La llovizna caía sobre Buenos Aires y teñía de gris a todo Nuñez. Grandes y chicos iban y venían por Avenida Del Libertador tratando de no mojarse tanto y entrar al Monumental a ver a Roger Waters. Había lugar para los chistes en alusión al apellido de Roger por el agua que parecía no parar de caer nunca desde el cielo.
Para la quinta vez de Roger Waters en Argentina, el partido preliminar lo jugaron los locales Eruca Sativa, quienes por su gran actuación se encargaron de despejar alguna duda (si es que la había) de por qué son una de las bandas del momento.
El show arrancó a las 21.20 con una clara advertencia en las pantallas:
“Si eres de los que dicen: ‘Me encanta Pink Floyd, pero no soporto la política de Roger’ harías bien en irte a la mierda e ir a bar en este momento” para hacer explotar a la mayoría de los presentes en el Monumental.
Todo arrancó con “Confortably Numb” en una versión mas desvestida que la original, con Roger sentado en una silla cantándole a la par de un muñeco con chaleco de fuerza en silla de ruedas. Después de eso se vino “The Happiest Days of Our Lives”, el prólogo de “Another Break in the Wall” en sus dos capítulos, haciendo despabilar al público que de a poco iba entrando en clima y se sorprendía con los primeros fuegos artificiales que salían del escenario. También empezaban a aparecer las primeras visuales con mensajes de resistencia y hasta la bandera de la comunidad Qom se podía ver en las 4 pantallas que acaparaban el escenario en su mayor parte.
Waters se calzó la guitarra para hacer “The Power That Be”, tema de su segundo disco solista “Radio K.A.O.S.” y se escucha la primera interacción con la gente con un tímido “Buenos Aires!”. Pegado a eso se vino “The Bravery of Being Out of Range”, pero esta vez desde el piano. Lo que siguió para cerrar momentáneamente el bloque solista fue “The Bar”. No sin antes, hacer mención al rechazo que recibió de parte de los hoteles que no lo quisieron hospedar “por que se ve que no están a favor de los derechos humanos”.
Después de eso, se vino el momento Floydiano para los fanáticos mas grandes: “Have a Cigar” sonó en una versión mas que power y en las pantallas se veían las primeras imágenes de la noche de Syd Barret, el primer cantante, fallecido en 2006. A todo esto, Waters ya se había calzado su clásico bajo negro por primera vez en la noche para presentar un tema que data de la época que estudiaban junto a Syd Barret en Cambridge y tenían una banda llamada “Sigma 6″: “Wish you Were Here” y el fantasma del malogrado Barret sobrevoló Nuñez mas alto que nunca, cuando en la mitad del tema las luces se prendieron y la gente estalló en una ovación estuendosa. No hubo respiro para que “Shine on your Crazy Diamonds” haga cantar a la gente, que si bien se caracteriza de ser un público tranquilo, no podían contener la emoción.
Roger siguió cronológicamente la discografía de Pink Floyd para llegar a “Animals”, otro de los discos conceptuales de la segunda etapa de la banda y el elegido para representarlo fue “Sheeps” con el querido cerdito que hacía su aparición volando en las pantallas y mensajes que decían “Resiste al fascismo y a la guerra”, para, por si no quedaba claro, saber de que lado de la mecha te encontrás. Los ausentes de este disco fueron justamente “Pigs” y “Dogs”, dos temas que tocó la última vez que actuó en nuestro país y esta vez, quedaron afuera de la lista, una pena.
Pero si de grandes ausentes tenemos que hablar, no nos podemos olvidar de David Gilmour, que ni siquiera apareció en ninguna imagen, como si lo hizo el resto de Pink Floyd.
Momento de un parate para que Roger descanse y la gente se distraiga un poco viendo lo que pasaba en Brasil con el partido de la Selección Argentina y para los primeros cantitos de la noche “El que no salta, votó a Milei”, haciendo saltar a algunos, no a todos, que mostraban firmes su postura y se quedaban estáticos en el lugar.
Después de esos 15 minutos, de un costado del escenario se vio al famoso cerdo inflable que no falta en ningún show y empezó a sobrevolar el campo para ser el objetivo de todos los flashes.
“In the Flesh” (con un catártico Waters entrando con chaleco de fuerza y en silla de ruedas) y el enérgico “Run Like Hell” ya con Waters de pie luciendo una remera blanca con el título de la canción escrita con la tipografía de The Wall.
Lo que siguió fue “Deja Vu”, de su disco solista “Is This the Life We Really Whant?”, y alguno habrá pensado que era otro mensaje político adrede, a un país que viene de elegir a sus gobernantes, pero no. Este tema ya es un clásico de sus repertorios.
Llega el bloque “The Dark Side of The Moon” y “Money” es el primer tema, con el guitarrista Dave Kilminster haciéndose cargo de la voz y del solo, para que, solo por un rato, la gente no extrañe a Gilmour. Las pantallas mostraban distintos productos del capitalismo y un cerdo orinando billetes, todo muy Watersiano. “Us and Them” fue otro de los momentos cumbres de la noche con un solo de saxo impecable y la banda que sonaba mas que afilada, convirtiendo a Roger, esta vez con guitarra acústica, en uno mas. “Brain Damage” limpiaba el cielo de Buenos Aires y dejaba ver el lado no tan oscuro de la luna, la lluvia parecía haber quedado muy atrás. Las luces del arco iris se disparaban desde el escenario por encima de toda la gente, emulando la tapa de aquel disco de 1973.
Todo parecía ir llegando al final, pero no sin que Roger se acuerde de los caídos de Malvinas y recordar la historia de su padre caído en la segunda guerra mundial. La balada clásica “Two Suns in the Sunset”, perteneciente al último disco antes del conflicto con sus ex compañeros de Pink Floyd: “The Final Cut”.
El último tema, antes de agradecerle a la gente que viajó de distintos lugares del país para verlo, fue dedicado a Bob Dylan, por haber sido gran fuente de inspiración en algunas de sus canciones. Antes de eso, juntó a la banda en el borde del escenario para presentarlos uno por uno y que sean ovacionados por la gente, brindando con mezcal mexicano. Después de tocar como una gran familia con Roger en el piano, se fueron retirando a un costado del escenario al mejor estilo tirolés, apareciendo solo en la pantalla para que la gente los despida con una enorme ovación y la ilusión de que esto no fue un simulacro ni una despedida. Todavía queda el show de hoy.
TN