplanista). Y uno de los robots, Espíritu, quedó sepultado en el planeta rojo, luego de que fracasaran múltiples intentos de rescate.
Espíritu fue el primero en llegar a la superficie marciana y tres semanas después lo hizo su gemelo. El objetivo era buscar signos de que en Marte hubo agua en el pasado. En ese contexto fue que se produjo el descubrimiento clave: los robots demostraron que el planeta vecino a la Tierra tuvo agua en algún momento de su existencia.
En el área de la colina Matijevic, Oportunidad halló minerales arcillosos, lo que implica que la zona estuvo expuesta a agua relativamente neutra hace mucho tiempo.
“Este descubrimiento demostró claramente la existencia de una química que habría sido adecuada para la vida en Marte”, dijo el investigador principal de la misión, Steve Squyres.
Pero no fue el único hallazgo de ese tipo. En 2007, la rueda delantera del Espíritu cavó una zanja en el cráter Gusev y dejó al descubierto depósitos blancos brillantes de sílice pura, que sólo pudieron nacer como consecuencia de la reacción del agua caliente con las rocas. Los científicos creen que el robot tropezó con evidencia de un antiguo respiradero hidrotermal.
La exploración demostró que algunas partes de la superficie marciana alguna vez tuvieron dos elementos necesarios para la vida humana: agua líquida y una fuente de energía.
Imagen reveladora de la Tierra
Hubo otro logro excepcional: una hora antes del amanecer en el día 63 de su misión, el Espíritu tomó la primera imagen de la Tierra desde Marte. La NASA difundió esa fotografía con una vista amplia del cielo en la que se puede apreciar a la Tierra, que aparece como un pequeño círculo en medio de la nada. El contraste en la imagen de la cámara panorámica se incrementó dos veces para que nuestro planeta fuera más fácil de ver.
El Espíritu tuvo un final doloroso e inesperado. En mayo de 2009, mientras exploraba un lugar llamado Troya, quedó incrustado en un suelo blando. Sus cinco ruedas de tracción fueron insuficientes para salir de esa trampa. Después de meses de pruebas y maniobras que fracasaron, la NASA lo declaró “muerto” el 25 de mayo de 2011.
Los robots fueron bautizados así por una niña, Sofi Collis, de nueve años, que por entonces vivía en Arizona y participó del concurso de la agencia espacial para ponerles nombres. La pequeña, una huérfana siberiana que fue adoptada por una familia norteamericana, dijo que se inspiró en algo que había escrito mientras miraba el cielo: “En Estados Unidos puedo hacer realidad todos mis sueños. Gracias por el espíritu y la oportunidad”.
La histórica misión tuvo participación argentina, ya que el ingeniero Miguel San Martín fue uno de los responsables de la fase de “amartizaje” de los robots de exploración.
Nacido en Villa Regina, Río Negro, se radicó en los Estados Unidos en 1978 e ingresó a la NASA poco después de graduarse en el Massachussetts Institute of Technology (MIT). Enseguida pasó a integrar el equipo dedicado a la investigación y exploración marciana.